Lo único que pude hacer es tomar todo el vino de mi copa y volver a servir más.
— Si te sientes presionado hazmelo saber, es lo que menos quiero ahora... — tomé más vino. — Acepto todo tipo de respuesta, hasta golpes. No me importa si con eso te sientes bien...
— Tom. — toqué su mejilla. — Quiero darles un hogar sano a nuestros hijos, ¿está bien?
— Lo tienen gracias a tí.
Sonreí cavizbajo.
— Ay, Tom. — volví a acabarme la copa de vino y la dejé de lado. Lo tomé por los hombros e hice que nuestros labios se unan.
Creo que esto es lo que estaba esperando para decidir completamente.
— ¿Crees que tú y yo podamos..? — tragué saliva sintiendo mi corazón latir con mucha fuerza en mi pecho. — Quiero... volver a ser tu esposo, Tom.
— Billie. — me besó con una sonrisa que no podía ocultar.
— Solo no quiero más sufrimiento o infidelidades... la palabra hogar sano va en todo su significado, Tom. — acaricié sus mejillas, apegué mi frente a la suya y dejé salir todo el aire acumulado de mis pulmones. — ¿No te da alegría verlos felices? A mi me encanta y me llena de emoción ver lo felices que se pusieron al vernos juntos...
— Lo sé. — musitó. — Amo verlos felices, Bill, y quiero enmendar mi jodido error demostrandote nuevamente que no lo volveré a hacer.
Y le creí...
— ¿Quieres ser mi esposo otra vez, Tom? — levanté mi mano mostrandole los tres anillos de mis dedos.
El de nuestro noviazgo, la "T" en casa de uno de nuestro amigos y el oficial de matrimonio.
— Quiero ser tu esposo otra vez, Billie. — también levantó sus dos anillos. "B" y el de matrimonio.
Nunca se los quitó por más que haya estado con Heidi y eso me ponía un poco más seguro.
— Sabes... estoy pensando nuevamente en hacerme pruebas y tomar el tratamiento necesario para tener un bebé, sobre todo que sea una niña...
— Saldría preciosa como tú. — sonreí volviendo a besarlo. Tenía esperanzas de esta vez criar a nuestro bebé juntos. Me mataban las ganas de verlo en esas situaciones.
— Espera...
— ¿Qué?
— ¿Qué va a pasar con Heidi?
— Le he dejado la casa para ella. — hizo una mueca. — Me dijo que le dolía enteramente pero que se alegra de que vuelva a ser feliz y hacerte feliz... quedamos como amigos.
— Ah, okay... — en mi boca se formó una línea recta.
— Renunció al trabajo y al parecer volverá a Berlín para recuperar a sus hijos.
— Eso es bueno. — acaricié su mejilla.
Ahora sentía pena por ella...
— ¡Niños! ¡Es hora de comer! — los pasos de ambos como si fuera temblor me hicieron reir divertido.
— ¡Papito!
— ¡Papito!
— Hola, preciosos. — los abracé a ambos y repartí besitos dulces.
— ¿Ya no estás molesto?
Negué mientras reía.
— Super.
— ¿Ya se hicieron esposos otra vez?
— Sí. — comentó Tom emocionado. — Oye, cariño...
Volví a sentir mi corazón latir con fuerza.
— Dime...
— Los niños me comentaban que ya quieren tener sus habitaciones para ellos solos, ¿será posible ocupar la habitación de huespedes?
— La que queda al lado de la de ellos. — sugerí. — Está bien, no tengo problema.
— ¡Yo quiero que pinten mi habitación de rosita, papi! Y todo de rosado, ¡como barbie!
— ¡Y yo quiero mi habitación de color azul! También una cama de rayo MCqueen y ¡todo de super herores!
El fin de semana habría minga familiar.
Que emoción.
De la nada comenzó a sonar música de mariachis. Los cuatro nos levantamos con curiosidad para espiar por la ventana. Era Paul con una botella de licor y unos mariachis dedicandome canciones casi cayendose de borracho.
— Vayan a sus habitaciones. — los mellizos salieron corriendo obedientes. — Tú quedate aquí, Tom.
— ¿Ese es tu novio? — comentó con tono burlón.
— ¡No! — salí a pasos largos mientras ordenaba mi melena negra hacia atrás. Salí y cerré un poco la puerta. Me crucé de brazos esperando a que los marichis terminen de cantar para poder hablar.
"Si te fallo te pido perdón de la única forma que se... abriendo las puertas de mi corazón..."
Y ¡saz!
De la nada cayó un chorro de agua directo a Paul salpicando a los mariachis y un poco a mí. Tapé mi boca con ambas manos con susto.
Por las risas que comenzaron a salir ya sabía obra de quienes eran.
— ¡Largo de nuestra casa, Paul!
— ¡No eres bienvenido!
— ¡Joder, Bill! Tus hijos... ¡agh! — rompió la botella molesto.
— Nosotros nos vamos. — los mariachis comenzaban a recoger sus cosas para meterlas en su auto e irse.
Paul comenzaba a acercarse medio amenazante hacia mi pero se detuvo en seco mirando a mi detrás. Las manos de Tom se posaron en mis hombros haciendome caricias.
"uno siempre vuelve a donde fue feliz..."
— ¿B- Bill? — tartamudeó y parpadeó repetidas veces.
— Amigo, vete. Por favor. Estás armando un escandalo en la casa de mi esposo y no me gusta.
— Paul, por favor... — pedí de buena manera.
— ¡Vete, Paul o te volvemos a dar un baño!
— ¡Pero esta vez con las orinas de los perros!
Dios mío.
Paul dió media vuelta para irse. Tom hizo que entre a casa para luego cerrar la puerta. Vi bajar a los mellizos con picardía chocando los cinco y reir con ganas. Tom y yo estabamos serios mirando a ese par.
De la nada empezamos a reirnos los cuatro de la travesura que hicieron.
Paul lo tenía bien merecido porque era un terco, le hablé con la verdad desde el inicio y no quería entender. Estaba empeñado en hacer realidad mi divorcio con Tom y no. Me propuse no divorciarme nunca de él y él nunca de mí.
Porque sé que me ama y bajo toda esa traición debe existir una razón más profunda para haberlo echo.
— Ya, dejandose de bromas. — todos nos pusimos serios. — No deben hacer eso a las personas por más mal que les caiga, ¿sí?
— Sí, papi. — se acercaron para darnos un abrazo grupal con fuerza. Tom y yo nos dimos un besito a escondidas de ellos.
Después de ese increible abrazo nos pusimos a ver programas en la tele, ellos en el suelo junto con los perros y el gato. Nosotros estábamos abrazados en el sofá con mi cabeza arrimada en su hombro y las manos juntas.
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𝑰𝒕'𝒔 𝑩𝒊𝒍𝒍𝒊𝒆 𝑭𝒖𝒄𝒌𝒊𝒏𝒈 𝑩𝒊𝒕𝒄𝒉 4
Fanfic¿Por qué? ¿En qué fallé si traté de darte lo mejor de mí? ¿Qué hice mal? Nunca fui un mal esposo...