Una Estrella Fugaz

VI

Se pasan el resto de las semanas revolcándose en todas las superficies planas de la casa. En la habitación de los chicos, en el césped del jardín, en la encimera de la cocina cuando se aseguran que nadie puede verlos e incluso en el antiguo garaje de la casa terminan construyendo un pequeño refugio donde acaban de conocer partes que hasta el momento no conocen del otro.

-Me gustan tus ojos- le susurra Albus a Scorpius la noche del sábado. Los padres de ambos han bajado al pueblo, a visitar una pequeña verbena que se ha instalado allí ese fin de semana, durante esa noche la casa es solo de ellos. -Cuando te miro, siento que nado entre estrellas-

Albus está sentado en la cama de Scorpius con las piernas estiradas y la cabeza apoyada en el cabezal de la cama. Scorpius está acostado sobre él, fingiendo que lee, aunque en realidad está más concentrado en las manos de Albus masajeando su cabellera. -Dime más cosas bonitas- pide el rubio.

Albus resopla y le pega un estirón suave en el pelo, pero continúa diciendo -También me gustan tus pestañas, resplandecen con un tono dorado bajo la luz del sol- . Scorpius cierra los ojos y, mientras Albus habla, este acerca su nariz para rozar tiernamente los ojos del rubio, quien ríe ante el gesto del moreno. -Tu nariz también me gusta, tiene un aire de princesa- el rubio frunce la nariz en señal de protesta, pero se detiene cuando Albus continúa - Pero lo que más me gusta son tus labios- sus caras están tan juntas que se beben la respiración del otro -Me gusta como aprietas los labios cuando algo te molesta, o como los abres cuando estas sorprendido, y me parece realmente tierno que sonrías curvando los labios hacia abajo. Pero sin lugar a dudas, el premio se lo lleva lo blanditos que son y los soniditos que dejan escapar cuando te beso. 

-Parece que me miras demasiado- dice el rubio, si tan solo uno de los dos se moviera levemente podrían por fin besarse, pero ninguno da el paso.

-Nunca es suficiente-

A media noche los chicos salen al jardín de la casa con las manos entrelazadas, es el último fin de semana y todavía quedan muchas cosas que quieren hacer juntos.

Nadar en el lago de noche es una de ellas.

Entre cuchicheos y risas corren a por las bicicletas y recorren el camino hasta el lago contándose anécdotas de la vida del otro como de costumbre. Al llegar se despojan de la ropa y corren al lago sin pensarlo dos veces.

Bajo la luz de la luna Scorpius mira a su Albus con orgullo, ya no hay rastro del chico tímido que no quiso meterse el primer día al lago con él.

-¿Le han dicho alguna vez que es usted hermoso, señor Potter? -dados con picardía

-Oh cállate, imbécil - Albus se sumerge en el agua, cuando sale Scorpius ya no está por ninguna parte -¿Scorpius?, No tiene gracia, ¿dónde estás?

-Porque lo eres, hermoso quiero decir - dice a su espalda al salir de debajo del agua . Flota boca arriba como si fuera un nenúfar. -Eres la persona más especial que he conocido en mi vida, divertido, paciente, super hiper mega talentoso, ¿tu tía Hermione te había enseñado a tocar el dolor? Necesito que le pidas que me enseñe. No sabes jugar muy bien al fútbol pero no importa, es mejor, así te ganaré yo siempre, me gusta que seas curioso e inocente. También eres sensato, pero no lo digo como algo malo, sino como cuando aquel día que encontramos ese gatito en la orilla de la pradera y no quisiste que nos fuéramos hasta que viste con tus propios ojos que su madre regresó con él...ha. Pasado tanto en tan poco tiempo y yo estoy divagando otra vez. ¿Sigues ahí, Albus?

Albus está en medio del lago, sin moverse, solo observando a aquel muchacho tan especial que ha conocido ese verano. Podría no haberlo conocido, si le hubiera hecho caso a James y si hubiera quedado en casa con él organizando fiestas salvajes. O si se hubiera quedado con sus primos Fred y hugo en la madriguera. Es la persona con más suerte del mundo.