C2 || La chica del regalo

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El día iba a ser pésimo. Sana lo había determinado por el simple hecho de que perdió el autobús. Para colmo, cuando llegó al aula por las justas, Momo, su mejor amiga, le recordó que había olvidado redactar la propuesta de la clase para el festival navideño del instituto. Como era parte del comité escolar y delegada de su clase, Sana tenía la responsabilidad de organizar eventos y representar a su curso, entre otras actividades.

Sus compañeros habían votado por crear un puesto de galletas y bebidas calientes, y lo único que Sana debía hacer era llenar el formulario y presentarlo con la profesora Minjeong, la tutora de la clase 2-A. Iban a degollarla viva por olvidar lo más importante cuando todos los demás ya habían terminado de detallar todo lo necesario para su puesto, desde los uniformes con ínfulas de mayordomos ingleses, hasta la decoración pesada de Navidad.

En los descansos entre clase y clase, Sana se dedicó a escribir como una posesa. Al caer la hora del almuerzo, estaba exhausta y hambrienta, pero logró terminar la propuesta con éxito. Antes de bajar a la cafetería, se desvió a la sala de profesores para entregar el formulario, abordando a la profesora Minjeong con una avalancha de disculpas antes de huir. Había estado tan ocupada con el trabajo que olvidó por completo el festival navideño del instituto, pero como, por alguna razón que Sana desconocía, los profesores la adoraban, decidieron aceptar la propuesta a pesar de que la había presentado con retraso.

Un problema menos. Lo único bueno en lo que Sana podía pensar es que era la última semana de clases y no tendría que volver a pisar el instituto hasta el mes siguiente, después de las fiestas. El pensamiento le arrancó una sonrisa. Irradiaba más entusiasmo y optimismo, sobre todo cuando finalmente consiguió llenar su estómago.

No obstante, hubo un pequeño contratiempo durante el almuerzo por culpa de una chica que siempre sacaba lo peor de ella.

Por lo general, Sana no se metía en problemas. Ella no solía saltar a defender a nadie como una heroína sin capa, pero aquella mañana coincidió que tenía los nervios a flor de piel por entregar el formulario con el tiempo en contra, que un estómago vacío era sinónimo de mente en blanco para ignorar las consecuencias, y que siempre había odiado a Hwan Minji. La chica nunca le había hecho nada malo como tal, pero a veces intentó hablar basura de Mina, una de las mejores amigas de Sana, a sus espaldas, y eso la envió de cabeza a los primeros puestos en la lista de personas que Sana menos toleraba.

Ella y Momo habían tenido que coserse los labios más de una vez por petición de la propia Mina. Ella estaba un curso por debajo y era demasiado buena para su propio bien. No quería que ninguna de las dos tuviera problemas por darle cuerda a las habladurías de Minji, pero Sana sabía que Mina era demasiado tímida y callada para defenderse por sí misma. Por tanto, aunque nunca amenazó a Minji como le hubiera gustado, ella y Momo orbitaban alrededor de Mina para que todo el instituto supiera que la miembro honorable del comité escolar y la miembro más destacada del club de danza la respaldaban como dos sabuesos sin correa.

El incidente en la cafetería, sin embargo, no se dio porque Sana quisiera defender a su amiga. Mina no estuvo en boca de Minji desde hacía meses, y Sana se habría olvidado de ella si tan sólo no tuviera el nombre de alguien más en la punta de su afilada y podrida lengua. Cuando Sana oyó por casualidad que se burlaba de una chica por tener menos ceros en la cuenta de lo que ella creía, su vena heroica, ya de por sí, sensible, explotó como una bomba de destrucción masiva. ¿Quién era ella para criticar la posición económica de nadie?

Quizás también se lo tomó como algo personal porque Sana provenía de una familia humilde. Sus padres vivían en Japón y le pasaban una manutención mensual a su abuela, con quien Sana vivía desde los trece años, pero a veces no alcanzaba a cubrir todos los gastos. Por esa razón, a pesar de la reticencia de su abuela, Sana decidió buscar un trabajo a tiempo parcial. No le pagaban demasiado, y el próximo año tal vez tendría que dejarlo para poder centrarse en el examen de ingreso a la universidad, pero mientras pudiese ayudar, Sana tenía claro que lo haría hasta el final.

Propósito de Navidad ➳ SaHyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora