Escondo mi nariz en la bufanda mientras busco mi teléfono en el bolso. Suena insistentemente y parece ser que no dejará de hacerlo hasta que me digne a contestar. En cuanto lo encuentro entre todas mis pertenencias desordenadas en el bolso color cereza, lo descuelgo y me lo acerco a la oreja, sin mirar el contacto, por las prisas.
—¿Sí?— Asumo que será mi manager, ofreciéndome una nueva colaboración, queriendo charlar sobre un nuevo patrocinador o, simplemente, queriendo tener una charla de mejores amigas. Al fin y al cabo eso es lo único que va por delante de su carrera como manager, ser mi mejor amiga.
— ¡Madre mía! Pensaba que no lo ibas a coger nunca...— Una voz grave se cuela en mí. Al principio no conozco esa voz y me obligo a mirar el contacto en la pantalla del teléfono. Su voz suena robótica al otro lado del teléfono y algo más grave desde la última vez que la oí.
— ¿Adri? ¿Adrián?— Mi voz solo alcanza a contestar eso, atónita. Mis ojos se abren tanto que me tengo que obligar a pestañear tres veces, para recuperar mi gesto normal. Llego a mi portal antes de que conteste y saco las llaves del bolso, y, en lo que parece una eternidad, me contesta.
— Sí, soy yo.— Las llaves chocan contra el escalón de la puerta del portal de mi apartamento, me agacho, sosteniendo mi móvil entre mi oreja y mi hombro, sin decir nada y las cojo.— ¿Estás ahí, Júlia?
—Sí, sí, sí. Estoy... Estoy aquí. —Abro la puerta y me siento en una de las escaleras que hay antes de llegar al ascensor, cogiendo aire.— Por dios, Adrián, ochenta días. Parece una eternidad.
— Real que sí. —Sonrío ante su expresión, ha pasado mucho tiempo sin tener una llamada suya, pero sigue siendo el mismo.— ¿Cómo te va todo? ¡He oído la canción nueva, tía, qué pasada! Flipo con que te vaya tan bien.
— Si te soy sincera, yo también. Sigo flipando cada día que alguien me pide una foto.— Escucho su risa al otro lado del teléfono—. ¿Todo bien, tú? Vosotros, quiero decir... Dios, has dado la vuelta al mundo, tío. Vaya guapada.
— Ha sido increíble, cada mañana me despertaba pensando que había sido un sueño. Me despertaba y pensaba: Le tengo que explicar todo esto a Júlia...— La sonrisa se me oscurece un poco y su voz se apaga—. No he tenido tiempo de llamarte en este tiempo, lo siento mucho.
— Adri, ni te molestes en disculparte... No tienes por qué. Entiendo que ha sido muy duro y que era imposible llamarme de camino entre Tailandia y California.— Vuelvo a escuchar su risa.— Además, me consuela saber que tampoco has llamado a tu madre y que no soy la única que no ha tenido casi noticias tuyas.
— Buah, seguro que me habéis criticado que flipas las dos.
— Sí, claro que lo hemos hecho—. Adri se echa a reír y yo acompaño su carcajada.— Te he echado mucho de menos.
—Yo a ti más.
— ¿Crees que podrías pasarte por mi piso esta semana? ¡Quiero ponernos al día, hablar de españolas, de si Frank da tanto miedo en persona como en los videos...! De esas cosas.
—Me encantaría pasarme, pero estoy liadísimo editando los vídeos de estos. ¿Es mucha rallada que te pases tu por la casa?
Suspiro y me levanto de las escaleras, picando el botón del ascensor.
— ¿Júlia? Sé todo lo que pasó con Plex y lo capullo que fue contigo, pero, no sé, no tendrías por qué estar con él. Te puedes quedar en mi cuarto, o bueno, en uno de invitados, si prefieres.— Me subo al ascensor, pero antes de que este ascienda a mi piso le contesto.
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The Way You Say My Name-Yo Soy Plex
Romance"-Supongo que las almas gemelas no lo son para siempre, ¿no? -Supongo. Pero, ¿y si somos la excepción?" Un chico cuya vida ha cambiado de la noche a la mañana, una chica que esconde su tristeza y sus miedos en la ironía y en la música. Labios con sa...