"China"

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Capítulo 12: "adicciones"

Había salido desde Inglaterra con toda la ilusión de conocer aquel mítico lugar donde su padre se hospedaba. Ya había cumplido los dieciocho años, estaba listo para las aventuras que, de seguro, viviría. Un amigo de su padre, alguien quien posteriormente trabajaría en la compañía de el, allá, le acompañaría. Serían meses en un barco, sin nadie más de compañía que ellos dos. Indudablemente el amor iba a nacer entre ellos, Anthony lo esperaba, quería casarse y formar una familia, además al conocer a Husk, se dio cuenta lo amable, preocupado y sincero que era aquel hombre. Ojos brillantes color ámbar, cabellera frondosa color negro, piel curtida de trabajo, un total caballero con la ilusión en la mirada y de sonrisa sarcástica. En el barco rieron, compartieron cenas y conversaciones, contemplaron la luna que brillaba en el océano, se tomaron de las manos con un secretismo que les quemaba el estómago, se comprometieron solo un par de semanas de estar juntos y Anthony le calmaba diciendo que su padre lo iba a aceptar como un yerno sin problema, mientras le demostrará ser un buen trabajador. Hubo una pelea, pero al final su padre lo acepto entre risas y cervezas. Anthony jamás entendería a los hombres, eran violentos pero a la vez no sentían rencores, sonrió uniéndose a la carcajada.

Así llegaron a la alejada ciudad de Shanghái, con sus legaciones extranjeras y el rubio sintió nuevamente el ambiente asfixiante y rígido de la alta sociedad londinense. Nada había cambiado, seguían siendo los mismos temas de conversación, las mismas mujeres y su emperifollada forma de vestir, los hombres fumando y tomando Whisky y el sintió que el aire le faltaba. Se disculpo y se alejo un poco por el patio para poder respirar mejor y fue en aquel momento, que lo vio. Estaba andando en caballo, con ropa de montar ajustada color bermellón, su sonrisa coqueta brillaba deslumbrante al igual que sus ojos rubí. Su cabello castaño se mecía con el viento, su piel canela invitaba ser probada. El caballo se detuvo a centímetros de su anatomía y el hombre le pregunto, en una voz clara y sensual, si se encontraba bien. Sus miradas se encontraron, azul contra rojo y el rubio sintió una electricidad que le recorría las entrañas y le hacía que sus mejillas se encendieran. Él le respondió que estaba bien, no había nada de que preocuparse y el hombre se presentó como Alastor Manners, iba a trabajar en el nuevo ferrocarril que estaban construyendo para unir la parte sur con el norte, una nueva manera de comunicación que los chinos creían brujería y magia, pero que tan solo era tecnología e ingeniería. Charlaron un rato antes de que Husk se acercará exaltado por el partido de cricket que había estado jugando. Los dos caballeros se presentaron y Anthony fingió encontrarse bien para volver al campamento, no sin antes dedicarle otra mirada a Alastor.

Las doctora del pueblo, Vaggie, le dijo de forma alegre, que podía trabajar en el hospital cuando quisiera, ellas le enseñarían como ser un buen enfermero. Su padre le alentó a tomar el puesto ya que el debía viajar constantemente cerrando tratos por su empresa, acompañado de Husk, su nuevo empleado y yerno que le cayó en gracia a penas lo vio (sin mencionar la pelea que hubo). Acepto aquel matrimonio con una sonrisa y una exquisita cena en su gran mansión, acompañados de los ingleses más importantes. Alatsor estuvo ahí y le dedicó una sonrisa enigmática al rubio, felicitándolo por su compromiso. Anthony no quería realizar el trabajo de inmediato, quería hacer turismo, quería recorrer los recovecos de aquella cultura que tanto le había llamado la atención en la escuela. Recordaba haberse pasado horas leyendo libros informativos, novelas y demás solo para cuando tuviera que partir, pudiera apreciarlo a ojos vivos. Todos quedaron desconcertados por aquello, Vaggie se molestó pero fingió no hacerlo, su padre, preocupado le decía que no era correcto que vagara por los páramos salvajes sin compañía, solo ahí, el castaño se ofreció de hacer de guía. Husk le dedicó una mirada de odio, pero él le tranquilizó en seguida, que solo lo llevaría, junto a su chambelán, a visitar los templos y lugares históricos. Todos quedaron en silencio, Anthony emocionado, Husk preocupado pero al final, el padre acepto, con la condición de que siempre estuviera un sirviente o dos cuidando sus pasos. En aquel tiempo, habían noticias de bandidos atacando a los extranjeros "bóxer" se hacían llamar, chinos leales al trono, repudiando todo sobre los extranjeros.

"Historias cortas: Radiodust"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora