La semana transcurrió con la inconfundible vibración que caracterizaba la casa de Gran Hermano. Aunque Hernán, el primer eliminado, dejó la casa al inicio de la semana, su ausencia aún resonaba en las paredes del lugar.
Alan se encontraba en su habitación, compartiendo sus reflexiones sobre la partida de Hernán con los demás chicos. La atmósfera era de introspección, como si estuvieran tratando de descifrar los mensajes que el público podría haberles enviado con esa primera eliminación.
—Hernán era un buen compañero. —Suspiró Alan, expresando la nostalgia y la reflexión que se apoderaban de todos.
—Sí, pero así es el juego, ¿qué le vamos a hacer? —añadió Axel, desde la otra punta de la habitación, resignado, mientras asentía con la cabeza.
—Bueno, bueno, que no decaiga el ánimo, gente, que esto parece un funeral —dijo Martín, aplaudiendo—. ¿Pinta sauna?.
La propuesta resonó en el aire, y todos asintieron con entusiasmo. Martín, con su característico liderazgo, condujo al grupo hacia el área del sauna. Al llegar, Martín abrió la puerta con un gesto teatral, invitando a todos a ingresar. La madera caliente y el vapor los envolvieron, creando un ambiente íntimo y relajado. El grupo se acomodó en los bancos, disfrutando del calor y la posibilidad de una conversación más distendida.
El sauna, ese rincón cargado de vapor y secretos, se convertía en un espacio de meditación y chismes en la casa de Gran Hermano. Todos los participantes sabían que si un grupo se reunía allí, algo se estaba maquinando. En esta ocasión, Martín, Axel y Alan disfrutaban del calor, dejando que sus cuerpos liberaran impurezas mientras compartían charlas sobre diversos temas.
La atmósfera del sauna estaba densa, Alan, sin poder evitarlo, observaba a Martín con admiración. Los músculos bien definidos de sus muslos y el torso desnudo no dejaban nada a la imaginación, capturando su atención de manera casi magnética. El aroma frutal que Martín llevaba consigo impregnaba el espacio, creando una experiencia sensorial que encantaba a Alan de una manera que no podía explicar completamente.
El calor del sauna no solo provenía de las piedras calientes, sino también de la tensión palpable entre los participantes. Martín, consciente de la mirada de Alan, decidía seguir la charla como si nada, mientras Axel le contaba sobre aquella vez que se escapó a Pinamar, mientras que dibujaba en el vapor sus impresiones y experiencias. Resultaba que el misionero era muy rebelde, contó que ese verano había tenido un amor intenso pero fugaz que además de que lo llevó a tomar decisiones impulsivas.
Alan, aunque sumergido en la conversación, no podía evitar que su atención se desviara de las historias de Axel para volver a posarse en Martín. La tensión, cargada de expectativas y misterio, se expandía en el pequeño espacio del sauna.
Axel continuaba su relato animado, riendo mientras las formas dibujadas en el vapor tomaban vida propia. Las anécdotas de escapadas y travesuras proporcionaban un alivio cómico.
Martín, siempre juguetón, contribuía con anécdotas propias, manteniendo una barrera de normalidad que desafiaba las corrientes subterráneas de emociones que fluían entre ellos. Alan, intentando seguir el juego, sonreía y asentía, pero sus ojos revelaban una curiosidad más profunda.
En un momento de pausa en la charla, Axel se giró hacia Alan.
—Che, Alan, ¿todo bien? Te veo muy entretenido con el paisaje del sauna —preguntó con tono jocoso.
Martín, captando el juego de Axel, soltó una risa suave, esperando la respuesta de Alan con interés.
—Nada, todo tranqui —respondió Alan con una sonrisa nervioso.
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Esto No Es un Juego: GH - Alan Simone x Martín Ku
FanfictionMartín entra a Gran Hermano con la convicción de ganar, pero su perspectiva cambia cuando conoce a Alan, un chico de Misiones con una camisa a rayas.