2. Pronto olvidaré el color de tus ojos

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Se escuchó el fuerte sonido de la puerta siendo cerrada. Era invierno y la nieve caía incesante por toda la ciudad, el cielo nublado casi era gris con nubes atiborradas y el suelo estaba cubierto de blanco, lo suficiente para que al pisarlo se hundiera la suela de sus zapatos. Llegar a los dormitorios había sido una odisea.

Sus mejillas estaban de un rojo intenso, con la cara pálida y las manos frías. Su gorro tenía un poco de nieve, que al quitarlo de su cabeza para colgarlo en el perchero cayó en el suelo. En otras circunstancias habría ido rápido a cambiarse, pero este no parecía ser el caso por los mensajes que recibió esa mañana.

—¿Y? ¿Cuál es la emergencia?— preguntó mirando a sus dos amigos. Chenle estaba sentado en un sillón individual y Jaemin en uno para tres personas.

Jaemin se levantó de inmediato, yendo a abrazarlo a pesar de que su abrigo estaba frío y lleno de nieve. —¡Junnie! Te extrañé muchísimo.

Sonrió, devolviendo el abrazo y fundiéndose en el pecho de su mejor amigo. Era cálido y reconfortante, él también los había extrañado, fueron semanas que se sintieron eternas sin sus dos mejores amigos a su lado.

Chenle lucía entusiasmado, casi saltando en su lugar con un cojín entre sus brazos. —¿Cómo están Jia y Haneul?

—Muy bien, en realidad, Yangyang está haciendo un increíble trabajo con su crianza.

Jaemin y Chenle compartieron una mirada, como si se pudieran comunicar con solo verse. A veces le daba escalofríos cuando hacían eso porque solo significaba que planeaban algo, y ese algo normalmente lo involucraba a él y a su (inexistente) vida amorosa.

Parecían un poco indecisos cuando Jaemin habló. —Bueno... ¿Yangyang y tú se reconciliaron?

Renjun no pudo hacer nada más que suspirar. Sabía que ellos estaban ansiosos porque volvieran a estar juntos y estaba agradecido con ellos por preocuparse, sin embargo, eso fue hace mucho tiempo y aunque seguía amando a Yangyang, ya no era lo mismo.

—No y no vamos a regresar. La ruptura fue hace un año, ni siquiera yo estuve tan triste por esto como ustedes.

Chenle hizo un puchero, poniendo su mirada de cachorro que hacía cuando quería convencer a Renjun. — ¡No quiero que Jia y Haneul tengan padres divorciados!

—Créeme que están mejor con sus padres divorciados.

Eso había sido hace un año y siete meses, cuando ellos llevaban solo cuatro meses de relación. Fueron a una cita por el centro comercial en busca de un regalo para el mejor amigo de Yangyang, recorriendo cada tienda, entrando incluso a ikea e imaginando como sería comprar cosas si en el futuro tenían un lugar al que llamar hogar. A pesar de que el tiempo que llevaban era poco, en ese momento todo se sentía como si fuera a durar para siempre.

Se detuvieron en una tienda de mascotas, viendo a los conejos, tortugas, hámsters y algo que llamó la atención de ambos: peces. Habían acuarios enormes con peces de distintos tamaños, formas y colores. Daban una vista mágica con las luces, las plantas, grava y rocas. No hace falta decir que ambos quedaron enamorados y decidieron adoptar a dos peces betta, que más tarde recibieron los nombres de Jia y Haneul por sus dos autoproclamados padrinos, Jaemin y Chenle.

Yangyang siempre fue el que más los cuidó, no porque Renjun no quisiera, el dormitorio no admitía ningún tipo de mascotas y ya que Yangyang vivía en la casa de sus padres, él decidió quedarse a cargo y compartir todos los gastos con Renjun.

Los chicos no lloran ☆ [noren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora