Capítulo III: "Nueva vida"

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A veces la felicidad se encontraba a la vuelta de la esquina, otras veces había que esquivar obstáculos para llegar a ella. Ese era el caso de Oda Sakunosuke. Su físico poco a poco recuperaba su bienestar, las heridas comenzaban a cicatrizar y ya no había hemorragias que alterasen su estabilidad. Todo parecía mejorar, más por dentro aún se sentía dañado y sin hallar una pronta cura a ese corazón que no paraba de sollozar.

―¿Cómo te sientes el día de hoy, Oda-kun?― Escuchó al psicólogo sentado a su izquierda. No podía ver qué expresión tenía en ese instante, pues sólo mantenía la mirada fija en sus manos aferradas a las sábanas blanquecinas.

―Bien.― Simplemente contestó.

El hombre licenciado soltó un corto suspiro y lo observó apenado. Si bien el pelirrojo no era alguien muy hablador, podía notar el profundo vacío y angustia que en su ser se hallaba, como si le hubiesen arrancado una parte de él de manera tan brusca que lo dejó incluso sin fuerzas para moverse casi por completo. Había comenzado a darle sesiones gratis en el hospital mientras se recuperaba, para así guiarlo a sobrellevar ese duro luto que había cumplido cerca de un mes.

―Ya pronto te darán el alta.― Se acomodó en la silla con una pequeña sonrisa. Ya había probado con hablar sobre los recuerdos que tenía junto a aquellos que se fueron, y ahora el futuro era el tema de conversación. ―Dime, ¿Qué será lo primero que harás al salir de aquí? Me dijo tu amigo, ese que siempre te viene a visitar, que te gusta mucho la literatura y la escritura.

―Así es.― Volvió a responder brevemente.

―Tienes mucha historia, Oda-kun, creo que podrías iniciar a escribir todo aquello que sientes.― El hombre dejó su bolígrafo de lado y enderezó su postura. ―Un diario íntimo, en el que incluso puedas agregar frases que te gusten o llenarlo de recuerdos, como los que contiene tu corazón. Recuerdos del ayer, del hoy y, tal vez, del mañana.

―¿Del mañana?― Repitió con duda, lento y en voz baja. ―¿Cómo es posible que hayan recuerdos del mañana si todavía no han sucedido?

―Todo aquello que creas que perdurará para el mañana, muchacho.― Le volvió a sonreír, esta vez con más amplitud. ―Como aquel chico amigo tuyo. Él es tu mañana, ¿No es así?

Aquellos ojos azulados carentes de brillo, finalmente se dirigieron hacia él, demostrando con ellos algo de sorpresa por lo dicho. Luego, fueron acompañados por una muy débil sonrisa.

Podría decirse que sí.

El psicólogo soltó una pequeña risa ante la repentina reacción del pelirrojo.

―Se nota que le tienes gran estima.― Se levantó del pequeño sillón, tomando un pequeño cuaderno desde adentro de su maletín para entregárselo. ―¿Quieres intentar agregar algo que luego me muestres en la próxima sesión?

Odasaku observó momentáneamente el objeto rectangular, para luego asentir aceptándolo entre sus manos. Al abrirlo, se encontró con todas las hojas completamente blancas, las cuales esperaban las experiencias plasmadas de su nuevo dueño.

―Lo haré.

―Bien.― Él palmeó su hombro con delicadeza y luego se dirigió a la salida. ―Terminamos por hoy.

―Que tenga buen día.

―Igual tú, muchacho.― Cuando abrió la puerta, pudo ver al dichoso joven de cabellos castaños aguardando pacientemente a un par de pasos de distancia. Se inclinó levemente en forma de saludo, mismo que fue devuelto como era de costumbre entre japoneses, y entonces se retiró sin más.

Osamu quería llenarlo de preguntas sobre toda la sesión, sin embargo, después de tanta insistencia, comenzó a respetar la confidencialidad que mantenía el profesional con su paciente como código de ética. Asique, sólo decidió por adentrarse a la habitación al momento de tenerlo permitido y esbozó una de sus mejores sonrisas al enfrentarse con la mirada azulada del otro.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2023 ⏰

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