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Mi vida siempre estuvo involucrada con la muerte, desde que tuve un año de vida. No tuve tiempo de ser feliz... no hasta que lo conocí.

Crecí con mi padre ausente y mi madre muerta. Las pocas conversaciones que tuve con mi padre, no sé si puedan llamarse conversaciones, se basan en gritos, insultos, malas miradas, a veces ni una sola mirada, todas girando en torno a que, en pocas palabras, arruine su vida.

Cuando lo perdí... de nuevo perdí la poca felicidad que descubrí que podía tener. En ese aspecto mi padre y yo nos parecemos.

Los dos basamos nuestra felicidad en una persona, y la perdimos. Muy mediocre de nuestra parte, pero éramos felices, al menos lo fuimos.

No solo perdí personas, perdí mi niñez, mi brillo; si es que alguna vez tuve uno, perdí mi risa, me perdí a mi.

Y es entonces cuando lo único que me queda y a lo que me aferro de una forma exagerada, es odiarme.

Porque ¿Cuando lo pierdes todo, qué otra cosa te queda?

Y estar en esta situación con el pasar de los meses se volvio completamente normal para mí.

Pasaba más tiempo despierta que durmiendo, no porque yo lo quiera así las pesadillas eran incontrolables y tan vividas que prefiero no dormir a tenerlas y nadie tiene idea de lo agotador que es.

...

-Tú eres t/n verdad?

Un chico de piel morena me miraba con curiosidad, asentí dispuesta a seguir mi camino pero al parecer todos aquí hablan demasiado.

-Blaise Zabini -me acerco la mano amablemente- mucho gusto.

Analizé por unos cuantos segundos su gesto, volví a mirarlo y le di la mano.

-T/n Ross... igualmente

-¿Mala noche? -sonrió- te acostumbraras, con el tiempo las camas se vuelven más blandas.

Asentí mientras intentaba arreglar mi uniforme o que al menos parezca que no está tan arrugado y miré hacia la puerta de salida.

-¿Qué clase tienes ahora?

-...Pociones... creo

-¿Ya conoces el camino? -dijo con una sonrisa de lado, como si le hubiera hecho gracia mi forma de responder.

-No todavía -me encogí de hombros.

-Vamos juntos, este colegio es como un laberinto y no querrás perderte

Sin esperar mi respuesta se dispuso a caminar, tal vez porque algo de él me recuerda a Corbán es que lo seguí sin disgusto, pero aun así estaba alerta.

-Claro...-dije despacio.

Me abrió la puerta y fuimos juntos a clase, en el camino me habló acerca de los profesores y de sus amigos, resulta que es amigo del pesado de ayer.

Al parecer perdieron todo el año por la guerra con Voldemort.

Para ser honesta españa que me preguntará porque estoy aquí, o algo relacionado al otro lado, vamos no es como que vaya a decirle algo pero... fue todo lo contrario, hablo conmigo como si fuéramos amigos.

Lo cual no me encanto, últimamente relacionarme con los demás me cuesta demasiado.

-Llegamos -me sonrió y de nuevo me dejó pasar primero.

El salón era grande y un poco oscuro, tenía mesas para dos, distribuidas en dos filas y justo en frente estaba el escritorio del profesor.

Todo era de madera y tenía un aspecto bastante viejo, desde los libros en las estanterías de los lados, hasta las sillas a las cuales se les está yendo el color en las patas.

TODO LO QUE FUÍ (Matheo Riddle)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora