Día 2:Medianoche

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Conversaron hasta la medianoche sobre todo y nada, como si fueran amigos de toda la vida y eso se sentía bien pero raro. En la mente de William se repetía ese comentario acerca de su más preciada obra. Sin embargo no quería dejar que el otro supiera que aquello le carcomía la mente. Cuando estás rodeado de personas que alaban tu trabajo y llega alguien que piensa distinto es de cierto modo refrescante. Como una brisa de aire frío en el verano que te hace sentir aliviado.

—Por eso te digo que nunca debes mezclar sodio con agua, spoiler: sale mal.

—No se preocupe Mr. Holmes, no tenía planeado hacer aquello— le dijo mientras le daba una pequeña sonrisa.

—¡No me gusta que me hables de esa manera Liam! Dime Sherlock, pues me haces sentir como uno de los viejos que asisten a dramas cursis

—Siendo sinceros Mr. Holmes usted debe adorar ese tipo de drama—se burló discretamente William.

Sherlock enrojeció completamente e iba a replicar pero en ese momento el rubio recibió una llamada telefónica. Este se retiró hacia la barandilla para hablar con mayor comodidad y entonces después de un breve intercambio verbal cortó.

—Mi hermano Albert vendrá a buscarme dentro de poco ¿Quiere que le acerquemos al metro?

—Por supuesto ¡Gracias Liam!

Entonces siguieron con su conversación hasta que Albert le envió un mensaje al rubio señalando que ya estaban esperándolos. Sherlock le dio una última calada a su cigarrillo y William nuevamente se quejó acerca de que fumaba de una variedad demasiado fuerte. Entonces los dramaturgos bajaron las escaleras y en la entrada los estaba esperando un auto negro. La expresión de Sherlock se agrió completamente, pues reconocería ese vehículo en cualquier lugar del mundo.

—Lo siento, Liam. Me surgió algo, no puedo ir con ustedes—dijo Sherlock mientras comenzaba su huida al ver como un hombre muy parecido a él se bajaba del automóvil.

Un adulto de buena presencia llena de clase y con el ceño ligeramente fruncido miró como el dramaturgo se iba sin siquiera saludarle. Sus ojos fríos solo observaban como Sherlock se iba fuera de su alcance. Albert por otra parte se dedicaba a entablar una conversación con su hermano, pero los ojos de este estaban clavados en la espalda de quien estuvo conversando con él acerca de todo y nada.

—Ya sé que sientes curiosidad, si Mycky me lo permite te lo contaré todo— dijo su hermano con elegancia, voz tan suave y aterciopelada.

—No me lo cuentes, prefiero descubrirlo por mi cuenta—señaló William con sentimientos entremezclados.

Después de aquello subieron al automóvil y no fue difícil establecer el parentesco entre esos dos, pues eran muy parecidos físicamente. Aunque sus personalidades y presencias eran bastante diferentes. Sin embargo, esos ojos azules transmitían el mismo dolor. William no podría inferir el motivo de su conflicto pero podría suponer algunas cosas. Sin embargo no tenía el derecho de meterse en la vida del otro dramaturgo.

—Así que tienes un nuevo amigo ¿eh? —dijo Albert con ansias de saberlo todo.

—No diría que somos amigos pero...

—¿Ajá?

—Sus cigarrillos son muy fuertes lo que significa que tiene una adicción hacia la nicotina.

Entonces Albert se echó a reír pues no esperaba que su hermano dijera un dato tan aleatorio, es decir, había tanto por decir acerca de Sherlock y William escogía el vicio más grande del otro dramaturgo. Tuvo que limpiarse una pequeña lágrima producto de la risa. El rubio lo miró sin entender y eso hizo que Albert se detuviese.

Sherliam week 2023: Palabras dramáticas, hermoso dramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora