El despertar es extraño.
No dejo de ver a mi alrededor.
Es extraño, muchos árboles, pájaros cantando sin parar y aquel hombre que aún se encuentra dormido a unos pasos de mi.
No me atrevo a acercarme o hacerle algo porque me da miedo y no confío en él como tal.
Me levanto y sigo sin dejar de ver a mi alrededor, como si buscara algo más en este lugar.
Es tranquilo pero lo tranquilo me hace desconfiar, se siente que hay alguien más aparte de nosotros dos vigilandonos, y no puedo encontrar el quien.
Escuchar un bostezo me hace mirar al hombre abriendo los ojos y rascándose la cabeza, mirando alrededor como lo hacía, hasta que su vista cae en mi.
Lo miro extrañada, sus ojos celestes como aquel cielo que se encuentra ahora y su cabello castaño claro que brilla a la luz del sol.
—¿Quien eres?—pregunto.
Su vista recorre desde mi cabeza bajando tan lentamente hasta mis pies, haciendo que mis mejillas se caliente, nuestras miradas se cruzan una vez más al esperar una respuesta de él.
El se levanta y da unos pequeños pasos acercándose, mi reacción es la más rápida haciendo retroceder lentamente, mi confianza no está del todo segura ahora, no se quien es y no se que intenciones tiene hacia mi.
Así que hay que estar precavida ante tal individuo.
—No te haré daño— una sonrisa se resplandece en su rostro—, soy Adán.
Él estira su mano con las intenciones de tomarlo.
Sin pensarlo mi boca se mueve sola.
—Lilith—digo sin poder tocarlo.
El asiente.
No lo dejo de mirarlo, puedo recorrer todo su cuerpo como él lo hizo conmigo causando que una vez más mi mejillas se calientan.
Vuelvo a mirar a mi alrededor, tengo intenciones de alejarme, está demasiado cerca.
Me giro sobre mis talones y comienzo a caminar, no se a donde me estoy yendo o donde llegaré, pero necesito alejarme de él, es extraño.
—Lilith, ¿A dónde vas?
Volteo a verlo pero no hago caso, sigo caminando.
Sigo mirando a mi alrededor es como si no dejara de hacerlo, manteniendo en alerta a cualquier cosa o de alguien, no lo sé.
Estoy confundida, primero despierto con un hombre a la mitad de la nada y no entiendo que es lo que hago aquí, no confío en él ni no lo haré.
—Es hermoso, ¿no lo crees?
Me detengo por un momento a verlo, no me percate cuando estaba a mi lado.
El también se detiene a unos pasos más adelante de mi, pero se vuelve a acercar.
—No,—advierto— no se acerques más.
Su rostro se vuelve muy confundido, pero a la vez relajado y sonriente.
—No te haré nada, Lilith.
—No confío en ti.
El viene hacia mí sin hacer caso a lo que le dije, pero tampoco retrocedo y me pongo a la defensa en tal caso de que me haga daño.
—No debes temerme.
—No te tengo miedo.
—No te haré daño, Lilith.
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El Oscuro Secreto: Lilith
Espiritual"No acoto órdenes, yo misma hago mis propios mandamientos, y en esa dicen que pecar no es malo."