V E I N T I T R E S

326 61 60
                                    

Lo único que pude hacer es tomar todo el vino de mi copa y volver a servir más.

— Si te sientes presionado hazmelo saber, es lo que menos quiero ahora... — tomé más vino. — Acepto todo tipo de respuesta, hasta golpes. No me importa si con eso te sientes bien...

— Tom. — toqué su mejilla. — Quiero darles un hogar sano a nuestros hijos, ¿está bien?

— Lo tienen gracias a tí.

Sonreí cavizbajo.

— Ay, Tom. — volví a acabarme la copa de vino y la dejé de lado. Lo tomé por los hombros e hice que nuestros labios se unan.

Creo que esto es lo que estaba esperando para decidir completamente.

— ¿Crees que tú y yo podamos..? — tragué saliva sintiendo mi corazón latir con mucha fuerza en mi pecho. — Quiero... volver a ser tu esposo, Tom.

— Billie. — me besó con una sonrisa que no podía ocultar.

— Solo no quiero más sufrimiento o infidelidades... la palabra hogar sano va en todo su significado, Tom. — acaricié sus mejillas, apegué mi frente a la suya y dejé salir todo el aire acumulado de mis pulmones. — ¿No te da alegría verlos felices? A mi me encanta y me llena de emoción ver lo felices que se pusieron al vernos juntos...

— Lo sé. — musitó. — Amo verlos felices, Bill, y quiero enmendar mi jodido error demostrandote nuevamente que no lo volveré a hacer.

Y le creí...

— ¿Quieres ser mi esposo otra vez, Tom? — levanté mi mano mostrandole los tres anillos de mis dedos.

El de nuestro noviazgo, la "T" en casa de uno de nuestro amigos y el oficial de matrimonio.

— Quiero ser tu esposo otra vez, Billie. — también levantó sus dos anillos. "B" y el de matrimonio.

Nunca se los quitó por más que haya estado con Heidi y eso me ponía un poco más seguro.

— Sabes... estoy pensando nuevamente en hacerme pruebas y tomar el tratamiento necesario para tener un bebé, sobre todo que sea una niña...

— Saldría preciosa como tú. — sonreí volviendo a besarlo. Tenía esperanzas de esta vez criar a nuestro bebé juntos. Me mataban las ganas de verlo en esas situaciones.

— Espera...

— ¿Qué?

— ¿Qué va a pasar con Heidi?

— Le he dejado la casa para ella. — hizo una mueca. — Me dijo que le dolía enteramente pero que se alegra de que vuelva a ser feliz y hacerte feliz... quedamos como amigos.

— Ah, okay... — en mi boca se formó una línea recta.

— Renunció al trabajo y al parecer volverá a Berlín para recuperar a sus hijos.

— Eso es bueno. — acaricié su mejilla.

Ahora sentía pena por ella...

— ¡Niños! ¡Es hora de comer! — los pasos de ambos como si fuera temblor me hicieron reir divertido.

— ¡Papito!

— ¡Papito!

— Hola, preciosos. — los abracé a ambos y repartí besitos dulces.

— ¿Ya no estás molesto?

Negué mientras reía.

— Super.

— ¿Ya se hicieron esposos otra vez?

— Sí. — comentó Tom emocionado. — Oye, cariño...

Volví a sentir mi corazón latir con fuerza.

— Dime...

— Los niños me comentaban que ya quieren tener sus habitaciones para ellos solos, ¿será posible ocupar la habitación de huespedes?

— La que queda al lado de la de ellos. — sugerí. — Está bien, no tengo problema.

— ¡Yo quiero que pinten mi habitación de rosita, papi! Y todo de rosado, ¡como barbie!

— ¡Y yo quiero mi habitación de color azul! También una cama de rayo MCqueen y ¡todo de super herores!

El fin de semana habría minga familiar.

Que emoción.

De la nada comenzó a sonar música de mariachis. Los cuatro nos levantamos con curiosidad para espiar por la ventana. Era Paul con una botella de licor y unos mariachis dedicandome canciones casi cayendose de borracho.

— Vayan a sus habitaciones. — los mellizos salieron corriendo obedientes. — Tú quedate aquí, Tom.

— ¿Ese es tu novio? — comentó con tono burlón.

— ¡No! — salí a pasos largos mientras ordenaba mi melena negra hacia atrás. Salí y cerré un poco la puerta. Me crucé de brazos esperando a que los marichis terminen de cantar para poder hablar.

"Si te fallo te pido perdón de la única forma que se... abriendo las puertas de mi corazón..."

Y ¡saz!

De la nada cayó un chorro de agua directo a Paul salpicando a los mariachis y un poco a mí. Tapé mi boca con ambas manos con susto.

Por las risas que comenzaron a salir ya sabía obra de quienes eran.

— ¡Largo de nuestra casa, Paul!

— ¡No eres bienvenido!

— ¡Joder, Bill! Tus hijos... ¡agh! — rompió la botella molesto.

— Nosotros nos vamos. — los mariachis comenzaban a recoger sus cosas para meterlas en su auto e irse.

Paul comenzaba a acercarse medio amenazante hacia mi pero se detuvo en seco mirando a mi detrás. Las manos de Tom se posaron en mis hombros haciendome caricias.

"uno siempre vuelve a donde fue feliz..."

— ¿B- Bill? — tartamudeó y parpadeó repetidas veces.

— Amigo, vete. Por favor. Estás armando un escandalo en la casa de mi esposo y no me gusta.

— Paul, por favor... — pedí de buena manera.

— ¡Vete, Paul o te volvemos a dar un baño!

— ¡Pero esta vez con las orinas de los perros!

Dios mío.

Paul dió media vuelta para irse. Tom hizo que entre a casa para luego cerrar la puerta. Vi bajar a los mellizos con picardía chocando los cinco y reir con ganas. Tom y yo estabamos serios mirando a ese par.

De la nada empezamos a reirnos los cuatro de la travesura que hicieron.

Paul lo tenía bien merecido porque era un terco, le hablé con la verdad desde el inicio y no quería entender. Estaba empeñado en hacer realidad mi divorcio con Tom y no. Me propuse no divorciarme nunca de él y él nunca de mí.

Porque sé que me ama y bajo toda esa traición debe existir una razón más profunda para haberlo echo.

— Ya, dejandose de bromas. — todos nos pusimos serios. — No deben hacer eso a las personas por más mal que les caiga, ¿sí?

— Sí, papi. — se acercaron para darnos un abrazo grupal con fuerza. Tom y yo nos dimos un besito a escondidas de ellos.

Después de ese increible abrazo nos pusimos a ver programas en la tele, ellos en el suelo junto con los perros y el gato. Nosotros estábamos abrazados en el sofá con mi cabeza arrimada en su hombro y las manos juntas.

𝑰𝒕'𝒔 𝑩𝒊𝒍𝒍𝒊𝒆 𝑭𝒖𝒄𝒌𝒊𝒏𝒈 𝑩𝒊𝒕𝒄𝒉 4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora