-Un Beso Helado-

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Disclamer: Ni los personajes, ni lugares, ni parte de la trama me pertenecen a mí, sino a Rumiko Takahashi. Esta historia invernal se escribió sin ánimo de lucro, solo para entretenerme y divertir a otros.

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Nota de la Autora: Esta es una de las diversas historias que estaré publicando para la #dinámica_de_diciembre llamada #Fantasia_Invernal (nombre que me encanta, por cierto) convocada por la página de Facebook "Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma". Gracias por invitarme a participar un año más. Todas mis historias estarán tanto en Fanfiction como en Wattpad. Espero que os gusten y disfrutemos juntos de esta época tan especial.

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Historia nº 3:

El Lado en el que Duermes

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1.

—Un Beso Helado—

Hacía tanto frío que a Akane le castañearon los dientes incluso antes de dejar el calor de la casa para salir al exterior. No era tan tarde como parecía por la oscuridad que inundaba el jardín y se dijo, apretando la barbilla contra su pecho, que era por las bajas temperaturas.

Una noche tan desangelada como esa podía helar cualquier cosa.

Al levantar la vista se topó con la luna, al menos, con parte de ella. Solo podía ver la mitad del satélite y su resplandor blanquecino en la inmensidad del frío negro porque ésta estaba en cuarto menguante. La luna estaba desapareciendo desde hacía al menos tres semanas. Cada noche, al mirar por su ventana, veía esa triste mitad lunar alumbrando a duras penas el mundo.

Aunque esa noche parecía más majestuosa.

En la casa todavía se oían ruidos; Kasumi seguía limpiando la cocina, tía Nodoka charlaba por teléfono con Nabiki, que estaba en Tokio, en la residencia estudiantil donde vivía ahora, y su padre y su tío le hablaban a la televisión... Todos estaban despiertos y teniendo en cuenta lo que les deparaba el día siguiente, lo extraño habría sido que no lo estuvieran.

¿Quién podría irse a dormir temprano con la emoción que atravesaba las paredes de esa casa y las hacía vibrar?

Fue por esa expectación escandalosa a causa del acontecimiento especial que iba a producirse en breve, que todos andaban lo bastante distraídos como para no fijarse en ella. Nadie la vio cruzar el salón cuando ya había anunciado que se iba a la cama, y por tanto, nadie le recordó que cogiera un abrigo antes de salir fuera.

Abrió las puertas que daban al jardín y salió por la fina línea de luz amarillenta que ofrecía la lámpara del techo. Fue como recibir un golpe en la cara, ese viento helado acuchillando sus mejillas. No había nevado todavía, y aun así la frialdad de la hierba empapó sus zapatillas, colándose también en sus calcetines gordos hasta rozarle los dedos de los pies.

Affhh —Se quejó, con un gemido tan inteligible que ni ella se entendió. Se abrazó el cuerpo sin sentir alivio ninguno y volvió a observar la negrura que tenía sobre su cabeza. La media luna y también, los tímidos brillos de las estrellas, trocitos de escharcha flotando sobre ella.

El Lado en el que DuermesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora