Capítulo 3

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La mañana siguiente llegó con el sonido del viento susurrando entre los árboles y el murmullo de la corriente cercana. Poppy y Branch se despertaron, renovados pero conscientes de la urgencia que les esperaba. Desayunaron rápidamente  lo que tenían en su mochila y se prepararon para continuar su camino hacia el ladrón de sonrisas.

—Estamos cerca del bosque encantado, donde se rumorea que se oculta el ladrón de sonrisas. Tenemos que estar preparados para lo que sea, Poppy —dijo Branch, ajustando su mochila y asegurándose de que todas sus herramientas estuvieran en su lugar.

Poppy asintió con determinación, mirando el horizonte con una mezcla de valentía y preocupación. Juntos, comenzaron a descender la colina y adentrarse en el bosque encantado.

A medida que avanzaban, los árboles parecían cerrarse a su alrededor, creando un camino sombrío y misterioso.

—Es un lugar extraño, ¿verdad, Branch? —comentó Poppy mientras caminaban, tratando de no pensar en el terrorífico camino.

—Sí Poppy, este bosque siempre ha tenido una energía peculiar. He leido que los árboles tienen memoria, y algunos hablan de criaturas místicas que rondan en sus sombras —respondió Branch, escudriñando el entorno con cautela.

—¿Ya te he dicho lo guapo que te vez cuando hablas de tus libros?—soltó Poppy coqueta, y aquel comentario hizo a Branch ruborizarse.

A medida que se internaban más en el bosque, comenzaron a escuchar risas siniestras y a ver destellos de sombras escurriéndose entre los árboles. El ladrón de sonrisas parecía jugar con ellos, anticipando su llegada.

—Estamos en el camino correcto, pero esto se está poniendo cada vez más extraño. ¡Cuidado, Poppy! —advirtió Branch cuando una risa resonó muy cerca.

De repente, un árbol de aspecto viejo y desaliñado comenzó a cantar. Poppy lo observaba con atención, ya que en aquellas melodias podría haber información necesaria para conocer al ladrón de sonrisas. Mientras que Branch estaba sorprendido, ¡jamás había visto un árbol cantar! <<Debieron pasar muchas cosas en estos 10 años>> pensó.

Luego de su presentación, el gran cedro les explicó que era un guardián del bosque encantado, un ser místico que protegía el acceso a cualquier criatura que quisiera robar la magia que mantenía el mundo en funcionamiento.

—Señor guardián, yo soy Poppy y él es Branch—señaló al troll detrás de ella—, Estamos aquí para detener al ladrón de sonrisas.

El árbol soltó una fuerte carcajada y no pudo evitar que unas ligeras lágrimas de risa cayeran de sus ojos.

—¿Ustedes? ¿Detener al ladrón de sonrisas? —preguntó burlesco y cuando notó el semblante serio de ambos se acomodo mejor.—Mis disculpas, jóvenes aventureros. Es solo que la última vez que alguien intentó enfrentarse al ladrón de sonrisas, fue una comedia bastante divertida —dijo el árbol, recuperando la compostura.

—No se preocupes, señor cedro. Somos diferentes, y estamos decididos a poner fin a sus planes —declaró Branch, mostrando determinación.

El guardián del bosque encantado observó a Poppy y Branch con atención, como si evaluara su sinceridad. Finalmente, asintió con un gesto sabio.

—Bien, si son lo bastante valientes como para desafiar al ladrón de sonrisas, merecen una oportunidad. Pero tengan cuidado, el camino hacia su guarida está lleno de engaños y trampas —advirtió el árbol.

Con palabras de agradecimiento, Poppy y Branch continuaron su travesía guiados por las indicaciones del antiguo guardián. El bosque encantado se volvía más intrincado a medida que avanzaban, con luces parpadeantes y sombras que jugaban con su percepción.

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—Tal vez deberíamos tomar una pausa—jadeó Poppy.

—Te dije que yo debo llevar la mochila, mira cuando hemos avanzado—Branch señaló los pequeños pasos que habían dado y rodó los ojos.

—Tienes razón Braanch—gritó alargando su nombre con toda la intención de molestarlo.

En ese momento a Poppy se le iluminó la mirada, enserió era aquello una ¿duribaya?
Rápidamente se acercó al arbusto, tomó unas cuantas frutas y comenzó a comerlas de manera desesperada.

—Branch, debes probar esta deliciosa duribaya—llegó corriendo Poppy hacia el ofreciéndole una jugosa baya púrpura.

—Eso no es una duribaya, espero que no lo hayas comi-

Pero era demasiado tarde, Branch no tardo en darse cuenta de que todo alrededor de la boca de Poppy estaba cubierta de un líquido púrpura y no pudo evitar pensar lo peor.

—Poppy, ¿me escuchas? —pregunto tratando de recordar los efectos de consumir aquellos frutos del bosque—. Ensoñación excesiva, mareos, sueño... gran sensibilidad al decir la verdad.

—¿Por que damos tantas vueltas? —se reía Poppy mientras estaba acostada con la vista hacia el cielo. Branch la veía desde un tronco, le daba cierta ternura el efecto en el que se encontraba su chica.

—Ya es momento de dormir Poppifer, ven—llamó de manera sutil, tratando de que no renegara.

—Yo no me quiero dormir—hizo un puchero—, tengo una mejor idea— y abriendo los ojos con emoción comenzó a cantar esperando que Branch la siguiera y así fue.

Para dormir a Poppy, Branch tuvo que hacer un remix de media hora cantándole en el oído y cuando por fin se acomodo encontró su sueño no dudo en agradecerlo.

—Gracias Branchifer, te quiero muchísimo.



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