Capitulo 8: imprevistos
Anthony siempre había vivido como beta y eso lo agradecía al cielo. Su vida había sido relativamente fácil sin ser afectado con el tema del celo ni nada de aquello, veía como su hermana gemela, Molly tenía que sufrir los pormenores de ser Alfa, descontrolándose cuando un Omega pasaba cerca, con todo el tema de las feromonas y aquello. (tampoco es que tuviera muy informado, no era su tema). El jamás le había prestado mucha atención a todo aquello. Tenía un grupo de amigos que sufría las consecuencias del segundo género y agradecía ser un simple beta, la vida era más simple. Alastor, su amigo mas cercano, era alfa, pero jamás se había interesado en ningún Omega, jamás le habían afectados las feromonas de nadie ¿Realmente era alfa? A veces cuando compartían un trago después del trabajo le preguntaba sobre su condición y lo único que obtenía eran evasivas.
-¿No te gusta hablar de sexo?—le preguntaba cuando el alcohol le había afectado su sistema.
-No, me hace sentir incómodo—y eso le llamaba aún más la atención.
-Pero si es algo natural…—
-¿Tú has tenido mucho?—desvió la mirada, se le veía un poco molesto.
-¿Qué pregunta es esa?—sonrió—soy bastante popular ¿Sabías?—Se arreglo el pelo, en un gesto coqueto. Alastor lo miraba con los ojos brillantes. Ese cabello rubio, esa piel blanca y lechosa, era exquisito, estaba enamorado de él desde siempre, lo admiraba de lejos, sin ver nunca un interés real, recíproco. Por su mente, pasaban los pensamientos de odio hacia la condición de Anthony, la de ser beta y estar extenso a toda esta parafernalia de las feromonas y la pareja destinada. En su afán de locura ,investigo sobre los betas y vio un artículo bastante interesante donde, si estos se exponían constantemente a las feromonas de un alfa dominante, podrían despertar su segundo género, podían volverse Omega. Por lo que todos esos años había estado exponiendo a Anthony a sus feromonas, con la mínima esperanza de que se volviera su pareja destinada, por qué si, el creía en ese cuento de fantasía que se relataba en los libros. El creía que cada alfa tenía su Omega y el sabía a ciencia cierta que Anthony era el suyo.
-Lo se, eres bastante guapo—le respondió. El alcohol estaba haciendo lo suyo, soltando las lenguas. Anthony se sonrojo y desvío la mirada, no sabía que su amigo pensaba así de el.
-El punto –intentó desviar el tema—es que el sexo es algo para disfrutar, nada pecaminosos. Si dos cuerpos jóvenes se gustan y están dispuestos ¿Por qué no hacerlo?—Alastor pensaba en aquello, jamás le había interesado el sexo con nadie más que con el rubio que tenía delante ¿Estaba intentando que lo dejara ir? ¿Él sabía sobre sus sentimientos?.
-Debería intentarlo—susurro y el ambiente se puso un poco pesado. Siguieron viviendo un poco más hasta quedar lo bastante borrachos para perder el hilo de las conversaciones. Se fueron hacia la casa del castaño, quedaba más cercana. Con una concentración sobrehumana intento abrir la puerta, acostar en la cama a su amigo e ir al baño a refrescarse. Vio el cuerpo del rubio, con la camisa abierta y el cabello levemente desordenado y le sobrevino un calor por todo el cuerpo, ardiente y afiebrado, sentía su piel como lava, con su corazón a punto de explotar. Sus mejillas estaban encendidas y jadeaba despacio, dijo algunas maldiciones al cielo. Su celo había empezado en el peor momento. Abrió su cajón, encontrando en frasco de sus supresores vacío, con rabia, lo tiró con fuerza al suelo.
-¿Estás bien?—Anthony se había despertado. En su estado etílico se había quedado dormido en cuando toco la cama, pero sintió el sonido que hizo el frasco romperse.
-N-no es nada, vuelve a dormir—hizo todo el esfuerzo que tenía en su poder para no saltarle encima a su amigo. Anthony lo miro indispuesto, su propio cuerpo había empezado a despertar. Sentía mucho calor, un olor dulzón en el aire ¿Vainilla? ¿Canela?. Se levantó y se acercó a su compañero quien retrocedió hasta estar atrapado en la pared, lo olfateo y efectivamente era el ¿Desde cuándo era tan perceptivo a los olores? ¿Era su idea o veía más atractivo a Alastor?
-¿Desde cuándo hueles tan bien? –se abrazo a el sintiendo el miembro despierto del castaño.
-Basta, Anthony, no por favor—intentaba alejarlo pero el rubio se apegaba más y más a su cuerpo.
-¿Estás en celo?—le susurro cerca del oído. Alastor soltó un gemido, tan solo el tacto del aliento cálido del rubio, había bastado para excitarlo a tal punto que estaba a punto de correrse.
-Es mejor que me vaya—susurro tratando de alejarse pero una mano le aprisiono el miembro.
-El problema es que estoy igual que tú, tienes que hacerte cargo—con su otra mano lo guío hacia su propio pene tocándolo por encima de la ropa—no sé por qué hoy te veo tan, pero tan deseable—lo beso, no podía más. Alastor mando a la mierda su cordura y lo llevo hasta la cama para besarlo como nunca había besado a nadie. Estaba como una fiera, tocando toda la piel que podía, agarrando los muslos, besándolos, mordiéndolos, todo en el rubio olía exquisito y sabia de la misma forma. Estaba dispuesto, mojado, con sus dedos lo penetró, tocando el punto increíble que hizo que Anthony arquera la espalda.
-Anthony—no podía despegarse de el, simplemente no podía. Había soñado tanto tiempo con esto, con besarle todos los recovecos, con hacerle sentir bien y escuchar los jadeos de placer, de ver aquel rostro contraído en una mueca de puro éxtasis.
-Alastor, así que eras un amante experto—dijo levantándose un poco, viendo como lo penetraba despacio. Se veía tan erótico, tan varonil desde su punto de vista.
-Solo contigo—aquella frase fue enigmática, pero no tuvo tiempo de pensarla mucho. Las embestidas comenzaron, frenéticas, con fuerza, tratando de alcanzar la culmine del placer. Anthony jamás había sido amado de aquella manera, nadie se había preocupado tanto de que si le gustaba o no lo que estaba sucediendo. Alastor era realmente un conocedor de las artes amatorias. Sabía en que posición se sentía aún mejor, más profundo. Sabía dónde besarle para que soltará un suspiro, sabía cómo masturbarlo, lento, con ritmo, frenético, aprendiendo todas las manías y gustos del rubio. estuvieron toda la noche así, unidos por el deseo y el placer. Lo hicieron en la mañana, la tarde y en la noche, no podían separarse, no podían dejar de tocarse y besarse. Adictivo, aquella era la palabra que sentían los dos, una especie de fuerza sobrenatural no les permitía estar más de cinco minutos lejos del otro. Cuando tocó volver al trabajando, todo había cambiado entre ellos, ya su relación no era la misma por mucho que intentaron obviar el hecho de que se habían acostado múltiple veces. Salían a tomar un trago con los demás y trataban de actuar con normalidad, pero sus miradas se perdían y desafiaban en el otro ¿Había surgido otro tipo de sentimiento entre ellos? Se sentían más unidos, a veces un roce bastaba para que sus corazones se acelerarán pero ninguno daba el primer paso.
**
Cuando empezo con aquellos extraños síntomas, lo atribuyó a un resfriado. Cansancio extremo, vómitos y mareos, decidió tomarse un par de días de licencia y cuando vio que los medicamentos no hacían efecto, decidió visitar el médico. Este le hizo una exploración completa más unos análisis de sangre y el diagnóstico lo dejo pasmado: estaba embarazado. Casi se desmayaba de la impresión, aquello era imposible, el era beta y siempre lo fue.
-A veces la gente que estuvo expuesta a las feromonas de un alfa por mucho tiempo puede despertar un segundo género—no tenía idea de lo que le decía, parecía que le hablara en otro idioma. Mientras tanto su mente máquina con el tema del bebé. Era de Alastor, no tenía duda alguna ¿Le diría que serían padre? No, no podía decirle ¿Qué harían los dos con un hijo? Eran jóvenes, trabajadores y con toda la vida en adelante. Mientras tanto el doctor le conversaba sobre sus opciones, le habló sutilmente sobre el aborto en caso de no quererlo y el acepto sin pensarlo mucho, quedó agendado, ya se arreglarían los detalles por correo. Mientras tanto intento por todos los medios evitar a su compañero, no podía verle a la cara después de todo aquello. Debía sufrir en silencio, no podría soportar que el castaño lo odiase por ser así de estúpido, o por ser una aberración genética. Unas lagrimas refalaron por sus ojos y el de ojos rubí se preocupo, había notado a su compañero un poco extraño y enfermizo, además de más sensible de lo usual. Anthony le dijo que todo estaba bien, que no se preocupara pero justo en aquel momento le llegó el correo de la clínica y justo Alastor vio la pantalla del celular y se enteró de la noticia. Le tomo de las manos y lo llevo al baño para encararlo.
-¿Pensabas decirme?—estaba enojado. No podía creer que Anthony le ocultar algo tan importante.
-¿Qué te hace pensar que es tuyo?—le miro enojado.
-¿No lo es? Además ¿No eras beta?—allí le explicó sobre lo que le dijo el doctor. Alastor reprimió una sonrisa, no podía creer que después de tanto tiempo hubiera funcionado su patético plan.
-La cosa es que no lo tendré—sentencio.
-No me respondiste ¿Es mío?—lo miro intenso a los ojos. Anthony aparto la mirada, no podía mentirle—ya veo ¿Y por qué no lo quieres tener?—
-¿Te estás escuchando? Somos jóvenes, no sé tú pero en mis planes nunca estuvo el tener hijos, además, yo no arruinarte el futuro—susurro. Estaba sensible, los cambios de humor estaban haciendo estragos en su cuerpo, quería llorar y gritar al mismo tiempo.
-Si es contigo, si quiero tenerlo—Anthony levanto la mirada.
-¿Qué estas diciendo?—
-Te amo, desde que te conocí—silencio. El rubio se sonrojo y unas lágrimas brotaron de sus ojos, odiaba estar así de sensible. Alastor lo abrazo y el joven pudo oler el delicioso olor de su compañero—Debe ser una conmoción para ti enterarte de todo, pero créeme que no te dejaré solo y te acompañaré en todas las etapas del proceso—
-¿Incluso con el bebé?—
-Sobre todo con el bebé—le abrazo tiernamente, acunando su cabeza entre sus poderosos brazos. Libero feromonas para calmar al rubio, suspirando en paz. Toda aquella noticia le había estresado, jamás pensó que su condición cambiará ni menos quedar embarazado de su amigo.
-Tengo miedo—susurro. No se había planteado el tema del amor, claro, quería a Alastor, pero ¿Amarlo? Y ahí le surgió la duda ¿Cómo el castaño había ocultado tanto tiempo sus sentimientos? ¿Lo que sentía era realmente amor o sus hormonas estaban enloquecidas por la proximidad de Alatsor?, ¿Cambiaría algo al ser Omega?
-Yo estaré contigo, cariño—lo miraba con expresión de amor.
-¿De verdad me amas?—como había podido soportar tanto tiempo.
-Desde siempre—le beso las mejillas, limpiando suavemente las lágrimas rebeldes.
-Si es así, lo haremos—sellaron con un beso aquella palabras.
**
Había nacido un bebé hermoso de piel blanca como la nieve, cabello castaño claro y ojos morados, brillantes cuál gemas. Anthony había aprendido a amar a su ahora esposo que le acompaño en los mejores y peores momentos del embarazo. Le sostuvo la mano en el parto, lo abrazo cuando sentía que no podía más, le acariciaba la espalda en las náuseas matutinas, todo aquello le hizo enamorarse de a poco y ahora sentía que no podría vivir sin el y eso le asustaba y le encantaba. Viéndolo como miraba a sufijo, sentía que no tenía nada que temer, le amaba y era correspondido. Se acercó, beso a ambos y se sentó junto al castaño para contemplar al hermoso hijo que habían creado.
Fin
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"Historias cortas: Radiodust"
Short Story*Como se lee en el título, son pequeñas historias que intentaré subir cada semana. Si tienen alguna sugerencia estoy más que feliz de escucharlas*