Capítulo 9

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Mis miedos se estaban intensificando, la desesperación me estaba invadiendo, me estaba carcomiendo la duda y la incertidumbre de saber sí él realmente era lo que él dijo que era, además; tenía la sensación de que algo iba a pasar, no sabía si sería bueno o malo, pero cabía decir que dicha sensación a la vez me intrigaba y al mismo tiempo me hacía temblar de miedo.

Miraba por la ventana con la respiración entrecortada, las manos me temblaban, veía a Dmitry quitarse la ropa y mientras lo hacía miré hacia la luna rogando porque nadie más que yo fuera testigo de lo que vería a continuación.

Entonces cuando menos me lo esperé... ese momento que tanto temía, que tanto rogué dentro de mi corazón que no pasara... estaba pasando.

Estaba tan sorprendida que por un segundo creí que me volvería loca, él no me mintió...

Él me dijo la verdad...

Comencé a llorar inevitablemente, pensando por un momento... un sólo momento en el que Dmitry me estaba mintiendo... creí que me mentía desde el fondo de mi corazón, creí que era un mentiroso. Pero resultó ser que él... decía la verdad. Nada más que la verdad...

Sentí la fuerte necesidad de salir y decirle que creía en él, pero mi pierna vendada aún no sanaba del todo, aunque no me había fracturado la pierna sí me había hecho un feo corte en ella.

Tomé el riesgo y me puse una cobija encima, tomé las muletas y las puse bajo mis brazos, caminé hasta la puerta y la abrí como pude, salí de allí casi corriendo con la posibilidad de que fuera a caerme, pero no me importó y llegué hasta la puerta que daba afuera de la cabaña.

Abrí la puerta y ahí estaba él...

Se estaba transformando en un lobo... la forma de su rostro, su cara, sus facciones e incluso el color de sus ojos estaban cambiando, sus dientes se habían vuelto más grandes y afilados como los de un perro. Él estaba en el suelo retorciéndose, ignorando el hecho de que yo estaba ahí con él, viéndolo cambiar de forma. Podía oír claramente el sonido de la nieve crujiendo, además de los quejidos de Dmitry sufriendo de metamorfosis.

Su cuerpo tenía pelo en todos lados, eran del mismo color que su cabello como humano. Cuando finalmente se dio cuenta de mi presencia comenzó a gritar o más bien rogando que entrara a la cabaña.

-¡Entra a la cabaña! ¡P-Podrí-ía-a... l-lasti-imart-te!-No tuve otra opción más entrar en la cabaña.

-No te lastimes...-Murmuré asustada. No sabía si me había escuchado pero algo me decía que me había escuchado. Entré a la cabaña subiendo los escalones con cuidado usando las muletas evitando caerme.

Al entrar por la puerta al mirar atrás ya no oía los quejidos y mucho menos el suave crujido de la nieve que era provocado por el cuerpo de Dmitry retorciéndose mientras se transformaba. Me quedé sentada en el suelo frío esperando a que él volviera, no quería que nada malo le sucediera. Algo muy dentro de mí quería que él estuviera bien y para ello debía quedarme y asegurarme.

Ni siquiera me tomé la molestia de cerrar la puerta, ni mucho menos me importaba el frío. El frío era el menor de mis problemas, ya que lo único que me importaba era que él regresara a salvo. Luego de unos minutos oí un aullido estremecedor que me hizo levantarme de golpe, supuse que era él y sonreí.

Me fui a la habitación a esperarlo. Esperar era lo único que podía hacer en ese momento. Logré llegar a la cama con algo de dificultad y me quedé sentada allí esperando a que él volviera.

No sabía cuánto tiempo había transcurrido cuando menos me di cuenta ya eran casi las 6 de la mañana. Seguía muy oscuro allá afuera y temía que algo malo le hubiese pasado, sin embargo estaba tan cansada que ya no pude más y terminé por quedarme dormida.

(***)

Luego de un rato escuché pasos y me desperté, salí de la habitación caminando lo más rápido que pude y ahí estaba él...

Sin nada de ropa por supuesto, tuve que cubrir mis ojos para no seguir viendo. Pese a lo que vi me sentí aliviada y tranquila de ver que Dmitry estaba sano y salvo. Mi corazón se calmó, mis miedos se apaciguaron y pude respirar aliviada.

Sin embargo; una extraña pero a la vez agradable estaba creciendo en mi corazón, era extraño y al mismo tiempo reconfortante. Aunque siendo sincera... no tenía ni idea de qué significaba esta sensación, pero... no se sentía nada mal.

-¿Estás bien?-Me preguntó Dmitry.

-S-Sí, es sólo que...—Señalé su desnudez con los ojos aún cubiertos. Lo oí reírse con algo de vergüenza y escuché como salió corriendo para después volver.

-Listo, lo siento. Estoy acostumbrado a siempre estar solo, muy rara vez hay alguien viene a la cabaña. Me disculpo.-Habló muy avergonzado.

-No te preocupes, lo entiendo. Aunque... siendo honesta si fue incómodo.

-Puedes dejar de cubrir tus ojos.

Quité las manos de mis ojos y me sentí aliviada al verlo vestido con un pantalón y una camisa negra de mangas largas.

-Me voy a descansar...

-Espera...-Me detuvo. Fue hacía a mí y me levantó del suelo cargándome en sus brazos.-No debes caminar estando aún herida.

Me llevó cargando hasta la habitación, durante el trayecto; pude sentir la calidez en su reconfortante pecho, oía los latidos de su corazón que me hacían sentir segura y tranquila, los latidos de su corazón eran relajantes y cálidos con sólo escucharlos me hacían sentir sueño, en momentos cerraba los ojos y luego los volvía abrir.

Esta sensación era inexplicable pero a la vez me intrigaba este hecho, no sabía por qué pero... algo me decía que apenas era comienzo de una extraña y extraordinaria amistad entre Dmitry y yo.

CLARO DE LUNA I: LUNA LLENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora