Sherliam week 2023: Palabras dramáticas, hermoso drama

Día 3: Café

James Bond era uno de los actores con más "chispa" en todo el mundo del teatro, antes conocido como Irene Adler. Sin embargo abandonó esa identidad al darse cuenta de que su verdadero ser era masculino. Fue un largo camino de autoaceptación y las críticas no dejaron de lloverle. A pesar de que muchos no lo reconocieran como el hombre que era él no dejó que eso le afectara. Es decir, ¿Quién podía decirle que hacer al gran y único James Bond? Simplemente no dejaría que la opinión de otros le privará de vivir la vida como más se le antojase.

—¡William! ¿me estás escuchando?—se quejó Bond haciendo un pequeño puchero que resultaba adorable de cierto modo.

—Lo siento ¿Qué decías?

—¡No me prestas atención! De seguro andas pensando en Sherly— le dijo con un tono lleno de diversión, pero también un poco irritado.

El dramaturgo se disculpó otra vez y le indicó que en realidad solamente estaba un poco distraído. Bond lo miró de tal manera como si en verdad no le creyera. Desde que llegó supo que tanto Sherlock como William se atraían irremediablemente. Sin embargo, gracias a la influencia de su novia Moneypenny no metió su nariz en los asuntos de esos dos. Aunque claramente iba a darles el empujón que esos dos necesitaban.

—Bond ¿Qué opinas...? No, olvídalo.

—¡Ahora quiero saber!

El rostro de William enrojeció levemente pues lo que iba a decir lo pondría en una posición sumamente vulnerable. Exponer sus inseguridades ante su amigo no era fácil, era como abrir una puerta hacia lo más profundo de su corazón. Ni siquiera pudo preguntárselo a Sherlock, aunque este ya tenía una opinión bastante clara al respecto.

—Bueno, es una cosa bastante pequeña. No debería preocuparme por algo así, solo es una ecuación bastante...

—¿Sí?— dijo de manera dulce pues sabía que esto le costaba bastante a su amigo y colega en el mundo del teatro.

—No puedo decir que no lo esperaba—dijo William mientras ocultaba su rostro detrás del guión.

-¿¡Te gusta Sherly!? —dijo él haciéndose el sorprendido.

Aquello dejó en estado de shock a William pues en realidad se refería a otra cosa, no es que no encontrase a Sherlock atractivo. Es decir, era bastante bien parecido, congeniaban a la perfección, pero no dejaba de resultarle alguien demasiado ambiguo e impredecible. Entonces ante la falta de respuesta Bond supo que la había jodido en grande, para un corazón tan delicado como el que tenía su amigo dramaturgo eso fue un golpe bastante bajo.

—No, no me gusta Sherlock—logró decir William con un hilo de voz. Su rostro estaba pálido, como si estuviera ante una revelación que no quería aceptar.

—Lo siento, William, lo siento—se disculpó pues era cosa de mirarlo para saber que el dramaturgo estaba en negación y era demasiado brusco haberlo sacado de allí.

Después de eso siguieron conversando acerca de la obra y William le indicó que tal vez su enfoque no era el correcto, debido a las palabras del otro dramaturgo. Hablaron sobre lo que Whiteley habría querido, la imagen que intentaba proyectar. Sin embargo William quería que esta representación le ayudará a sanar la herida que le dejó la partida de su maestro preferido.

—Así que él te dijo que lo mostrabas demasiado perfecto ¿correcto?—dijo Bond.

—Sí, como si solamente tuviera cosas buenas, que su lado oscuro quedaba absolutamente oculto.

—¿De casualidad él lo conoció para decir esa clase de cosas?

—Sherlock es muy perspicaz, es capaz de hacer un perfil completo de personas sin haberlas conocido.