Capítulo 1

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El día estaba nublado anunciando el cambio de clima, por fin el otoño le abrió pasó al frío invierno, la época favorita de Edward. Su abrigo y su café, hacían una mágica combinación con el viento helado de la ciudad de México, haciéndolo sentir una tranquilidad que no encajaba con el bullicio de la capital.

Después de su exitosa junta con unos escritores emergentes, salió a comer con unos compañeros, tratando de no pensar mucho en el mensaje de la pelirroja, habían desayunado juntos ayer y se suponía que iba a pasar por ella para comer hoy, pero ella le pidió que mejor hablaran en su departamento después de su trabajo, porque quería contarle algo muy importante.
Abrió el departamento de la pelirroja y la encontró sentada en una cómoda con sus audífonos.

-¿No vas a pararte a abrazarme, tonta?- ella lo miró sonriendo y saltó a abrazarlo, no se veían desde ayer pero aún así se habían extrañado, ellos ya no eran unos adolescentes para hacer pijamada cuando quisieran, ahora eran adultos, con responsabilidades y claro estaba que a veces era difícil juntarse, pero aún así ellos hacían hasta lo imposible para verse. Los brazos del más alto rodearon a Yeri, hundiendo su cara en el cuello, ella olía como todas las cosas favoritas en el mundo de Edward-. ¿Por qué llegaste tan tarde? Voy a tener que calentar la cena.

Ellos se separaron, y se dirigieron al comedor mientras Yeri calentaba la cena y el pelinegro le explicaba como Iván lo arrastró hacia una tienda de bebés y tuvo que ver por dos horas como lloraba por cada zapatito y ropita tierna que veía. Ellos eran los padrinos de ese bebe, se enteraron apenas hace una semana que Odetth estaba embarazada y ha sido una noticia que solo ha traído felicidad y alegría a la vida de todos.

-Gracioso como omitiste que tu también lloraste- le reprochó en tono burlón. El no tardó dos segundos en hacerse el desentendido-. Ni mientas Martinconi, estás todo rojo así que ni lo intentes- soltó las risas, y el ojiazul no tardó en contagiarse.

-Tengo la cajuela llena de cosas para bebes, no se en donde las voy a meter.

-No te juzgo, ya pedí como diez carritos de amazon- ambos se carcajearon y comenzaron a cenar-. Oye y que era lo importante que querías decirme- el pelinegro se inquietó un poco al ver como el semblante de Yeri se tornó serio-. Después de cenar te digo.

-Pero es algo malo o..- ella negó rápidamente-. No no, simplemente no quería decirlo por mensaje- el la miró aún más sospechoso-. No me estas tranquilizando- el era una reina del drama sin duda, la pelirroja solo puso los ojos en blanco mientras sonreía.

-Yaaa pobre perro, ponte a comer.

Ellos cenaron, olvidando el tema, hablando sobre sus amigos, familias, chismes, sus pláticas de siempre, no importa que, el hecho de pasar tiempo juntos ya era un momento de calidad, estaban tan en sintonía que a veces la conexión y la sensación de comodidad parecía irreal. Demasiado linda como para querer destruirla. Y ese era un peso que siempre estaba en sus mentes.

-¿Y bien? Escúpelo- vio como la pelirroja tragó saliva mientras tomaba lugar a su lado en el sillón. Yeri miró fijamente los ojos de Edward, tratando de no perderse nada en su rostro, sus manos estaban sudadas.

-Jorge me va a proponer matrimonio.

-Cómo es que...

-Lo encontré sin querer, buscaba en sus cajones una pluma, y encontré el anillo y la pluma obviamente- se rio nerviosamente, sin despegar la vista de Edward, esperando... ¿Esperando qué exactamente?

Pero nada. El solo sonrió. Y entonces lo supo. El ya lo sabía.

-¿Ya lo sabías pendejo?- no entendía porque le estaba temblando la voz-. Claro tonta, yo lo ayudé a escoger el anillo, ¿te gustó? fuimos...

when you know, you know. [crymua]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora