Capítulo 2.

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Me despesperte al rededor de las 5 de la mañana, la tormenta de nieve cada vez se volvía más peligrosa, me asome a mi ventana y a pesar de que todo estaba oscuro podía distinguir aquellos resplandecientes copos de nieve que caían con gran fuerza. Estoy seguro de haber presenciado tormentas de nieve más fuertes que las de aquella noche, pero aun así hacía mucho tiempo que no veía algo parecido. Ya que estaba despierto aproveche de ir a la cocina y tomar un vaso de agua, dormir en el sofá era demasiado incómodo. En mi trayecto a la cocina pude ver como seguía prendida la luz del pasillo, recordé que mi tía se había quedado en mi cuarto cuidando a nuestro "invitado".

luego de tomar el vaso de agua fue como si mi cerebro se hidratara y volviera a crear ideas. Silenciosamente subí las escaleras de roble y me acerque lentamente al dormitorio, mi tía estaba dormida en la silla, la pobre no pudo resistirse al sueño, por otro lado Argentina seguía postrado en la cama, dormía cómodamente ignorando todo a su alrededor.

Volví a mi cama-sofá y me desplome en ella, traté de recordar si alguna vez había visto a argentina antes, el pueblo donde vivíamos había crecido en la última década había 3 escuelas secundarias y primarias, para algunos puede significar poco pero para un pueblo es un gran avance. Argentina claramente no era de mi antigua escuela, si no ya lo hubiese reconocido desde un principio, hacía un tiempo había dejado la escuela, pero podía recordar a cada uno de mis antiguos compañeros...
Argentina tenía que ser de alguna otra escuela, ya que nunca antes lo había visto en otro lugar que no sea la biblioteca.
mientras pensaba en la escuela vinieron a mí viejos recuerdos amargos del pasado, decidí dormir de una vez, esa era mi manera de callar al cerebro, de dejar de pensar.

― ¿Perú?―abrí un poco mis ojos, era mi tía al lado mio― cariño, tengo que salir por unas horas, es por mi trabajo, te dejo a cargo el cuidado de tu amigo―dijo mi tía con las llaves en la mano, desde que la conocí me di cuenta que era el tipo de persona que no se despega de sus llaves ni por un segundo, siempre apurada, vivía la vida a toda prisa―si se despierta u ocurre algún inconveniente llámame, no tardaré en venir.

Asentí con la cabeza, seguía muy dormido y solo había escuchado la mitad de las cosas que me había dicho.
Mis ojos se entrecerraron y volví a caer en sueño, pude escuchar a mi tía abrir la puerta e irse en su auto.

Me volví a despertar, mire el reloj que estaba colgado en la pared de la sala donde me encontraba, eran las 10:20. La casa estaba extremadamente silenciosa, solo se escuchaban el tick tack del reloj de la sala, lo demás era silencio.
Abrí la puerta corrediza de vidrio del patio trasero y salí afuera, quería echar un vistazo de las consecuencias de la tormenta de nieve de la otra noche, la nieve estaba alta, todo a mi alrededor era blanco miré hasta donde más pude, suspiré y dejé entrar el aire frío a mis pulmones, me agache y dibuje una carita feliz en la nieve, luego sentí un ruido detrás de mí y rápidamente me di la vuelta, era argentina que se lo veía bastante débil y desorientado. Nuestras miradas se cruzaron, pude ver aquellos ojos verdes, me hacían acordar tanto la primavera, hace años estábamos en invierno, no me acuerdo cuando fue la última vez que vi un retoño nacer o mariposas revolotear entre las flores, argentina podría significar mi nueva primavera.
Antes de que dijera algo argentina se desplomó en el suelo, sus piernas cual fideos no podían sostenerlo en pie por mucho tiempo.

―¡¿te encuentras bien?!―corrí a socorrerlo, se veía bastante mal.

Ayudé a que se sentara en una silla y corrí a la cocina a traerle un vaso con agua.
Argentina lo tomó sin decir nada, ni siquiera un gracias, solo se abstuvo a mirarme.

―¿te sientes mejor?―pregunte.
―¿donde estoy?― argentina estaba desorientado, pero lo peor sería que se haya olvidado de todo lo del día anterior y que nos acusara de haberlo secuestrado, así que me di con el deber de contarle todo lo que había pasado el día anterior.
―te encontré en la biblioteca tirado detrás de un estante de libros, te veías muy enfermo y con mi tía te trajimos a nuestra casa, no te íbamos a dejar tirado allí.

Entre Las Páginas, Argentina X Perú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora