Capítulo 03 - Vidas revueltas

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Alessandro

Me tomo casi una semana recomponerme. No sabía que el verla me iba desestabilizar de esa manera. Ahora que lo veo en retrospectiva y con la cabeza fría, creo que me equivoque. No debí de seguirla a la terraza, no debí de tomarla por los hombros e impedir que se fuera. No debí preguntarle desde cuando fumaba y tampoco debí de olerla y descubrir que ya no olía a lavanda, pero que el hecho de pensar de que olía a tabaco me volvía loco.

Las cosas cambiaron mucho. En ningún momento ella me pregunto algo de mí, salvo por quien era Hazel. Parecía que no le interesaba nada de mi después de tantas cosas compartidas. Sin embargo, lo entendía. Entendía que le destrocé el corazón y no tenía derecho a enojarme con ella por querer protegerse de la persona que la rompió. Nunca cansaré de decirme a mí mismo lo egoísta y cobarde que fui con ella. Ojalá haya dejado de amarme, lo que menos quiero es verla sufrir por mi culpa otra vez.

Domingo por la mañana y no tengo ganas de salir de la cama. He tenido una muy mala semana a raíz de encontrármela en el café. Durante toda la semana estuve pegado a Hazel y la razón era que estar con ella hacía que no pensara en Siena. Mi mente sabía que pensar en Siena estando con Hazel no era buena idea, y lo que menos quería era seguir sintiéndome de la misma manera a raíz de ese maldito reencuentro.

Me negué a que Hazel se fuera así que prácticamente vivimos juntos toda la semana, y ese domingo la sentí estirarse bajo las sábanas y voltear su cuerpo para quedar frente a frente. Yo estaba despierto y lo único que podía hacer era mirarla y preguntarme si tenía algo de lo que realmente estaba enamorado. Vi sus mejillas, su nariz, sus pestañas, su boca, sus cejas, su cabello. Vi en ella cosas que tal vez antes nunca había visto o que nunca les presté atención y me di cuenta lo mucho que me gustaba.

Pero tristemente, gustar no es lo mismo que estar enamorado. Y definitivamente no estaba enamorado de Hazel. Para mi mala suerte probablemente jamás me enamoraría de otra persona. Nunca iba a sentir lo mismo que sentía por Siena, y yo lo único que esperaba es que ella me olvidara. No tenía caso tratar de estar con ella sabiendo todo lo que le hice y que quizá nunca me iba a perdonar. Mejor seguir adelante y dejar que ella siga con su vida, como así debió ser desde el principio.

Hazel abrió los ojos y sonrió al ver que la estaba observando. No sabría explicar que paso después, pero nos quedamos un rato viéndonos. Creo que era la primera vez que pasaba esto entre nosotros. Pero lo que yo no sabía es que Hazel estaba por darme una lección.

—Tienes algo —me dijo aun adormilada.

—¿Algo de qué? —pregunté. Pasé uno de mis brazos por debajo de la sabana y la agarré de la cintura.

—Tus ojos, se ven extraños —dijo con la voz un poco más despejada.

—¿Extraños en qué sentido? —pregunté extrañado

—Hay algo que te atormenta. Tus ojos siempre tienen un brillo especial, nunca se apaga. Ahora como que se ensombrecieron —sus palabras se quedaron clavadas en mi cabeza. No dije nada. Sólo vi como salía de la cama y se iba a la ducha.

Hazel es psicóloga, y no sé si algo tenía que ver con eso. Pero me leyó el alma con tan sólo observarme unos minutos. Y ella tenía razón. Hay algo que me atormenta. Y no sólo me atormenta estando despierto. Lo hace también en mis sueños, incluso en las pesadillas. En las malditas canciones que hay en mi playlist.

Maldigo la hora en que la conocí, maldigo la hora en que me enamoré de ella, maldigo la hora en que la besé por primera vez, maldigo nuestra primera vez. Maldigo el día en el que me desperté deseando ser otra persona y mandar todo a la mierda.

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2023 ⏰

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