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Katsuki suspiró resignado, bien, ahora sí quisiera lo que él quisiera estaba obligado a hablar con el hombre frente a él.

-¿No pensaste que ibas a escapar de esta conversación, verdad?- El rubio tragó saliva y gruñó desviando la mirada.- ¿Qué pensarán los directivos si un profesor como yo guarda ese tipo de secretos Katsuki?

-No es para tanto, solo debe fingir que no está enterado de nada.- Le restó importancia sentándose en el borde de su cama, observando fijamente al mayor.

-Mh, sí, podría hacer eso.- Subió su mirada al techo y sonrió, una sonrisa que hizo estremecer al menor.- Pero... Mi silencio... También tiene costo, Katsuki.

Se vieron unos segundos mientras el rubio no podía creer lo que dijo su maestro, pero estaba dispuesto a pagar lo que sea porque todo volviera a la normalidad.

-Bueno, como quiera ¿cuánto?- Al escuchar la risa discreta de su maestro no pudo evitar fruncir el ceño. -¿Ahora qué?

-Te estás confundiendo mocoso... Yo me refiero, a que el precio por mi silencio... Es que me dejes seguirte follando.

El rubio creyó que era una broma, pero al ver la cara seria de su profesor no pudo reírse y los colores se le subieron al rostro, que por su color de piel era fácil de notar.

-Vamos Katsuki, no te avergüences ahora.- Se acercó peligrosamente a la oreja del rubio, lamiendo el lóbulo.

-Hey, para.- Ignorando sus palabras Aizawa pasó al cuello escuchando un dulce gemido por parte de su estudiante, que no había hecho nada para apartarlo.

-¿Ves? No estabas avergonzado ayer cuando gemías mi nombre, y del placer te desmayaste. Eso fue tierno.

Bakugo de lo rojo le tiró infantilmente una almohada, ya que se percató de que Aizawa había deshabilitado su quirk.

-¿Cómo puede decir eso?- Vió a otro lado avergonzado, pero no podía ser tan malo, digo, humillado ya se sentía, y tal vez en algún punto podía admitir que lo disfrutaba. -Bien maldición, solo cierre la boca, ¿cada cuanto?

-Cada que yo quiera, mocoso. Por ejemplo, ahora.- Sonrió un poco pero el rubio solo pudo sentir cinismo.

-Bien, ahora ¿qué debo hacer? Es distinto cuando estoy en celo.- Explicó enojado pero a su vez avergonzado.

-Empecemos por algo simple, arrodíllate aquí en el suelo y chúpamela.- El habla del mayor era tan sucia a los ojos de Katsuki, y eso que estaba conciente de que él era muy grosero. Nunca había hecho algo así pero no era estúpido y sabía al menos como hacerlo.

-Lo mataré maldita sea.- Bajó de su cama arrodillándose en la alfombra frente a su profesor y éste se desabrochó el pantalón, dejando su pene erecto chocar en la cara de su estudiante, fue tan satisfactorio ver eso que una sonrisa se formó en su rostro, más al ver como su alumno se ponía aún más rojo si era posible por eso.

El rubio comenzó, dio lengüetazos en la punta y finalmente se metió la mitad a al boca, era lo que cabía sin hacerlo atragantarse. Aizawa sabía que el chico lo hacía increíble pero su ritmo comenzó a desesperarle, y haciéndo que el rubio abriera sus ojos a más no poder lo tomó de la cabeza sin avisar y comenzó a meterlo todo en la boca de su alumno, cada vez más rápido.

Lágrimas se formaron en los ojos del rubio, estaba más que sonrojado y sin darse cuenta su entrada estaba comenzando a mojarse.

Finalmente Aizawa terminó en la boca de su alumno, también manchó un poco su cara con su semen y esa imagen no tenía ningún precio.

-Trágalo todo, Katsuki.-Ordenó observando fijamente al más bajo que bajo presión obedeció tomándolo todo, aun con un ojo cerrado por el semen que cayó sobre él.

¡Cierra la boca o te la cerraré yo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora