Canción de Roma: Entre Amistad y Amor

Noches de Juventud

Las noches en Roma se volvían vibrantes cuando la ciudad despertaba en la oscuridad. Entre luces parpadeantes y música que inundaba las calles, Leonard e Isaac, en su adolescencia, se aventuraban a fiestas clandestinas y eventos underground que escondían historias nocturnas.

En una de esas noches, el bullicio de una fiesta clandestina los atrajo. Risas, conversaciones efervescentes y el sonido de la música llenaban el lugar. La energía de la juventud era contagiosa.

Isaac se dejó llevar por la emoción del momento y, entre risas y copas, se excedió un poco con el alcohol. Leonard, siempre más reservado, observaba con preocupación.

—¡Vamos, Leonard, diviértete un poco más! —exclamó Isaac, con el tono festivo que el alcohol le otorgaba.

Mientras tanto, Giulia estaba ahí, moviéndose entre la multitud con una sonrisa radiante. En un momento de pausa, Isaac se acercó a ella, buscando compartir una charla amistosa.

—Giulia, ¿cómo te ha parecido la fiesta hasta ahora? —preguntó Isaac, ligeramente tambaleante.

Ella rió con suavidad, su mirada cómplice mostraba una comprensión más allá de las palabras.

—Es genial, ¿verdad? Me encanta sentir la energía de la ciudad en noches como esta —respondió Giulia, su tono revelaba una seguridad propia.

Mientras charlaban, Giulia dejó entrever detalles de su vida, mencionando historias con su novia, evocando recuerdos de momentos especiales que compartían. Sin embargo, en medio de la conversación, la realidad golpeó a Isaac. El entendimiento gradual de que Giulia no solo era una amiga cercana, sino también una mujer enamorada de otra mujer.

El alcohol emborronaba su mente, pero esa revelación se quedó grabada en su conciencia. La sorpresa inicial se mezcló con un sentimiento de aceptación y complicidad. Giulia había confiado un aspecto importante de su vida a Isaac, quien guardó el secreto respetuosamente.

Entre risas y confidencias, esa noche reveló facetas de sus vidas que, aunque sumidas en la oscuridad de la noche romana, dejaron una huella imborrable en la mente de Isaac.