"Llamas gemelas. Dos almas que están destinadas a estar siempre juntas. A veces lleva tiempo. A veces se necesita un universo paralelo o algo. Pero lo que ocurre con las llamas gemelas es que: nada puede separarlas."
Yeri se encontraba en la habitación de su novio, buscando entre los cajones del escritorio una pluma, ella siempre se las quitaba a alguien más, porque decía que si las compraba ella al poco tiempo dejaban de servir, su mala suerte, ella suponía. Así encontró el anillo de compromiso, anillo que Jorge compró para ella, para proponerle matrimonio. Cierto. La pelirroja inhaló profundamente, no se dio cuenta cuando retuvo su respiración. Era hermoso. Con destellos rosas, como su color favorito. Y aún así lo único que pasaba por su cabeza, era aquel pelinegro de ojos azules. Su mejor amigo.
Quería vomitar. La culpa llenando sus ojos rápidamente de lágrimas. Ella amaba a su novio, llevaban tres años de relación, por supuesto que en algún momento tenían que dar este paso. Se conocieron en la universidad, y al instante que se vieron hubo química. Pero aún si, joder. Edward. Edward. Edward.
Pensar en su mejor amigo la ponía feliz, el siempre había estado para ella desde que tenía memoria, todavía recordaba a aquel chiquillo que le destruyó su castillo de arena, y se lo tuvo que reconstruir cuando vio que ella no iba a parar de llorar. Desde entonces, ambos han sido esa constante de apoyo y cariño en sus vidas. Yeri no sabría decir cuando se dio cuenta que estaba enamorada de él. Tal vez cuando una Yeri preparatoriana se aferró a un Edward que se mudaba a España a estudiar la universidad, no podía soltarlo, recuerda con melancolía, las lágrimas dejándola vacía mientras de los labios del pelinegro salían dulces promesas, que si cumplió. O tal vez, ella nunca se quiso dar cuenta.
Por supuesto que había pensado en sus sentimientos hacia Edward, pero siempre supuso que tendría más tiempo de averiguar que hacer con ellos. Pensar en el la ponía feliz, pero también la llenaba de un miedo aterrador, porque no quería perderlo, no sabía como era Yeri Cruz Varela sin Edward Martinconi en su vida, y no estaba segura de querer saberlo. Lo amaba como su amigo, ellos verdaderamente tenían una amistad tan hermosa y sólida, que la pelirroja se sentía como la misma mierda por querer algo más. Las veces que sus sentimientos le desgarraron el corazón a punto de ser liberados, nunca terminaron bien, provocando que Yeri los enterrara y encasillara en lo platónico, que simplemente no estaba destinado a ser. Que Edward había entrado a su vida para ser su mejor amigo, y no un amante que con el pasar del tiempo iba a arruinar su relación. Ella se lo repetía mil veces en su cabeza, tratando de desaparecer las posibilidades llenas de esperanza que su corazón le gritaba.
Por lo que ella siguió con su vida, aceptando esos sentimientos platónicos y tomando el ¿qué pasaría si? como pensamientos graciosos y tontos, porque eso es lo que tenían que ser. No más. Años y años de práctica, realmente sirvieron, se encontró con un chico increíble que ama y la apoya, sus sentimientos imposibles hacia el ojiazul dejaron de ser concurrentes en su vida diaria. Hasta que se hizo real la posibilidad que ellos nunca iban a estar juntos, que todo lo que se repitió durante tanto tiempo finalmente cobraría sentido. Debería de sentirse feliz, no como si se estuviera ahogando.
Yeri escuchó el sonido de llaves abriendo la puerta, rápidamente salió de su trance, limpiándose las lágrimas y dejando el anillo en su lugar. Jorge entró a la casa, cargando la cena en sus brazos.
-Hola amor.
-Preciosa, ¿tan pronto estás en casa?- saludó a su novia, acercándose para darle un beso-. Pensé que te iba a recoger en tu salón.
-Me movieron unas citas, así que mejor vine a la casa temprano- abrazó a su novio-. Te robé una pluma.
-¿Otra?-la molestó juguetón-. Me compré un paquete y te juro que ni una salió bien- excusó entre risas-. Está bien, no te denuncio solo si me dices que no olvidaste la cena del viernes.
Ella se tensó, ahora entendía porque tanta importancia de su familia a esa cena. Ellos sabían. Dios, ¿el lo sabrá?. Se le formó un nudo en la garganta.
-¿Qué pasa preciosa? ¿Estás bien?- preguntó preocupado, ella movió su manos rápidamente-. Si si, no te preocupes, me dejé el día libre, Merari quiere hacerme de todo ese día desde la mañana- el trató de disimular su sonrisa-. ¿Qué trajiste? Huele riquísimo.
-Traje sushi, ven hay que cenar.
Ellos cenaron mientras el le hablaba sobre los problemas que hubo en su restaurante con algunos clientes, Yeri veía sus manos y gestos haciendo juego con su relato pero nada estaba entrando a su cabeza, perdida en sus pensamientos. Ella no se sentía ahí.
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disculpen si hay alguna falta ortográfica ;)) gracias por leer.
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when you know, you know. [crymua]
RomanceYeri y Edward son mejores amigos. Infancia, adolescencia y adultez repleta de recuerdos uno con el otro. Las amistades duran para toda la vida, y las relaciones amorosas no, o eso es lo que dicen. Y es cierto. ¿Verdad? ¿Por qué arriesgarse? ¿Merece...