Incendio

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Desde el juicio, Garp y Shanks se organizaron con el cuidado del azabache, quedando en que el pelirrojo lo cuidaría por el día y el Monkey mayor por las noches, causando que el abuelo se mudara de forma permanente con el pequeño.
Figarland estaba en su casa, haciendo algo de papeleo atrasado de su empresa, cuando el militar lo llamó, eran las 11 de la noche, así que eso lo alarmó.
–Hola, ¿qué pasa?
–Hay una emergencia en mi trabajo, ¿crees poder venir a cuidar a Lu? Tengo que salir enseguida.
–Claro–respondió sin problemas, al notar lo estresado que sonaba el contrario, mientras tomaba algunas cosas para encaminarse de forma tranquila a donde él menor.

Caminaba a ritmo tranquilo, el cual pasó casi automáticamente a carrera, cuando desde lejos vio una gran cantidad de humo y no tardó en identificar de donde provenía, la casa de Luffy.
Al llegar sus sospechas se confirmaron de manera horrorosa, todo estaba en llamas, el pánico lo inundó y con la mirada, buscó de manera desesperada al pequeño en el grupo de personas que se habían juntado para verlo todo, entre ellas, Zoro forcejeando con su padre, quien lo detenía de correr hacia el incendio, se acercó al pequeño y a este se le iluminó el rostro en alivio al verlo.
–¡Akagami!
–¿D-Donde está Luffy?–pregunto con la tenue esperanza de que el menor esté en alguna parte de la calle.
–¡No lo se! ¡Salí a caminar con mi padre y vimos el fuego desde lejos! L-Llamamos a emergencias, p-pero nadie llega y...¡tienen que salvar a mi amigo! ¡Él está allí dentro!–declaró, con su voz rota, aún tratando de liberarse de los brazos de Arashi, para ir en busca del niño que por tanto tiempo buscó su amistad, estaba tan arrepentido de rechazarlo tantas veces.

El pelirrojo no dudó en sacarse su sombrero y tirarlo al suelo, mientras corría hacia la puerta principal, entró al patear contra el cerrojo, rompiéndolo por completo, avanzó rápidamente subiendo las escaleras, ignorando el humo quemando sus pulmones y el calor asfixiante que había.
Subió a la segunda planta, chamuscándose la ropa, siendo que el fuego ya se había expandido lo suficiente como para tener que pasar por las llamas, al llegar a la puerta del cuarto del azabache, la abrió con algo de dificultad, sus latidos se aceleraron al notar como la habitación estaba envuelta en fuego y aunque gritara el nombre de su pequeño, no parecía haber respuesta, hasta que su vista se fijó en el diminuto cuerpo que se asomaba por debajo de la cama, sintió un consuelo inmenso, no tardó en tomarlo y sacarlo de allí, era su Luffy, estaba temblando y se notaba tan asustado mientras sostenía aquel peluche de cabra.
–¡S-Shanks!–exclamó sorprendido.

El mayor, en tanto sostenía al niño en su brazo derecho, se cercioró de que no hubiera ninguna herida grave y al confirmarlo, salió de la habitación, pero detuvo su paso al percatarse del estado de la bajada a la primera planta, el fuego la había consumido casi por completo y se notaba como la instalación estaba por derrumbarse, tomó una decisión y corrió para lograr bajar, pero no fue lo suficientemente rápido, el techo colapsó sobre ellos y el pelirrojo solo sintió un enorme dolor, todo a su alrededor perdió claridad antes de darse cuenta de lo qué pasó, al recuperar cierta conciencia, en lo primero que se fijó fue en su brazo izquierdo atrapado bajo los escombros, maldijo por lo bajo, pero su atención se dirigió al pequeño que seguía aferrándose a él.
–Anchor, tienes que irte–ordenó, con una voz firme, pero el menor hizo caso omiso.
–N-No me voy a ir s-sin ti–de su garganta solo salían palabras temblorosas, pero el Figarland sabía que hablaba de forma decidida.
–¡Vete! ¡Morirás si te quedas aquí, idiota!–grito, pero el azabache seguía sin moverse–Luffy...por favor–hablo esta ves, de manera más tranquila, mientras observaba las llamas cada ves avivándose mas.
–Si m-mi verdadero p-papá se queda aquí, y-yo también.

El pelirrojo quedó en total silencio, lo abrazó más fuerte mientras sentía las lágrimas del pequeño empapar su camisa, el humo terminó venciéndolos a ambos y todo se oscureció con el sonido de las lejanas sirenas.

Shanks despertó aturdido, una luz blanca lo cegaba y ya no sentía aquel punzante dolor en su extremidad dañada, por breves momentos pensó que estaba muerto, pero la idea pasó cuando observó a la enfermera a su lado

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Shanks despertó aturdido, una luz blanca lo cegaba y ya no sentía aquel punzante dolor en su extremidad dañada, por breves momentos pensó que estaba muerto, pero la idea pasó cuando observó a la enfermera a su lado.
–Señor Figarland, por fin despertó.
–¿Donde está Lu?–pregunto, apenas lograba hablar por la máscara de oxígeno que tenía.
–Debo hablarle de algo importante.
–Respóndame.
–El niño que estaba con usted, esta bien, tuvo una pequeña intoxicación por el humo, aunque ya lo dimos de alta, pero tiene que escucharme, señor, usted perdió su brazo.
–¿Disculpa?
–Los doctores tomaron la decisión de amputárselo antes de correr el riesgo de que alguna infección se comience a expandir por el mal estado en el que estaba–la mujer observó el rostro sorprendido y desconcertado del contrario, así que decidió seguir hablando para animarlo–Pero...usted fue verdaderamente un héroe, al momento en que los bomberos y paramédicos llegaron, el cuarto del pequeño estaba en llamas, si no hubiera entrado, aquel pobre niño no hubiera sobrevivido.
–¿Donde está él?
–A usted lo hemos aducido al coma en estos últimos tres días y él ha estado esperando que despierte, ahora se encuentra en la sala de visitantes, puedo hacer que pase.
–Por favor.

La mujer se fue y en algunos minutos, escuchó la puerta abrirse y miró, sentándose para divisar mejor al azabache entrando apresurado, tenia puesto su sombrero de paja, con lágrimas en la cara y algunas ojeras.
–¡Shanks!–grito, en tanto se subía a la camilla y lo abrazaba con fuerza.
–Anchor, me alegra tanto que estés bien.
–Idiota...¿por que entraste a salvarme?
–No hagas preguntas estupidas, Lu, vamos, ¿por que lloras?
–Porque...¡perdiste tu brazo gracias a mi!
–Lo único que me importa es que lograste salir vivo de allí, el resto no son más que consecuencias de eso.
–P-Pero...
–Nada de peros, fue mi elección, ¿okey?
–Okey–respondió, medianamente dudoso.
–Por cierto, ¿qué haces con mi sombrero?
–Zoro me lo dio cuando me vino a visitar.
–Te queda bien, pero no mejor que a mi–recalcó, sacándole una risita al contrario.

Observó cómo Garp entraba a la habitación y mantuvieron un leve contacto visual, hasta que el Figarland comenzó a hablar,
–¿Que fue lo qué pasó?, ¿como se causó el incendio?
–Fueron unos protestantes, estaban en contra de todo lo que hizo Dragon y quemaron su casa, según lo que testificaron cuando los atrapamos, no tenían idea de que había un niño adentro.

Niño De PapáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora