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-¡¿Omega?!- Un grito se escuchó por todo el hospital, el rubio no podía creer lo que estaba escrito en aquel papel.

¿Él, omega? ¿Qué clase de broma de mal gusto era esa? Si lo ves por la calle lo último que pensarías es que es un omega o al menos eso era lo que a él le parecía.

Sí, a un niño de trece años se le cayó el mundo luego de enterarse por ese exámen que era omega.

Y cuando pensó que estaba acabado un rayo de luz llegó.

Una oportunidad.

"Su hijo a pesar de ser omega, es un caso diferente; su aroma parece ser particularmente más parecido a la de los betas, incluso se asimila al de un alfa. Lo más posible es que en su celo se distinga fácilmente que es omega, sin embargo es probable que este llegue más tarde de lo normal."

De inmediato supo que hacer.

Y así, Katsuki con 15 años recién ingresado a la U.A pudo engañar a todo el que conoció asegurando que era un alfa.

Claro, no exactamente a todos.

Sus padres e Izuku siempre serían la excepción.

Bueno, Izuku se enteró porque su madre fue a divulgarlo con Inko y obviamente al estar en la casa de su "amigo de la infancia" éste los escuchó.

Pero no le importaba mucho, sabía que el chico no se lo diría a nadie.

En fin, había pasado cierto incidente en el que estuvo muy involucrado que los obligó a todos a mudarse a su preparatoria.
Katsuki de mala gana hizo las maletas y terminó quedándose ahí.

Era la primera semana que estarían viviendo en la U.A. Lo molestó un poco más de lo necesario tener que estarse quedando ahí debido a que en cualquier descuido podría llegar su primer celo y la verdad saldría a la luz. Pero él tendría cuidado, aunque algo podría salir mal y lo sabía.

Estaba un poco nervioso. Solo un poco, puede que el celo llegara incluso para después de haber terminado la preparatoria.

Que forma tan estúpida de consolarse.

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-Eso fue todo por esta clase, ahora váyanse a comer.- Comentó Aizawa con algo de fatiga y se dispuso a dormir mientras todos sus alumnos se despedían y salían a almorzar.

-¡Vamos Bakugo!- Le gritó Mina y lo tomó del brazo junto a Kirishima para sentarse juntos, seguidos de Sero y Denki.

-Sabes que puedo caminar solo, maldita ojos de mapache.- Renegó sentándose de la forma más cómoda que pudo con su particular mal genio.

-Cómo digas...- Suspiró la chica levantándose de donde tan solo segundos atrás se había sentado.- No es que me guste el chisme...- Observó a todos los presentes en la mesa.- Pero me enteré que los profesores están organizando un viaje a unas cabañas por tres días, es un tipo de entrenamiento y estoy emocionada de saber cuál es.- Comentó la chica sacándo un jugo de la máquina expendedora cercana a su mesa.

-¿Cómo te enteraste de eso?- Preguntó Sero con curiosidad, eso debía ser información entre maestros.

-Yo solo iba de regreso al aula un poco tarde y lo escuché por casualidad, nada más.- Trató de excusarse lo más posible para no ser regañada mientras regresaba a su asiento.

-Claro- Comentó con sarcasmo Denki- Espero que no sea un entrenamiento tan cansado como la última vez. Casi me desmayo.- Se removió al recordar las nauseas de ese día.

-Todos te dijimos que dejaras de esforzarte como lo hiciste.- Regañó Ejiro regresando de más atrás con comida.

-Pues si me vuelvo a sentir así no me dan muchas ganas de esforzarme de tal manera ni de un entrenamiento parecido.- Tomó un plato de comida mientras sentía temblores y sus amigos se reían a su vez discutiendo de nuevo sobre el tema del viaje.

¡Cierra la boca o te la cerraré yo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora