2. El príncipe y la Elegida

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¿Te acuerdas de mí? Probablemente Adeline y Alba escribieron algunas cosas terribles sobre mí (especialmente Adeline)

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¿Te acuerdas de mí? Probablemente Adeline y Alba escribieron algunas cosas terribles sobre mí (especialmente Adeline). Yo era el príncipe que le escupió a Adeline, el que hizo el trato con ella para que acompañara a Alba durante el viaje para salvar al mundo y bueno, también fui quien recluyó a Alba por su propio bien ¿Me tienes algo de odio? Yo también me odio, no te preocupes ¿No entiendes por qué ahora estoy narrando yo? Pues somos dos.

¿Por dónde comenzar a escribir? Creo que empezaré un par de semanas después de el no fin del mundo, 2 semanas después de encontrar a Alba inconsciente y viva, de llevarla al castillo.  Como todos los días desde que la había captado, le llevé el desayuno personalmente.

—Buenos días. —dije entrando a la habitación. 

—¿Qué tienen de bueno? —respondió ella.

Ignoré su comentario.

—Te traje varias cosas para que elijas: postres, panes, mermeladas y hasta ensaladas —dije mostrándole la bandeja.

Ella me quitó la bandeja y botó todo lo que tenía.

—Te había dicho que no quiero comer, menos algo que me traigas tu.

Respiré profundo. Ya me estaba acostumbrando a sus malos tratos y palabras hirientes, pero no por eso dolía menos.

—Alba, debes comer algo, sé que estás enojada conmigo, pero con esto solo te perjudicas a ti misma, solo te vuelves más débil ¿Acaso quieres morir y que el sacrificio de esa chica no haya servido para nada? —traté de hacerme entender.

En apenas unos segundos ella ya me tenía afirmado de la camisa y acorralado contra la pared.

—¡No vuelvas a hablar de ella! No finjas que su muerte o su existencia en algún momento te importó. No finjas que yo te importo o que algo en este reino lo hace, a ti no te importa nadie más que tú mismo —me gritó enojada.

La observé. Sus ojos estaban rojos y humedos, su piel aún más palida que en la normalidad y su cabello estaba desordenado y lleno de nudos, se veía casi salvaje. Parecía tan distante a la pulcra Elegida que había dejado el palacio hace un mes.

—Su muerte no fue culpa mía, no busques culpables solo para intentar conseguir algo de paz, no fue culpa de nadie —intenté explicarle—. Y obviamente tu me importas, por algo te tengo aquí, te estoy cuidando.

Alba me soltó.

—Siempre has sido un buen mentiroso, pero creía que yo era la excepción a tus mentiras, pero no.—Sonrió de una manera extraña— A ver si con esto que te digo, te vas por fin y huyes como el cobarde que eres.

—Alba…

—¿Por qué nunca me dijiste nada? Esta bien, podría llegar a entender que no buscaras una solución a la profecía, tal vez pensabas que no existía ninguna, yo también creía eso, pero no logro entender porque nunca me contaste que tu sabías que yo debía morir. Desde pequeña, cargué con el peso de que a los 19 años moriría o si no el mundo se destruiría y que nadie se podía enterar de eso, tal vez no podrías haber solucionado nada, pero me podrías haber acompañado en el dolor ¿También sabías lo que el rey me obligaba a hacer? —Su voz se rompió— ¿Sabías que tu padre me obligaba a matar para entender mis poderes? Decía que eran gente mala, que se lo merecían, yo intentaba convencerme de ello, pero cada vez dudo más de ello.

La no Elegida y la luna de sangre (Libro 1 y 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora