La junta con el trabajo había acabado rápido para mi suerte. Grabé mi primer toma y me sentí en el ritmo de nuevo, aunque inevitablemente sentía que algo me faltaba.
—Ya sabes el refrán, el que ríe último, ríe mejor.—Emilia nos había llevado a un centro comercial con la excusa de que un poco de exposición social haría mantenerme al margen de lo que se vendría para mi fama. Como sea, solo eran excusas para jugar al casino con Becky.
—Eso es de anciana.—continué tomando mi helado de chocolate, mirándolas a lo lejos. Hasta que algo captó mi atención.
Había una pequeña tienda de libros en la cual, en su vitrina resplandecía un tomo de "Culto Asmodeo y Lilith". No tenía mucho sentido agregar a Lilith, pero no tenía idea de nada acerca de ello, así que callé mis críticas. Enseguida me metí dentro y lo compré, no había nadie en esta tienda y el hombre que atendía era muy amable.
—¿Te estás iniciando en el mundo del ocultismo?—me entregó el paquete con el libro dentro.
—Algo así.—él asintió y me hizo una señal de que siguiera su mirada.
—Aquellos libros te servirán luego de que leas aquel otro, ven aquí cuando lo termines.—habían más libros similares de los que creía que podrían caber en una estantería.
—Gracias. Lo veré lue...—volteo mi torso para irme de la tienda hasta ser golpeada por otro cuerpo de mujer inconfundible.
—Dios mío, Eleonor. ¡Qué susto me diste!—su aroma de fresias me invadió automáticamente cuando envolvió sus brazos en un fuerte abrazo.
—Tampoco soy tan fea.—pellizco su mejilla en una gran sonrisa.
—Tú estás muy lejos de ser lo que estás diciendo.—si no podría haberlo visto mejor, ahora ella estaba desnudándome con la mirada hasta que sentimos un audible carraspeo.
—Violet, tienes trabajo qué hacer.—el señor por primera vez se puso serio y la mujer solo bufó burlona.
—No sabía que trabajabas en una biblioteca.—ella se da vuelta y me mira alegremente, jugando con sus ondas azabaches.
—Bueno, aquel gruñón es mi tío. Considéralo como un aporte familiar.—abrí los ojos grandes ante la declaración, sin duda tenían su parecido.
Su tío había desaparecido de un momento a otro y ella aprovechó la oportunidad para cerrar la distancia entre nosotras.
—¿Cuándo iré a tu casa?—su lengua pasó por sus labios y enseguida mis ojos siguieron su recorrido, sus manos errantes estaban a punto de tocarme. Ella no era como Alejandra, Ada o...alguien más, ella era muy invasiva e improvisada. Casi dulce.
—¿Estás libre esta noche?—su sonrisa se ensanchó y asintió varias veces con sus ojos relucientes. No pude evitar besar sus labios rosados.—Bien, porque te voy a malcriar.
Con esa promesa en boca me fui a buscar a mis amigas, quienes seguían absortas en el mismo lugar. Simplemente fingí haber estado siempre allí.
—No creas que no me di cuenta de lo que hiciste.—dijo Emilia aún con su mirada en el juego. Tragué saliva.—Aunque, ¿sabes qué? Eso es mejor que te hayas ido de fiesta para drogarte.
Me tocó de nuevo tragar saliva con el recuerdo de Violet trayendo las pastillas que le pedía. Solo asentí a Emilia, suponiendo que ella me vería de alguna forma u otra.
Una vez que ambas decidieron volver al auto, en el trayecto mi teléfono comenzó a sonar y lo tomé inmediatamente.
A:—¿Quién era ella?
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Abstinencia
RomanceEleonor Schmidt es una ídola de hollywood y del mundo buscando seguir su trayectoria, para beneficiar aún más el papel de una periodista en manos de vampiros deberá investigar cultos hasta toparse con uno en particular... Su manager le recomienda qu...