Capítulo 2

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HAILEY
"¿Habéis oído que han abierto una cafetería en el comedor?" dijo Katherine por el grupo de WhatsApp. "¿Por qué no probamos un café allí? Quedamos a las 11:15."

Hailey leía el mensaje por debajo de la mesa y sin escuchar al profesor. Realmente no importaba porque nadie estaba haciendo nada. Básicamente Cristhine estaba perdiendo el tiempo allí, hasta sería mejor irse a tomar el té de la mañana en la sala de profesores o algo.

Sonó la campana y salieron todos de clase en masa. Hailey recogió tranquilamente y se dirigió al comedor. Había un pequeño hueco a parte con una puerta en el que antes ponía: obras. Ahora ese cartel había cambiado a "cafetería" y mucha gente entraba y salía. Dentro era más grande que por fuera. Todo estaba nuevo y los azulejos verde lima relucían. Tenía seis mesas redondas azules en las que cabían cinco personas, sillas con ruedas y del mismo color que las mesas, una gran y larga barra como la de las panaderías, con un cristal a través del cual se veían apetitosos bollos de crema, nata, chocolate...; una nueva cocinera que estaba sirviendo café en la barra y un horno que calentaba pan en su interior. Era como si el asqueroso y deprimente comedor del Instituto tuviese al fin comida deliciosa. ¿Por qué no servirían eso todos los días? O, ¿por qué no cambiaban también el comedor? Entonces las plazas del Instituto estarían llenas y todo sería mejor. Pero claro que no iban a gastar dinero para algo de lo que no estaban seguros 100%.

Hailey y sus amigas se sentaron en una mesa cercana a la barra y Katherine tomó nota de lo que cada una quería. Leyó el cartel que había en la pared, donde decía las cosas que se podían pedir y cuánto costaban.

-¡Desde luego que quieren sacar dinero de todas partes!- se quejaba Mirella.

-Yo quiero un brownie.

-Pues comparte un poco.

-Es mi dinero y hago lo que quiero. Os buscáis la vida.

Mientras sus amigas se peleaban por el egoísmo de Anaís, Hailey observó detalladamente cada punto de la nueva cafetería: todo estaba nuevo y relucían los azulejos. Al fijarse en la puerta se dio cuenta de que alguien entraba por ella. Reconoció de inmediato al chico más popular del Instituto, pálido, siniestro y guapo: Xabier.

Él se dirigió a la barra, se echó el flequillo a un lado y pidió algo que le trajeron enseguida: un café. Se sentó en una mesa próxima a la de Hailey y comenzó a bebérselo ante la atenta mirada de ella. Se manchó de café el labio superior y se relamió mostrando unos colmillos más largos de lo normal. Ella agudizó la vista para saber si esos colmillos eran producto de su imaginación, pero no.

"No me había fijado. ¿Cómo es posible que tenga unos colmillos tan largos?" se preguntaba.

-¡Hailey!- La sobresaltó Mirella.- ¿Otra vez sin prestarme atención? ¡Sabes que me molesta mucho!

-Lo siento de veras pero...

-El nuevo te tiene loquita, ¿eh?- le preguntó Katherine con un tono pícaro.

Todas se rieron, dejándola en evidencia.

Hailey llegó a casa sin saber en qué pensar para olvidarse de Xabier. Cada vez que cerraba los ojos vislumbraba la imagen de Xabier en la cafetería relamiéndose, mostrando esos colmillos. Le daba muchas vueltas, demasiadas vueltas. Su madre, su padre y su hermano pequeño le preguntaban constantemente en qué pensaba y ella respondía lo mismo: "nada". Se encerró en su habitación evitando más preguntas y cogió el móvil para buscar en Instagram un usuario que se llamara Xabier Black o algo así. Quería asegurarse de que no veía cosas. Había un montón de gente que se llamaba así, pero ninguna foto de perfil era comparable con él. Siguió bajando usuarios hasta dar con uno que ponía: "Xabier Black, Instituto Mallcrow", tenía de foto de perfil un murciélago lamiendo la sangre de lo que parecía una figura humana que no se veía bien. Más abajo ponía que era privado y había escrito más: Xabier Black, Instituto Mallcrow. Edad: inmortal. Comida favorita: tú. Sólo sigo a almas perversas."

-¿Qué?- dijo en voz alta Hailey sin poder evitarlo.

Leyó varias veces lo mismo y miró los seguidores: tres. Al lado ponía el mismo número de seguidos. 

"¿Tan pocos seguidores, en serio?" se extrañó. Segundos después se percató de que había otro contador que no le salía a nadie más que ponía: "quieren seguir". Ahí contaba un millón de usuarios, un chiste para ella.

"Está tan bueno que tiene un contador para los que le quieren seguir."

Vaciló un momento antes de seguirle y de guardar el móvil. Iba a hacer lo que fuera para acabar con ese misterio que ocultaba.

-¡Hailey!- chilló su madre desde el piso de abajo, sobresaltándola.- ¿Has hecho las ecuaciones?

Hailey suspiró al recordar que todavía no había hecho los deberes de matemáticas. Consistían en diez ecuaciones de tercer grado y a ella se le daban fatal, por más que lo intentaba pensaba que estaba perdiendo el tiempo por no entenderlas, por lo que no pudo investigar más.

El amor muerde(pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora