Capítulo 4

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—Nena, vas por tu quinta canción del día—le recordó Branch a Poppy—, debes relajarte un poco.

—Estoy aburrida—gritó con exasperación ella, y cuando estaba por empezar a cantar Branch llamó su atención—. Mi corazón es de pa-

—¿Qué es eso? —señaló un alto muro que soltaba algunos brillos. Poppy dejó de cantar y ambos se acercaron al muro que emitía destellos. Branch hojeó su enciclopedia en busca de información sobre aquella estructura mágica.

—Parece ser un Muro de Revelaciones. Estos muros suelen mostrar visiones relacionadas con la búsqueda o la verdad de quienes quieren respuestas. Pero ten cuidado, no siempre revelan lo que quieres ver —advirtió Branch, leyendo su libro con mucha atención.

Poppy, intrigada, se acercó al Muro de Revelaciones y lo tocó con cautela. De repente, la superficie del muro cobró vida, mostrando imágenes parpadeantes y escenas enigmáticas. Una risa sutil resonó en el aire, pero lo raro es que Branch no podía ver nada.

—¿Qué estás viendo, Poppy? —preguntó Branch, observando con atención las reacciones que tenía la pelirosa.

Poppy parpadeó sorprendida y luego explicó lo que veía: una serie de destellos que parecían anticipar eventos futuros, algunos felices y otros llenos de desafíos. En una visión, se veían a ambos enfrentando a el ladrón de sonrisas, con ayuda de unas pequeñas luces amarillas que salían del cielo.

—Es como si el muro nos mostrara posibles caminos que podríamos tomar. Las opciones  de nuestro destino —dijo Poppy, tratando de interpretar las imágenes.

Branch asintió con seriedad. Aunque cauteloso sobre la fiabilidad de esas visiones, sabía que debían tenerlas en cuenta.

—Ahora debemos preguntar donde conseguir "luces amarillas" para derrotar a este—expresó malhumorado—. Este muro nos ha dado una visión, pero aún no conocemos la verdad detrás de la amenaza del ladrón de sonrisas —dijo Branch, apuntando hacia la puerta de madera antigua que les aguardaba.

Con renovada determinación, Poppy y Branch se dirigieron hacia la puerta, sin saber qué desafíos o revelaciones les esperaban al otro lado. La guarida del ladrón de sonrisas se cernía ante ellos, y debían estar preparados para enfrentar cualquier sorpresa que el destino les tuviera reservada.

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—¿Prefieres las fresas o las frambuesas?

—Obviamente prefiero las frambuesas, son dulces pero a la vez ácidas y saben increíblemente bien—defendió Branch ante la pregunta de Poppy.

—Eso es porque no has probado mi deliciosa tarta de fresa—negó Poppy con una sonrisa—, las fresas son superiores.

Branch se rió suavemente ante la defensa apasionada de Poppy por las fresas.

—Bueno, tal vez deberías hacerme probar esa tarta de fresa antes de que pueda emitir un veredicto definitivo—acepto él con una gran sonrisa—. ¿Qué dices, después de que enfrentemos al ladrón de sonrisas y salvemos Villa Troll? —propuso Branch, disfrutando de la ligereza del momento, amaba aquellos momento con su Poppy.

Ella aceptó la propuesta con entusiasmo, imaginando ya el sabor de la tarta de fresa que compartirían después de la aventura.

Continuaron su camino por la guarida del ladrón de sonrisas. El ambiente se volvía más tenso a medida que avanzaban por pasillos oscuros y salones misteriosos. Sin embargo ellos estaban más unidos que nunca.

Al llegar a una encrucijada, una luz tenue emanaba de una puerta entreabierta.

—¿Deberíamos entrar por aquí?—preguntó Poppy, mirando hacia la puerta iluminada con curiosidad y cautela.

Branch evaluó la situación y asintió.

—Parece que esa puerta nos está invitando a pasar. Hagámoslo con precaución, ten cuidado Poppy —aconsejó Branch, sosteniendo firmemente su mochila en sus hombros.

Empujaron la puerta y se encontraron en una sala mágica llena de espejos que reflejaban imágenes distorsionadas. En el centro de la habitación, una figura encapuchada se volvió hacia ellos.

¿Era aquel el ladrón de sonrisas? Una sombra negra con una sonrisa siniestra que brillaba en la penumbra.

—Bienvenidos, Poppy y Branch. ¿Puedo ofrecerles una sonrisa? —preguntó el ladrón de sonrisas, su voz resonando de manera inquietante en la sala llena de espejos.

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