Por la noche, dieron una noticia en la televisión que decía que habían encontrado una propiedad de fácil acceso con paneles de tiro al blanco usados y con incrustaciones de balas de muy buen calibre. — De seguro fueron ellos— pensé. Tenía que hacer algo, no sólo por venganza sino también porque era mi trabajo hacer cumplir las leyes y los derechos.
El día posterior a esa noche, fui donde alguien que de seguro me podría ayudar: un policía. Acudí al departamento de policías y pedí hablar con el policía más capacitado en casos de este tipo. Cuando entré a la sala de declaraciones, ya tenía muy claro lo que le iba a decir al policía que venía entrando detrás de mí.
— Cuénteme Srta. Suárez, ¿Qué necesita hablar conmigo? — me dijo.
— Lo que voy a decirle es muy confidencial y espero que no lo comente—.
— Por supuesto que no, yo sería incapaz—.
Le empecé a contar la historia, sin tomar en cuenta si me iba a creer o no. Al final, me miró con una cara que pareciera significar que ya había escuchado esto antes:
— Mire, sólo una persona ha venido a contarme lo mismo pero nunca se comprobó nada, así que si no trae pruebas con usted, lo lamento pero no la puedo ayudar— al tiempo que decía esto, escribía sobre una hoja de papel. Cuando terminó de escribir, me la entregó. El contenido del papel decía que en realidad había venido una señora hace tiempo a hacer una denuncia sobre esto mismo, pero murió poco después y nunca se concluyó nada; también decía que él estuvo muy interesado en ese tiempo por descubrir el trasfondo de todo eso, pero que se le prohibió a todo policía hablar sobre esto porque las consecuencias serían fatales. Me prometió ayudarme con esto, pero sin que nadie se enterara.
Volví a hablar con Álvaro, llamó a la empresa, me dijo que tuvo que desaparecer del mapa, para que no lo encontraran los secuaces de la S.F.F., me advirtió que no confiara en nadie, que pensara dos veces antes de hacer algo y que escuchara lo que cantan los pájaros ¿Qué me habrá querido decir?, yo sabía que se había salvado, se me vienen a la cabeza tantas preguntas que quisiera hacerle, pero, ni modo, ya no me podría ayudar. ¿Cómo sabía Álvaro que yo trabajaba aquí? ¿Será que esta llamada igual la interceptó la S.F.F.? Será mejor que cambie de número.
No sé cuales fueron mis motivos para ir a un encuentro de pandillas, pero fui de igual manera, yo no quería un "encuentro", sólo quería hablar con alguien, quizá ellos me podrían ayudar, ellos podían saber dónde estaba ubicada la sociedad, o alguno de los tantos lugares en los que habían estado. A pesar de que me respondieron bien no me dieron ninguna pista concreta, escogí un muy mal momento para ir porque presencié cuanto balazo podía haber y cómo se perdían las balas entre medio de las bandas que ahí se enfrentaban; quedé paralizada con el espectáculo, no me podía ni mover, hasta que un desconocido me sustrajo de ahí justo a tiempo para que no me mataran; esos disparos me recordaron la manera en que murieron mis vecinos y, me hicieron pensar en la realidad que deben vivir todos aquellos sumergidos en esa miserable sociedad. El desconocido me llevó a un lugar cercano de donde me rescató, para que estuviera a salvo. Por un momento pensé una tontería, pero que al final de cuentas resultó ser cierta: Era Claudio Valenzuela, el mismo Claudio que yo creía muerto, que supuestamente había muerto en un accidente de sospechosas características. Pues no era así, estaba más vivo que nunca. Jamás me lo hubiera imaginado pero ahí estaba, frente a mí.
— Pero ¿Cómo es posible?, yo te juraba muerto, ¿Qué es lo que pasó? — le pregunté.
— Sé que debes de tener muchas preguntas Abril, yo también las tendría. Supongo que quieres saber por qué no estoy muerto: Yo me enteré por una llamada de que la S.F.F. me quería reclutar, vio habilidades en mí sin que yo me diera cuenta de que me estaban espiando. Entonces decidí fingir mi muerte, sólo yo sabía que era ficticia, no quería involucrar a nadie más. Elaboré todo ese plan y lo puse en marcha; cuando por fin dio resultado, me esfumé y comencé una nueva vida a escondidas, sin que nadie supiera de mi continua existencia. No pienses que me olvidé de todos, siempre estuve atento a cualquier cosa que pasara, por eso es que estoy aquí, ya me cansé de tener miedo—.
— Vaya, eso es increíble, ¿Y nunca te descubrieron? —.
— Pues hasta donde sé, no. Pero ¿Quién soy yo para asegurar cosas sobre una organización tan avanzada?
— Ya estoy empezando a entender, pero aún me queda la duda, ¿Cómo supiste que estaba aquí? ¿Cómo me encontraste? —.
— Durante mi vida en las penumbras, he tratado por todos los medios de que la S.F.F. no se lleve más niños inocentes, por eso he recorrido todo el país para impedir esto. Luego de que dejé a cada niño que encontré en un orfanato, seguro y alejado de todo peligro, volví acá, donde me enteré que mis padres habían muerto. Supuse que tú tratarías de averiguar quién fue el asesino y que necesitarías a Álvaro para esto, por lo tanto yo quise darte una pequeña ayuda y te envié su dirección por un mensaje de texto—.
— Así que tú eras el número desconocido del cual yo recibí aquel tan misterioso mensaje, ¿eh? —.
— Un gusto haberte aclarado la interrogante—. — Como iba diciendo ...
No pude concentrarme de nuevo, Claudio se veía muy cambiado, ahora estaba más musculoso, más alto, con un rostro bien formado, sin espinillas ni granos asquerosos que tuvo en la adolescencia, parece que la muerte fingida le hizo bien, estaba muy guapo.
... hice unas llamadas y heme aquí—.
— Así veo—.
— Y ¿Cómo has estado tú? — al tiempo que me dice eso recibo una llamada de un número desconocido.
— ¿Aló? —.
— ¿Así que la abogadita quiere tratar de encontrarnos? —. — Pues no será tan fácil —. — Cada vez que tu vayas, yo ya habré ido y vuelto—.
Sentía cómo me hervía la sangre por dentro, estaba furiosa, miré hacia un edificio cercano y experimenté la sensación incómoda de sentirse vigilada, ahí estaba un claro cómplice de aquella sociedad, luego desapareció.
— ¿Qué te pasa, Abril? ¿Estás bien? —.
— No hay tiempo, hay que salir de aquí—.
Lo tomé de un brazo y literalmente lo arrastré por todas las calles hasta que encontramos un taxi.
Ya dentro del taxi, me puse a pensar en la voz que escuché al contestar la llamada: Era una voz grave, adulta, decidida, rencorosa, con un pasado oscuro que aún carga en sus hombros, con un miedo que esconde muy bien detrás de una dura personalidad.
Nunca había escuchado esa voz en mi vida, pero no necesitaba escucharla para saber que esa voz pertenecía a Vincent Navarros, jefe y fundador de la S.F.F.
Recibo otra llamada, pero esta vez era de alguien conocido.
— Oficial Enríquez, ¿Qué pasa? —.
— Srta. Suárez, tengo información que le podría servir, ¿nos reunimos en su departamento? —.
— Está bien, dentro de media hora ¿podría ser? —.
— Sí, perfecto—.
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Leyes y disparos
Misterio / SuspensoEsta historia la empecé a escribir hace algunos años y hoy decidí publicar lo que tengo. Abril está empezando a ejercer como una exitosa abogada, un día, descubre el macabro asesinato de sus vecinos, y se despierta en ella una gran ansia de justicia...