Capítulo 6.

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Se supone que tendría que estar dormido, pero mi cabeza no para de dar vueltas. Estaba cansado, aquel día había seguido la misma rutina de siempre, despertarme temprano y trabajar en la biblioteca, pero mañana todo cambiaría.

No creo haberlo pensado bien al principio pero tampoco me resultaba tan estúpida la idea de fugarme de la casa de mi tía, siempre había sentido que era un estorbo así que daba igual si una mañana no me encontraba.

La idea de escaparme con argentina en tren hasta Bahía Buena era emocionante, se que en el fondo debería sentir temor o arrepentimiento por la decisión que había tomado ¿pero qué más da?

¡que se vaya todo a la mierda! 

Todavía recuerdo con claridad aquella madrugada en el tren. 

miraba por la ventana, está estaba empañada por la diferencia de clima que había con el mundo exterior y el vagón.

Nunca había viajado en tren, me emocionaba esta nueva aventura, era extraño que todo acabara en fugarme de la casa de mi tía para viajar a escondidas con un extraño.

en el vagón en que viajábamos con argentina eramos unos pocos, los asientos eran cómodos, sonará ridículo pero me sentía en una película francesa de los años 50s.

No fue hasta que el tren comenzó su marcha y pude ver como este lentamente se comenzaba a movilizar alejándose de la estación cuando me di cuenta de lo que estábamos haciendo. 

Mire mi bolso, era lo único que había traído conmigo, el mismo bolso que usé cuando busque mis pertenencias al irme de mi casa, estaba viejo y era anticuado pero era lo único que tenia, en el había ropa y el dinero que había ahorrado en esos meses que trabajé en la biblioteca.

―Perú, ¿te encuentras bien?―me pregunto argentina quien se dio cuenta de mi expresión de preocupación.

El se encontraba sentado al lado mio, yo lo miré sin decir nada, el sujeto mi mano tratando de tranquilizarme.

―Todo va a estar bien, este tren es seguro―dijo con una sonrisa.

yo me alivie con sus palabras, escuchar su tono de voz tranquilo y pausado era relajante.

―te agradezco que vengas conmigo, yo no podría hacer esto solo.

me sentía especial cuando escuchaba las palabras de argentina, como si yo fuera la única persona en todo el mundo que lo entendía y él era la única persona que me entendía a mí. Me hacía sentir que nos teníamos el uno al otro, que éramos especiales juntos, pero en realidad ahora que lo veo de otra perspectiva solo eramos dos adolescentes perdidos.

―voy a estar para ti cuando lo necesites―dije con mi voz tímida.

―en este momento eres el único que me entiende― dijo con su voz masculina y pausada, mi estómago dio un brinco.

El viaje sería largo, muy largo. El tren había salido del pueblo a las 4:00 AM, llegaría a Bahía Buena alrededor de las 9:00 de la mañana, 5 horas de viaje es una tortura para cualquiera.

Este tipo de trenes se les suele decir “Trenes lecheros” ya que paran en las estaciones de todos los pueblos. Argentina se durmió al poco tiempo de haber entrado al tren, en cambio yo no podía conciliar el sueño, podía ver como las horas pasaban y como poco a poco el vagón de nuestro tren se iba llenado, la gente subía y bajaba en cada estación.

A las horas me rendí ante el sueño, no recuerdo con claridad que había soñado pero se que fue una pesadilla ya que me había despertado asustado, argentina seguía durmiendo plácidamente, se veía tan lindo apoyado en mi hombro. Me fije por la ventana para ver en qué pueblo estábamos pero lo único que pude ver fue el mar, habíamos llegado a Bahía Buena.

Entre Las Páginas, Argentina X Perú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora