Seokmin capturó la punta de su pulgar entre sus dientes, mordiéndolo nerviosamente. Resopló y tras despeinar sus finas hebras, se dejó caer en la silla de su escritorio. Frunciendo su ceño de manera notoria y profunda.«Esto es ridículo y malditamente molesto».
Cruzó sus brazos con firmeza sobre su pecho y su fruncido ceño parecía no tener fin. Las arrugas en éste eran pequeños y profundos relieves que se negaban a partir, representando así su contrariedad poco definida.
Sus inquietos dedos comenzaron a repiquetear sobre su delgado brazo derecho mientras sus ojos se mantenían fijos en aquellas flores que, esta vez decidió no lanzar a la basura tan pronto se las entregaron y él se encontró en la privacidad de su habitación.
Su mente se sentía revuelta y algo más que confundida. Sus pensamientos se encontraban desordenados por lo que definirlos con exactitud, le era imposible en ese momento.Bufó y sus ojos se movieron hacia el sobre que yacía a un costado del arreglo. Su nombre había sido bellamente escrito en la parte delantera, tenía que reconocerlo, y bien alineado con respecto al centro. En el borde inferior derecho se encontraba el nombre del remitente. Diminuto y pulcramente escrito.
Esta vez como en las anteriores veces, no lo leyó. Sabía de quien procedía todo aquello.Descruzó sus brazos y se acercó a su escritorio, cogiendo el ramo con vacilo. Lo analizó y sólo unos segundos después, sus labios se apretaron entre sí, formando una línea recta. Las flores le gustaban, para que mentir, lo hacían. Y ese simple hecho le exasperaba. Nada que viniera de Joshua
debería gustarle.Miró aquellas blancas gerberas puestas entre aquellas amarillas camelias con indecisión.
La combinación era hermosa y ciertamente elegante, pero el porqué habían sido acopladas entre sí, le causaba un conflicto interno que, tal vez era innecesario.Seokmin no sabía mucho sobre flores, conocía muy poco de éstas y de su extensa e incontable variedad. Menos noción tenía él de sus significados. Porque todos sabían que las flores tenían su propio idioma. Y esa razón lo llevó a buscar respuestas en la red, terminando con una, sí. Pero con muchas otras dudas también.
Las camelias se relacionaban con el amor.
Con aquel puro y ridículamente inocente, hasta con aquel más caliente y pasional.
Asimismo, eran sinónimos del renacer de algo o de un comienzo más recto y certero.
Aludían también a la seducción, y a los deseos intensos y más profundos del corazón.
Pero él había recibido camelias amarillas. Y éstas se relacionaban con la vitalidad y el reconocimiento de aquellos esfuerzos bien realizados, aunque también podían relacionarse con el egoísmo.«Demasiado confuso», se dijo en su mente.
En cuanto a las gerberas, éstas se relacionaban con todo lo positivo, a grandes rasgos claro. Se vinculaban al primer y más sincero amor, a la alegría como a las primeras amistades. El blanco que bañaba sus pétalos, se enlazaba con la ingenuidad y la paz. Como también lo hacían con el arrepentimiento y el perdón.
Toda esa información que recolectó luego de veinte minutos, no le sirvió para nada más que fundir sus neuronas. Su prometido se estaba disculpando por su arrebato del lunes, eso lo tenía claro. Pero tenía otras dudas que aclarar; ¿Joshua realmente sabía el significado de esas flores? ¿las mandó con la intención de disculparse?, ¿él las eligió? ¿significaban "lo siento" y nada más?
Seokmin suspiró y tras sacudir su cabeza con ligereza, colocó el ramo otra vez sobre su escritorio. Probablemente si leía alguno de esos cuatro y blancos sobres, obtendría respuestas. Pero no lo haría. Allí no encontraría nada más que alguna mierda diplomáticamente escrita, una que carecería de sinceridad o sentimientos. Además, se dijo que no le interesaba.
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Real engagement - Seoksoo
RomansaSeokmin tenía modales destacables, ignorando su título real. Él naturalmente era un chico cordial y educado, amable y algo risueño. Más no perfecto. El joven príncipe tenía muchas faltas a pulir, su impulsividad por ejemplo, su pequeño mal genial, s...