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Fijo mis ojos en la carretera durante los diez primeros minutos e incluso me permito hacer algún comentario y entrar en la conversación que mantienen Ruby y Krufy, pero no puedo evitar fijar mi vista en ella cada dos por tres. Está en silencio y juega con sus anillos de forma ansiosa, tiene la cabeza baja y los mechones de pelo sueltos, sus rizos le enmarcan la cara de una forma tan perfecta que parece un cuadro o una escultura de alguna de esas personas famosas que se estudian en las clases.

Yo he vuelto a ser un capullo, simplemente porque no sé ser el chaval dulce y cariñoso que solía ser con ella. Siempre me ha costado demostrar mi amor y exteriorizar lo que siento, pero con ella nunca había sido un problema antes de nuestra discusión. Y ahora no puedo dejar de ser un imbécil con ella, aunque quiera, aunque me muera porque me perdone, aunque me muera por darle un abrazo, aunque me muera por no soltarla nunca más.

Al llegar ella se baja del coche de un salto y Krufy y Ruby intercambian miradas de reproche conmigo. Lo sé porque aparto la mirada de ella por un segundo para ver dónde estoy exactamente, porque ella ha capturado toda mi atención. Su falda es lo suficientemente corta para mostrar sus piernas carnosas que me recuerdan a una de esas nubes de azúcar, tan irresistibles. Además, el viento envuelve su cuerpo pequeño, un cuerpo tan diminuto que no logro comprender como esconde tanto carácter y una personalidad tan fuerte y contundente. Tiene los labios ligeramente brillantes y algo más pálidos que de costumbre, tal vez solo medio tono menos rojo que ayer, pero ese medio tono marca una gran diferencia para mí, que soy adicto a contemplar sus labios. Sus ojos están algo más oscuros a la luz de las farolas del párquing de la discoteca, y sus pecas resplandecen por los fluorescentes en la pared del local. Las luces brillantes la hacen parecer más peligrosa, más madura y algo más mágica. Me encuentro pensando estas tonterías cuando los demás ya están a varios pasos de mí, y de ella, porque con esas botas que la hacen parecer diez centímetros más alta ha perdido algo de velocidad. En un par de pasos me encuentro a su lado, tan cerca que puedo apreciar como tiene la piel de gallina, como le castañean los dientes. Sé que este sería el mejor momento para poder hablar con ella, ahora que estamos algo más apartados de los demás, y estoy a punto de arrancarme la chaqueta y de enfundarla dentro como si fuese un chihuahua en un día de tormenta, pero antes de que pueda hacer nada alguien la abraza.

-¡Habéis tardado un montón en llegar!-Adrián, como no.-Anda, acércate más a mí que vas a pillar una hipotermia-. No puedo evitar soltar una carcajada burlona ante su comentario y ambos me miran, recriminatorios. Y me gustaría callarme y cerrar la puta boca, porque es lo que debería hacer, porque debería pirarme y dejarles solos, porque por como me he comportado es lo que me merezco. Pero lo ignoro totalmente y miro a Adrián por encima del hombro.

-"Acércate más a mí"-Me burlo poniendo la voz tan aguda que puedo para imitarle, ninguno de los dos se ríe, y ese no es mi objetivo-. ¿Tenéis que ser tan empalagosos, tíos? Si queríais quedaros solos podíais haberme avisado, así podía dejaros la casa sola, poneros un par de velitas en la habitación y dejaros hacer.-Decir todo esto hace que me queme el pecho y que tenga que controlar mi respiración para que no me lloren los ojos de solo imaginarme la escena, pero me aguanto y sigo caminando hacia la entrada, pensando que ninguno de los dos se dignará a contestarme.

-¿Sabes? Creo que nos vendría mejor que pusieras velitas por toda la casa, en la encimera, en la mesa del comedor, en la piscina... Bueno con una casa tan lujosa dan ganas de probar cada habitación.-Pero me equivoco, porque Júlia siempre ha tenido una mecha muy corta y lo demuestra con su contestación. Adrián se apresura a reírse con ganas, porque ambos se lo toman a broma, pero a mi se me sube el vómito a la garganta y creo que sería capaz de desmayarme ahora mismo si no fuese por las luces luminosas de la entrada al reservado que me mantienen con los pies en el suelo. Adrián le pasa la mano por encima de los hombros y se acerca a darle un beso cariñoso encima de la cabeza.

The Way You Say My Name-Yo Soy PlexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora