La primera noche: Bienvenidos a la casa más famosa de Argentina

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—Bienvenidos a la casa más famosa de Argentina.— Vociferó Santiago del Moro, la tribuna exaltada a gritos recibía al conductor. Los focos iluminaban la entrada, creando un halo de expectación que flotaba en el aire. Entre los concursantes que ingresaban uno por uno con nerviosismo y sonrisas forzadas, nadie sabía que dos destinos estaban a punto de cruzarse de manera inesperada.

Entre presentación y presentación de los concursantes, y a medida que iban ingresando a la casa, el ambiente se acaloraba entre los participantes que, exaltados, se recibían y hacían un tour por la casa. Primero, Manzana, con una energía incrédula de un niño, y Zoe, con una actitud creída, esperaban al siguiente en ingresar. La gran puerta del reality se abrió e ingresó un chico con camisa a rayas, tímido al principio pero decidido, camina por la pasarela y llega al recibidor de la casa, no puede creer que esté ahí. Los dos participantes ya llegados lo saludan calidamente. 

—¿Te muestro la casa?— Le preguntó Manzana. 

—Si, entremos.— Contestó Alan con una felicidad incontrolable. Nunca creyó llegar tan lejos. 

La llegada de más participantes continuó sorprendiendo a los espectadores. Isabel, la abuela no convencional, desafiando expectativas al entrar sin ropa interior. Lisandro, autodenominado "calentón", y Rosina, la uruguaya.

Mientras tanto, en el estudio, Santiago seguía recibiendo a los nuevos participantes. ¡Demosle la bienvenida a Martin! Anunció con entusiasmo. Por el pasillo de la tribuna ingresó un chico de grandes brazos, con orgullosa ascendencia china.  El conductor lo saludó e invitó a ingresar a la casa, sin antes despedir a su familia. Agarró la maleta y tomó el DiDi en camino a la casa, listo para sumergirse en la experiencia única. 

En la casa, los participantes, mientras se presentaban y conocían unos a otros, esperaban ansiosos y curiosos por el siguiente concursante. Hasta que finalmente, se abrió el portón.

Martín con una gran sonrisa se acercó a los demás participantes. —Io me lliamo— Dijo tímidamente, fingiendo no saber español para sorprender a sus compañeros. Logró su cometido, disfrutando de las expresiones confundidas.

— ¡JAJAJ, joda, me llamo Martín! — reveló, riendo ante la reacción de sorpresa de los demás. La casa estalló en risas y aplausos, mientras los concursantes asimilaban la humorística bienvenida de Martín. Alan, un poco alejado de los demás lo vió y algo se encendió dentro de él. Se acercó con un gesto amable y calido al recien llegado. 

— Soy Alan, bienvenido a Gran Hermano. — dijo con una sonrisa.

Martin estrechó la mano de Alan, agradeciendo la bienvenida. El ambiente se llenó de expectación mientras Martin se sumergía en la dinámica del reality. 

— Te muestro la casa, si querés, ya elegimos nuestras camas.— 

—Bueno, dale—  Respondió el chino. 

— Estoy muy nervioso, ¿sabés? digo, soy nuevo en esto, bueno vos tambien pero me entendés.— Alan no podía creer que haya dicho eso, no sabía por qué estaba tan nervioso. 

— No te preocupes — respondió Martín con una sonrisa tranquilizadora. — Todos estamos un poco nerviosos al principio, pero nos acostumbraremos. Además, ¡esto es una experiencia única! Dale, mostrame mi nuevo hogar.

Alan, con una mezcla de emoción y nerviosismo, asumió el papel de guía, llevando a Martín por la sala de estar, la cocina y finalmente, el pasillo que conducía a las habitaciones. Mientras recorrían los diferentes espacios, compartieron anécdotas y risas, tejiendo un vínculo que iba más allá de la mera convivencia en un reality.

— ¡Y aquí es donde pasaremos la mayor parte del tiempo! — Alan abrió la puerta de la habitación y dejó que Martín ingresara primero.

Martín asintió, agradecido por la hospitalidad de Alan. Comenzó a desempacar sus pertenencias, colocando cuidadosamente algunas fotos y recuerdos en la mesita de noche asignada. Alan observaba con interés, ansioso por conocer más sobre su nuevo compañero de casa.

— ¿Y vos, Alan? ¿Qué te trajo a Gran Hermano? — preguntó Martín mientras continuaba desempacando.

— Bueno, siempre me gustó el desafío y quería probar algo diferente. Además, quería alejarme un poco de la rutina del campo. — Alan respondió, consciente de que había mucho más que podía compartir.

Martín levantó la mirada con curiosidad, sus ojos encontrando los de Alan en un instante de conexión.

— Es increíble cómo la vida nos lleva por caminos inesperados, ¿no crees? — Martín sonrió, estableciendo un lazo más profundo.

— Viste, Martin, creo que esto es más loco de lo que imaginaba. — Alan sonrió tímidamente, jugueteando con sus manos.

— ¡Totalmente! — respondió Martin con entusiasmo, sus ojos brillando con energía. — Nunca pensé que estaría acá.

Alan observó a Martin por un momento, notando sus fuertes brazos, aunque trató de disimularlo. — ¿Y vos? ¿Qué te motivó a anotarte?

— Bueno, estoy acá para ganar, ¿no? — Martin rió suavemente. — Además, mi novia me convenció, así que acá estoy.

— Ah, tenés novia. — Alan asintió, pero una pequeña punzada de decepción se apoderó de él.

— Sí, no hace tanto tiempo. Pero vos también debés tener historias interesantes. Contame algo sobre vos. — Martin se sentó en la cama, mirando a Alan con curiosidad.

— Bueno, no terminé la secundaria, pero trabajo en el campo con mi viejo. — Alan habló con sinceridad. — Aunque, no sé, me parece que acá todos tienen algo más para contar.

Martin inclinó la cabeza, interesado. — ¿En serio? Seguro tenés mil anécdotas del campo.

— Sí, algunas. Pero no es tan glamoroso como acá. — Alan rió, tratando de quitarle importancia.

— Igual debe ser genial. — Martin le sonrió. — Y, ¿qué más me contás? ¿Algún hobby, alguna pasión?

— Bueno, me gusta ir al gimnasio cuando puedo. Pero vos... — Alan no pudo evitarlo y señaló con timidez hacia los fuertes brazos de Martin. — Supongo que ya te cuidás bastante.

Martin rió, encogiéndose de hombros. — Sí, un poco. Me gusta entrenar, mantenerme en forma. A parte, tengo dos gatas, ¡son re lindas!

— ¡Dos gatas! — Alan sonrió, sintiendo que la charla tomaba un giro más ligero. — Debe ser lindo llegar a casa y tener esos ronroneos esperándote.

— Sí, son mi alegría diaria. Pero bueno, quiero saber más de vos. — Martin le dedicó una mirada curiosa. — ¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?

— En mi tiempo libre... — Alan pensó por un momento. — Me gusta la tranquilidad del campo, pero acá la cosa es diferente. A lo mejor, empezaré a disfrutar de las locuras de Gran Hermano.

Los dos rieron, creando un vínculo más profundo en esa conversación que iba más allá de las presentaciones formales. Alan notó cómo Martin lo miraba, y en ese instante, el aire en la habitación cambió.

— Sabés, Alan, esto es más emocionante de lo que pensé. — Martin habló con suavidad, como si revelara un secreto.

— Sí, lo es. — Alan respondió, su corazón latiendo más rápido de lo normal.

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Esto No Es un Juego: GH - Alan Simone x Martín KuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora