C1 || La chica de la bufanda

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Si escuchaba un solo "te lo dije" más, Jihyo iba a cometer homicidio. Sin embargo, como acababa de hacer las paces con Nayeon y Jeongyeon, se tragó sus palabras y siguió caminando a través del recinto del instituto en completo silencio.

Estaba un poco cansada por la fiesta de pijamas de la noche anterior. Con sus amigas, existía esta peculiar tradición de celebrar cada noche todas juntas una semana antes de Navidad. Dado que durante las fiestas no podían juntarse porque las celebraban con sus respectivas familias, y tampoco eran capaces de verse hasta después de Año Nuevo, crearon su propia manera de festejar.

Jihyo había perdido la cuenta de bostezos que había soltado en toda la mañana. El único inconveniente de su tradición es que coincidía con la última semana de clases del instituto. Madrugar seguía siendo una obligación, y Jihyo pensó que morir mientras escuchaba la aburridísima charla de su profesor de historia moderna sería en realidad un privilegio.

Las clases pasaron como si hubiera ojeado las páginas de un libro. Finalmente era la hora del almuerzo y Jihyo decidió que necesitaba el café más potente que pudiera encontrar en la máquina del vestíbulo. Allí se encontró con Jeongyeon y Nayeon, quienes estaban un curso por encima de ella, y en esos momentos tenían bastante mejor aspecto que Jihyo.

En su defensa, Jihyo se pasó gran parte de la noche lloriqueando por su desastrosa cita mientras bebía chocolate caliente y cantaba canciones de desamor a todo pulmón. Jeongyeon había intentado apoderarse del altavoz para poner villancicos o cualquier otra canción para cambiar el estado de ánimo, pero Nayeon se subió al barco de Jihyo, y juntas cantaron como si hubieran atravesado tres divorcios en menos de un año.

Al final, Jeongyeon se resignó a escuchar, y al menos agradeció que las dos deprimidas tuvieran buena voz y fueran capaces de afinar lo suficiente para no romper las ventanas. Solo detuvieron el escándalo cuando la madre de Nayeon las mandó a callar cerca de la medianoche.

—Mira a quién ha traído el viento —dijo Nayeon al percatarse de Jihyo, que llegaba arrastrando los pies.

—Necesito un café —gimió Jihyo y se desplomó en las taquillas más cercanas.

—Se nota —se burló Jeongyeon—. Vamos a la cafetería.

Jihyo se puso rígida al ver que sus dos amigas se disponían a ir a la cafetería, donde podría encontrarse con el resto de alumnos de todos los cursos. No, de ninguna manera... Jihyo se negaba a someterse a la humillación de encontrarse con Minji después de lo que ocurrió la noche anterior.

—Es más rápido si me compro un café de la máquina. ¿No preferís almorzar en el patio?

Nayeon casi soltó un chillido como si Jihyo hubiera propuesto saltar de un avión sin paracaídas.

—¿Bromeas, Park? ¡Hace un frío de muerte!

—Sí, yo también prefiero la calefacción de la cafetería —convino Jeongyeon—. ¿Qué te pasa?

Los pies de Jihyo parecían pegados al suelo con silicona. No le apetecía ver a Minji. Seguramente estaría con su grupo de amigas en alguna mesa, hablando a espaldas de Jihyo y burlándose a su costa.

—Nada —mintió Jihyo, aferrando su bolso con más fuerza de la necesaria—. Vamos.

—¿Te sientes mal? —le preguntó Nayeon, que también parecía haberse dado cuenta de la reticencia en el semblante de Jihyo.

—No.

—¿Estás segura?

Las puertas de la cafetería aparecieron frente a ellas a unos escasos cincuenta metros de distancia. Jihyo sintió que le temblaban las manos.

Propósito de Navidad ➳ SaHyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora