5.- "Si el destino nos junta..."

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Se quejó cuando la luz del sol le dio en los ojos, pasando por entre sus párpados cerrados así su brillo podía perforar su mente.
Ni se atrevía a abrir los ojos, juraría que la cabeza se le rompería en dos si lo hacía.

El cuerpo lo tenía entumecido, producto probablemente de haber pasado la noche quieto en un solo lugar tratando de dormir pero sin poder hacerlo.
La garganta le ardía también, como si fuera poco, quiso torcer y le dolió.

Agarró su abrigo y lo pasó por sobre su cabeza para generarse más sombra, tenía toda la intención de acomodarse contra la pared del balcón de la casa de Brasil y ponerse a dormir... Hasta que, claro, recordó que estaba en el balcón de la casa de Brasil...

Resopló, arrancandose el buzo de la cara para taparse las piernas dobladas, gruñendo y quejándose como un niño haciendo berrinche por atención.
Podía oler en sí mismo el olor a alcohol y hasta el canto de los pájaros le parecía irritante, pero incluso en esas condiciones pudo recordar que algo faltaba...
Giró repentinamente para ver su costado... Estaba nuevamente solo.

... Estaba bien.
Estaba bien, estaba bien, de cualquier manera a su costado la noche anterior solo había habido un pelotudo, alguien a quien ni él ni nadie jamás iban a querer.
Un norteamericano tonto.
No lo necesitaba en su vida.
Aunque el alcohol no lo hiciera olvidar las palabras que habían intercambiado y la promesa que le había hecho.

"No me odies"

Era una tontería ¿Que tan desesperado se tenía que estar para suplicar algo así?
Debería ser más como Argentina, mantener la boca cerrada, porque quejarse era inútil.
Siempre fue inútil...
Verse débil y sumiso al pedir algo así, USA debería estar avergonzado.
Quizá por eso se había ido sin siquiera despedirse...

No servía de nada pensar en eso.

Se levantó y sacudió la ropa golpeándola violentamente, le faltaba paciencia para ser delicado.
Mientras murmuraba insultos y maldiciones a todo lo que le cruzaba la cabeza, se puso el abrigo al hombro e ignoró el desorden de la casa solo para salir corriendo tan rápido como pudo.
Pasara lo que pasara, no quería encontrarse con algún sureño... O con nadie, realmente, tenía ganas de patear a la primera persona que viera.
Menos mal no había viejitas caminando por la calle.

Sentía el cuerpo caliente de ira, era una sensación extraña... Cómo todas esas veces que se había peleado con sus ex amigos, pero peor, porque nadie venía a calmarlo, nadie lo tomaba por los hombros y le pedía que respire.
Que sí, muchas veces no funcionaba en esas ocasiones, pero en este caso ni siquiera había alguien tratando.
Argentina tenía que manejar su ira solo.
¿Cómo podía hacer eso?

Si cada vez que trataba de respirar recordaba la cara de Brasil y como ni siquiera iba a invitarlo a esta estúpida fiesta.
O se le cruzaba por la mente sus "amigos" observándolo disimuladamente, como si fuera un animal de zoológico lleno de rabia, que podría atacar en cualquier momento y con el que se debía tener cuidado.

No, el enojo le subía como una humareda rojiza por el cuerpo, le infectaba las venas, le tomaba el aire de sus pulmones, hasta apuraba los latidos de su corazón.
Su mente era un desastre de imágenes distorsionadas, muchas veces se repetían pero cada vez se sentían peores.
Eran fotos que se tiraban a la fogata, solo alimentaban el fuego. ¿Y como vencer a un fuego tan vivo?

Pues con gotitas de agua.
Una en su nariz, la otra en su nuca.

Lo distrajo lo suficiente como para hacerlo respirar otra vez y mirar al cielo mientras en este empezaban a crecer las nubes grises, oscuras como llamando a la peor tormenta posible.

☀︎︎Hated☀︎︎ (Usarg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora