te da poderes.

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Íbamos de regreso a la casa con mi pololo, bañados obviamente y bueno, contentos.

—¿Amor pasamos a comer o comemos en la casa?— me pregunto el Tomás

—Comamos en la casa.— me acomodé en el asiento —Puta que me duele la raja.— Suspire

—Espero te duela más que esa vez cuando salimos con el mormón culiao, puta que es rico ese weon la cago, no se si es envidia o...—

—O ganas.— me reí

—A la única que le tengo ganas es a ti, ¿Como la pasaste anoche?— me miró de reojo

—¿Por que me preguntai' esa wea? Que te puedo decir, fue una noche agotadora y de muchos sonidos obscenos, gemi tu nombre por 3 horas seguidas también hicimos...—

—Que especifica.— me interrumpio

—Tú preguntaste.— me encogi de hombros

En todo el camino hablamos puras weas, nos toqueteamos mucho y hubieron muchos besos y risas, ya que nos reíamos por cualquier wea que pasaba.

Al llegar a la casa nos recibieron todos ya con el almuerzo listo, estaba cagada de hambre.

Bueno resumiendo todo había charquican, nos sentamos a comer mientras conversábamos.

—¿Volvieron?— preguntó mi abuela

Asentí —Si.—

—Pasame mis 5 lucas.— dijo mi abuela extendiéndose su mano

—Puta la wea.— el benja le paso la plata

—Ya se pusieron a apostar.—Bufé

—Este aweonao creía que no iban a volver.— dijo la alice riéndose —les tenía 0 fe.—

—Muchas gracias hermano, siempre confíe en ti.— sonrió de manera fingida el tomás

—Amiga.— susurro la alice

—Si, después te cuento.— me reí

Tomás

Odio el charquican con toda mi vida, es la wea más mala que hay, casi todos se pararon de la mesa menos yo y mi hija.

Odio los vegetales, todas las weas que trae el charquican las odio.

Comencé a mover la comida con la cuchara, me di cuenta de que me hija me miraba confundida

—¿Papá pod que no comes?— me pregunto

—Es que yo...—Pense una buena excusa —Ya tengo mucho en poder.— Asentí

—¿Poded?

—Si mi amor, así como los superhéroes, ¿Hija sabes que los vegetales te dan poderes?

—¿Si como vegetales me dada podedes?

—Si, te da poderes, te da poderes.

Esta se metió una cucharada de charquican a la boca contenta.

—Eso, muy bien.— Sonreí —¿Quieres más?—

—Si.

Tome mi charquican y se lo di, esta comenzó a comerlo gustosa, sonriente comencé a levantarme de la mesa hasta que un grito me freno.

𝐏𝐄𝐋𝐎𝐓𝐀𝐙𝐎 𝐕𝐎𝐋𝟐 ✈ 𝘵𝘰𝘮 𝘬𝘢𝘶𝘭𝘪𝘵𝘻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora