III

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— ¡Gojo, no acoses a tu compañera! — Intervino Utahime de un movimiento tomando desprevenido al albino y a su acompañante lanzándolo hasta el suelo en un fuerte impacto en el cual sólo una de las dos partes se vió más afectada que la otra.

— Uh... — musitó Ieri con pesar hacia su amiga, ella fue quién se llevó lo peor del impacto.

— Entiendo el sentimiento, pero eso es rudo incluso para mí — articuló Geto masajeándose el cóxis en memoria mientras hacía una mueca ante la escena.

(Nombre) se encontraba estampada de rostro contra la tierra como una hormiga recién aplastada por un zapato, sobre ella se encontraba el cuerpo en trance de Satoru el cuál recibió la patada de la recién llegada en la cabeza, dejándolo aturdido. Sobre ellos se encontraba Utahime victoriosa en posición de héroe, colocando su pie izquierdo en las vértebras centrales del albino y el talón derecho sobre la cabeza de este mismo.

Los dos estudiantes de primer año presenciaron la escena en perturbación, era como ver una estatua hecha en honor de algún guerrero.

— ¿Eh, Shoko? — dijo la pelinegra notando la presencia de la castaña — ¡Shokooo! — levantó su mano en saludo acercándose para abrazar a la joven del cigarrillo, bajándose del mareado cuerpo de Satoru, no sin antes pisotear con fuerza para tomar impulso, logrando que la pequeña hormiga debajo del peliblanco soltara un quejido.

— ¡Suguruuuuuu! — lo llamó (Nombre) escupiendo la tierra que se metió en su boca al impactar sin aviso contra el césped — ¡Quítame a este de encima! — gritó con molestia sacando la cabeza como pudo.

— Yendo — respondió Geto rápidamente alejando el cuerpo del albino, liberando por fin la espina dorsal de la más liviana, soltando esta un suspiro, pensando de qué manera el uniforme lo hacía ver tan flacucho si era tan pesado.

Ayudada por un Suguru que lanzó el cuerpo de Gojo sobre una rama, se puso de pie sacando la lengua sintiendo todavía el sabor a hojas impregnado en sus papilas. Irritada llevó su mirada a todas partes en busca de una persona en específico.

— ¡Tú! — señaló la fémina a la joven que se encontraba abrazando cariñosamente a Shoko — ¡Dame una explicación ahora mismo, o te dejaré sin cabello! ¡Arrancaré tus folículos capilares uno a uno! — exigió la más baja acercándose furibunda.

— ¿Eh? — Utahime parpadeó varias veces intentando asimilar sus palabras — ¡Shoko! ¡¿Qué significa eso?! — le preguntó a la castaña separándose de ella para verla a los ojos.

— Que te dejará pelona, quitándote el cabello hebra por hebra — respondió tranquilamente desprendiéndose de su cigarrillo.

— ¡¿Qué por qué?! ¡Yo intentaba ayudarla! — Utahime frenética sacudió el cuerpo de la menor.

— Dile eso a la fiera — contestó Shoko señalando a la pequeña bestia que era su mejor amiga.

— (Nombre), cálmate — pidió Geto colocando su mano sobre el hombro ajeno — No es de buena educación intimidar a los más débiles — entrecerró los ojos lastimero.

— ¡Tú cállate! — habló la anteriormente mencionada volteándose para dirigirle una mirada fulminante.

— ¿A quién le dices débil? ¡Réspetame! — con molestia se acercó Utahime al pelinegro sin notar que en su accionar también quedaba a pocos metros del pequeño demonio que era (Nombre) en ese momento.

— ¡Justo aquí te quería! — los ojos de la joven brillaron acercándose al cuerpo de la chica frente a ella, soltándose del agarre de Geto el cual rápidamente desapareció del área.

Una ráfaga de aire levantó las hojas bloqueando la vista de Utahime haciéndola entrecerrar sus ojos al sentirlos picar, sin saber qué sucedería retrocedió quedando a milímetros de los dedos de la más baja, la cual había sido detenida por una palma que se posó sobre su frente frenándola. Pensó en reclamar a la persona que frustró su accionar hasta que escuchó una voz que conocía a la perfección.

— Ya no llores, Utahime — la molestó Gojo — estás lejos del rango de peligro — le sacó la lengua aguantándose la risa.

— maldi- — dispuesta a enfrentarlo la pelinegra habló nuevamente en tono de reclamo hasta que una voz se sobrepuso sobre la de ella.

— ¡Suéltame, Gojo! — la voz enfurruñada de (Nombre) vibró en el cuerpo del más alto — ¡Vamos, suéltam- — intentó seguir avanzando sin éxito moviendo sus brazos hacia adelante como si de un zombie se trátase.

La fémina creyó haberse alejado al sentir su cuerpo moverse, sin embargo, este rotó en la dirección contraria llevándola hasta el pecho de Satoru en un nuevo abrazo, con la diferencia de que esta vez se encontraba privada de la vista al tener el tórax ajeno frente a su rostro.

— Ya pasó, tranquila — el albino habló suave y pacífico permitiendo que sólo ella le escucháse — Si prometes no convertirte en homicida, te compraré las limonadas que quieras para que dejes de sentir el sabor a tierra que seguro tienes — la apaciguó logrando que esta detuviera su movimiento.

Creyendo haber logrado su cometido de enjaular nuevamente a la fiera que residía dentro de su compañera cuando se enfadaba, el peliblanco aflojó su agarre por instantes, cosa que la fémina aprovechó para apartarse del aroma a loción que invadía sus fosas nasales al estar atrapada sobre el pecho del contrario.

Temblorosa levantó su vista sintiendo sus orejas calientes dejando ver sobre sus mejillas un leve sonrojo casi imperceptible para la vista humana, pero que no pasaría desapercibido por los ojos de Satoru, esto lo hizo sonreír un poco.

Quizás si tenía oportunidad.

— No me abraces más — colocó sus manos en señal de alto alejándose del perímetro en el cual Gojo podría atraparla nuevamente — ¡para empezar esto fue tu culpa! — le reprochó casi en berrinche — ¡Me voy, en esta área mi vida peligra! — culminó comenzando a correr en dirección a la pista de atletismo donde entrenarían.

— ¡(Nombre)!, ¡Utahime quiere disculparse! — le avisó Suguru usando su mano como megáfono para hacer sonar más fuerte su voz.

— ¡Dile, que está bien! ¡Que la perdono! — gritó ella por última vez para técnicamente escapar de la escena.

— Ya la oíste — habló nuevamente Geto girándose hacia Utahime.

— Es un alivio — les hizo saber ella, sujetándose el cuello como si se liberara de alguna carga.

— ¿Y a mí no piensas pedirme disculpas? — le cuestionó Gojo con fingida inocencia.

— A ti que te perdone Dios, si quiere — contestó Utahime haciéndole saber que nunca de los nunca le pediría disculpas marchándose por fin del lugar ingresando nuevamente al edificio.

Dejando de esa manera en solitario a los tres jóvenes restantes de primer año, los cuales emprendieron camino en la dirección por la cual se había ido, o más bien huido, su otra amiga.

Be my girlfriend! || Gojo Satoru x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora