Capítulo 14 - Sacrificio para el amo

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Me costaba creer que le agradaba realmente a una persona hasta el hecho de llevarme a su hogar, sin buscar nada a cambio. Pero era la realidad que estaba viviendo con Ada, no tenía a nadie más que a ella.

¿Cómo podría juzgar sus intenciones?

Casi se entrometió un pensamiento invasivo en mi mente, un ente susurrante que me advertía del peligro en donde recalca los últimos momentos de mi vida hasta ahora, en todos los estragos estaba involucrada la persona que tenía en frente en este momento.
No podía culpar solo a una persona cuando permití que todo sucediera, independientemente del creador del caos. Tragué saliva y seguí con mi plato, divagando entre emociones.

¿Y si ella me llevó a todo esto?

—Eleonor, estás jugando con tu comida.—desde la otra punta de la mesa que parecía ser infinita y solo iluminada por el candelabro antiguo que estaba sobre nosotras, Ada me sonrío de manera amable y se acercó hasta mi lado—¿Te sientes bien?

Tocó mi frente con el dorso de su mano y luego examinó mi temperatura corporal por las mejillas, el cuello, los brazos...

—Estoy perfectamente.—me removí incómoda en mi asiento, carraspeando.

Los últimos días estuve escondida en el edificio donde vivía Ada y su culto, incluso boté mi antiguo teléfono. No podía enfrentar lo que había ocurrido en el estreno, todos habían...

—Estás temblando, déjame llevarte al dormitorio.—mi mirada bajó a mis manos, fue cuando noté mis uñas moradas.

Suspiré, había evitado tocar el tema porque cada vez que intentaba hacerlo Ada lo evadía o simplemente me desmayaba repentinamente. Sin poder concluirlo.

—¿Ada, todos murieron?—levanté mi vista hasta dar con sus ojos vacilantes por la repentina pregunta. Ella estaba por ayudarme a levantarme de mi asiento, pero se detuvo.

—Creo que sabes la respuesta.—una lágrima finalmente se desliza por mi rostro. La habitación se hacía cada vez más oscura pero luché por encontrar las palabras en mi garganta.

—¡Nunca me dijiste que eso era parte del trato!

—Correcto, no lo era.—me obligó levantarme tomándome del brazo, quedando casi a su altura. Fruncí el ceño por el dolor—Era un mensaje sagrado y tú eres la primer humana en leerlo porque te lo ordené.

—¿Y tú no lo leíste? ¿Ni siquiera lo oíste? ¡¿Es por eso que estás ilesa?!—ella me acalla con su mano.

—No soy como tú.—solté un bufido en resignación, estaba enfadada.

—Lo único que haces es darme respuestas vagas. ¿Por qué no me explicas la verdad?—me solté de su agarre a mala gana, el respaldo del asiento fue mi ancla para no perder el equilibrio—¡No tengo a nadie, eso no era lo que yo–

Una picazón colmó mi mejilla, tardé unos segundos en comprender que Ada me había dado una bofetada.

—Ten cuidado, recuerda tu lugar.—la miré impactada, las lágrimas salieron con más fuerza cuando no vi el remordimiento en su expresión—Tenías que reproducir un mensaje, los humanos no estaban listos para escucharlo, eso explica todo.

—¿Por qué necesitabas eso?—siseo con irritación, mi mano crubió mi mejilla y estaba segura que estaba roja.

—No esperaba las muertes.—suspiró mientras tocaba su collar de rubí—Necesito encontrar al humano que tiene una piedra que me fue robada. Una piedra que todo humano desea poseer.

Como si leyera mi mente, volvió a hablar.

—Ese mensaje activa una conexión directa con el dueño actual de la piedra...y encontraría su ubicación.—sus ojos parpadean y me encuentran, dándole una mirada siniestra—Tú tienes un alcance mundial solo al pararte frente la cámara y eres cercana a mí, por lo que aceptarías el trato de inmediato.

Me dolía la cabeza por el esfuerzo de intentar comprender toda la situación de Ada.

—¿Encontraste su ubicación?—ella soltó una risa reprimida, intentando tapar su boca como si hubiera dicho algo gracioso—¿Qué ocurre?

—Esa es la parte divertida.

—Ada, esto no me hace gracia.—antes de voltear e irme, Ada estaba a centímetros de mi rostro, impidiéndome el paso.

—La piedra siempre vuelve a su amo, yo. Y por alguna razón logró conectarse contigo.

—Ada, no entiendo nada.—tomó mis manos para que no me vaya de nuevo.

—Los ángeles del infierno juegan con el destino de la piedra y mueven las piezas para que vaya de mano en mano. Según ellos, la próxima persona que le ofrecerán la piedra, serás tú...

—¿Y...? Estoy esperando.

—Serás tú en tu próxima vida.

—Ada, te creí en todo lo que haces en tu culto pero esto...es demasiado. Iré a mi casa esta noche.—abandoné el salón dejando a la mujer sola y perpleja, fuí a su dormitorio por mis pertenencias. Un ruido sordo me hizo dar un respingo en mi lugar cuando la puerta se cerró.

—No te irás.—la miré con ira, la rabia subía por mi cuerpo y mi respiración se agitaba cada vez que revivía el golpe en mi mente.

—Tengo derecho a hacerlo.—se acercó a pasos apresurados hasta mi posición y me tomó el cuello, haciéndome caer sobre la cama.

—Eleonor, no soy muy paciente y quiero lo que me pertenece. ¿Los humanos como tú cuánto viven...? ¿Ochenta, noventa años, tal vez?

—¿Qué carajo dices?—intenté salir de su agarre pero solo hizo intensificarlo.

—Es demasiado tiempo, incluso para mí. Sólo quiero adelantar un poco la espera.

No había notado la daga que llevaba en la mano hasta que sentí el objeto punzante en mi cuello, pude notar un poco de líquido correr por mi pecho y la desesperación me invadió. No conocía sus límites y eso me aterraba. ¿Cómo podría escapar?

—Ada, por favor, déjame ir.—un sollozo se escapó de mis labios, mis brazos estaban aprisionados sobre mi cabeza.

—Antes me pediste que te lo explique todo y creo que lo haré.—se acomodó sobre mí y apretó mi cuerpo con más fuerza, lo que me hizo soltar un quejido de dolor—Ada fue asesinada por su hermano menor, el único sobreviviente del incendio, la razón fue la envidia y unos años después él también falleció por un error que cometió en sus rituales. Los demonios se cobran cualquier falla.

—¡No quiero oírte!—me amenazó nuevamente con la daga, la subió hasta mi ojo izquierdo y apretó solo un poco en su costado, lo suficiente para hacer que me calle de inmediato luego de que ella murmuré "sin interrupciones"

Fue fácil tomar el cuerpo de esta mujer y la devoción de sus seguidores, son muy fieles a esta familia. Creyeron que hizo un pacto con Lucifer y éste le devolvió la vida, qué irónico. Fue completamente al revés.

Su rostro se acercó al mío y susurró las últimas palabras, su aliento chocó contra mis labios y su mirada se dirigió allí, me besó por un tiempo largo hasta que me vió con una expresión que percibí como tristeza.

—Lo siento, Eleonor.—el dolor me llegó hasta los rincones más recónditos de mi cuerpo, nubló todo mi razonamiento y me hizo ver rojo, incluso oler algo indescriptible. Intenté gritar pero la sangre me ahogaba, el corte en mi garganta hizo brotar la sustancia roja por todas partes. Emití los últimos movimientos de agonía, hasta en el último suspiro noté un beso en mi frente.

(. . .)
Cargué su cuerpo inerte por los pasillos desolados, me tomé mi tiempo para contemplar su rostro. Parecía un ángel caído, justo como yo. Sin tener conciencia de la crueldad del mundo, quería cuidarla como una flor que nace en el suelo y debe sufrir el miedo de ser pisada y asesinada por un extraño.

Justo lo que ocurrió.

Pero quería pretender que todo esto tenía una buena razón y que pronto podría verla una vez más. No quería admitir el aferro absurdo que se formó en este tiempo con Eleonor, pero ahora estaba muerta y no tenía sentido negarlo.

Dejé su cuerpo en el suelo del jardín estrellado, parecía que estaba durmiendo tan pacíficamente. Seguro que estaba a punto de nacer en otra vida mucho más feliz que esta.

Eso espero...

AbstinenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora