𝐗𝐗𝐗𝐈

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ENID'S POV:

La luz del sol me golpeó los ojos de manera tan intensa que me hizo desistir de la idea de seguir durmiendo. Cada parte de mi cuerpo parecía recordarme la acción de la noche anterior; me dolían hasta las pestañas.

Desperezándome y buscando refugio entre las sábanas, noté que mi novia no estaba a mi lado. 

En ese instante, la puerta del baño se abrió, y allí apareció ella, fresca y recién salida de la ducha. Gotas de agua resbalaban por sus brazos mientras lucía una camiseta holgada en un tono azul marino. Me quedé mirándola, preguntándome en qué momento había decidido romper con su preferencia por el negro. 

Pero, a medida que se acercaba, algo en su mirada y la forma en que sus labios se curvaban, borró cualquier rastro de cansancio de mi mente. Todo lo que quedaba en mi mente era la admiración de su perfección. 

¡Agradecía al cielo que fuese domingo! Quiero pasar todo el día con ella, disfrutando de una forma romántica. Incluso si decidimos quedarnos en la habitación, estaría feliz de compartir ese espacio con Mer.

Se acercó a mí y selló el momento con un corto beso, para luego deshacerse de la toalla que llevaba en la cabeza y lanzármela a la cara. Molesta, pero no podía evitar reírme con esa acción.

— ¿No vas a bañarte? — preguntó con un tono burlón en su voz. — Sucia.

— Oh, sí. Me bañaré cuando pueda moverme. Por ahora, siento dolor en cada parte de mi cuerpo. — Respondí, con ojos de cachorrito abandonado. — Vuelve a la cama, amor.

— Ni loca. Ya son las 2 de la tarde. — Dijo con mucha tranquilidad.

— ¡¿Y por qué no me despertaste?! — reclamé.

Con algo de dificultad, me levanté rápidamente y revisé la hora en mi teléfono. La pantalla brillante marcaba las 9:43 de la mañana.

— Te mataré, Merlina Addams. — Dije, para luego lanzarme sobre ella y juguetear bruscamente.

Nos miramos con ojos chispeantes, totalmente enamoradas. Estar juntas en un domingo tranquilo era la mejor sensación del mundo. Mientras yo dormía, Mer se ocupó de comprar algo de comida para las dos. 

El suave aroma del café llenó la habitación, compartimos un desayuno tardío que ella había preparado con cariño. Amaba esta parte de ella, la parte que nunca le ha mostrado a nadie. Me hace muy feliz ser especial, ser la única a la que trata de esta manera. 

Salimos de nuestra pequeña burbuja y decidimos dar un paseo por la escuela más tarde. Aunque era domingo, el campus tenía una serenidad encantadora. Conversamos sobre trivialidades y reímos juntas. Mer tenía esa habilidad única para hacer que el tiempo se detuviera cuando nuestros ojos se encontraban. 

Regresamos a nuestra habitación. Mer, por lo general tan reservada y fría, se transforma en esta persona amorosa y apasionada cuando estamos a solas. Mientras ella se sumerge en su mundo para escribir su novela, decido pasar un rato a su lado.

La veo sentada frente a su querida máquina de escribir, concentrada en cada palabra que escribe. Su expresión seria y sus ojos enfocados revelan el mundo creativo que tiene dentro. Me acerco con cautela y la abrazo por detrás, dejando un suave beso en su hombro. Es un gesto pequeño, pero sé que demuestra el amor que siento por ella.

— ¿Cómo va la novela, amor? — Le pregunté. 

— Avanzando. Estoy en una parte interesante. — responde sin apartar la vista del papel.

Decido no molestarla mucho y me siento en la cama a observarla trabajar. Aunque Mer pueda parecer distante para otros, yo conozco la cálida llama que arde en su interior.

Después de un rato, decido darle espacio y salir a dar un breve paseo. Me pongo una bufanda, no tanto para protegerme del frío, sino más bien para cubrir las marcas que me había dejado la noche anterior. Sonrío levemente al recordarla.

Cierro la puerta con cuidado, dejando a Mer inmersa en su creatividad, y me dirijo a la habitación de Yoko. 

Paso ahí la tarde, junto a mi amiga vampirezca. Hay muchas risas, hasta que decide cuestionar mi elección por la bufanda. A su parecer, hacía bastante calor. Jugueteando, forcejeó hasta quitarmela y revelar las marcas que escondía debajo. 

— Eres una puerca, Enid Sinclair. — Dijo, arrugando la nariz. 

— ¡Cállate! — Reí. 

Me rogó por detalles, pero no le di el gusto. Solo con haber visto mi cuello ya sabría de qué se trataba. Comencé a extrañar a mi novia, así que le dije a Yoko que me iría. Me levanté y volví a ver a Merlina. 

Cuando entré, ella estaba mirando hacia la puerta.

— Estuve esperandote mucho, mi hora de escritura terminó y no estabas aquí. Dime, ¿donde andabas? — Dijo. Es tan tierna.

— Estaba con Yoko, no quise molestarte. — Contesté.

— No me molestabas. Tonta. — Puso los ojos en blanco al decir esa última palabra. 

Me acerqué y la besé.

Más tarde, fuimos a la cafetería de Nunca Más a almorzar. Las miradas no se me quitaban de encima. Todos podían ver lo rojo de mi piel en la zona del cuello. No sabía que esto atraería tanto la atención. Con un gesto, le muestro a merlina mi nerviosismo, a lo que ella responde con una mirada asesina a cada uno de los que me mira más de lo debido. 

La amo demasiado. 

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gracias por leeeeerrr :3 
espero que no hayan muerto.

Don't Wanna Say - Wenclair (G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora