Angel Uriel.
No podía creerle ese maldito cuento de un universo que mantuviera la paz igual a las idioteces que tenemos aquí.
El cielo era único a eso si lo podía agradecer por el mero hecho de vivir aquí como se me plazca, pero no hacer una copia barata del mundo divino, era la tontería más grande que podía existir.
No podía permitir algo asi, no podia existir algo que ya estaba a la palma de sus manos, era ridícula la verdad, por eso a la malas me levante contra él pero no fue suficiente para joderlo, al menos me divertí siendo el que le provocó el dolor de cabeza de su casi perfecto.
Pero descubrir lo que había ahí, su mayor secreto no era la naturaleza misma, si no lo que contenía ahí, dos seres iguales a nosotros, podía detestar la idea de que un hombre está cerca de lo más sagrado que está ahí.
Era inevitable para mi, no podía controlar la risa del poder que podía obtener en mis manos, podía imaginarme la forma en que podía desquitarme en ella y poner a todos de rodillas si yo lo quería por mantener a esta preciosura en silencio.
Era de no creerlo la verdad, la satisfacción al ver sus cara de que nuestro gran padre creó a alguien de carne y hueso, alguien igual a seres celestiales.
Ella debería ser uno de nosotros, uno al que tendría por toda la eternidad, encerrado con ella, detallarla cada mañana y romperla en cada oscura noche.
Podía imaginarme con unas alas demasiado largas y grandes, adorarla con cada paso por ser la maldita y jodida mujer que me ponía la polla dura.
Pero por ahora dejemos esa hermosa imaginación a un lado y saber, el porqué, cómo y para qué hizo esto mi padre.
Quería respuestas por parte de este pero el muy hijo de su papi no mencionaba nada de lo que quería.
—Es ahora donde debes abrir esa boca y decirme todo lo que sabes, hermanito.
Una sonrisa burlona se extendía en su cara, yo también podía hacer eso.
Estaba desesperado por que me dijera algo pero no obtenía nada.
—Dime o tendrás consecuencias por sus secretos—me estaba hartando.
—¿Que secretos hablas?— su rostro era todo lo que quería romper.
Estaba haciendo preguntas tontas, como si me estuviera tomando por tonto a mi y eso me desagradaba de este imbecil.
Me acerque a él para tomarlo del cuello y esté colocando sus manos en mi pecho como si fuera a detenerme.
—No te hagas el maldito imbécil, se lo que vi allá abajo, pero lo que no se el porque ella esta ahi, asi dime todo lo que sabes, porqué de hacer eso siempre habrá más que un propósito.
—Primero Uriel, si quieres permanecer en estos cielos mantendrás la boca cerrada y segundo no hay nada que deba decirte porque no te incumbe, no viste nada, no era nadie, solo árboles, agua y animales, te parece bien.
Con estas tomó mi brazo con fuerza para sacarla de su cuello y llevando mi peso a un costado, para alejarme sin decir nada más.
Veo que la otra imbécil de Serafina se me queda mirando cuando me voy incorporando como si yo hiciera algo malo y se va detrás del imbécil diciendo cosas, para después hablarle a los que se me quedan mirando.
La sangre divina me estaba ardiendo por no conseguir lo que quería, quería saber porque ella estaba ahí abajo y yo encerrado en esta maldita ciudad celestial.
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El Oscuro Secreto: Lilith
Spiritüel"No acoto órdenes, yo misma hago mis propios mandamientos, y en esa dicen que pecar no es malo."