8. Sumergirse

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🐇𓍢ִ໋🌷͙֒🪐

Desde que Renjun aceptó sus sentimientos hacia Jeno fue como si la caja de pandora se abriera y el mundo de repente fuera de diferentes colores.

Nunca pensó que esa analogía sería cierta, que cuando uno está enamorado todo es color rosa, pero así se sentía cada vez que pensaba en Jeno, en su sonrisa, su pequeño lunar, sus ojos de media luna. Su corazón latía desenfrenado y su estómago se revolvía entre la emoción y los nervios.

Se esforzaba por mantener la compostura y no sobrepensar las cosas, lo cuál era muy difícil porque las acciones del otro le hacían pensar que sus sentimientos eran correspondidos.

Ni siquiera cuando estaban en secundaria se sintió de esa forma, suponía que sus sentimientos eran bastante reales.

Suspiró, tragándose los nervios para finalmente tocar el timbre de la casa y esperar. La casa era hermosa, tenía un aspecto moderno, con grandes ventanales y colores monocromáticos. De niño siempre fue su sueño poder tener una casa así.

La puerta se abrió, revelando a una hermosa mujer con largo cabello negro y piel blanca como la leche. —Hola, tú debes ser Renjun.

El castaño asintió con las mejillas rojas. La madre de Jeno se seguía viendo tan joven y hermosa como recordaba, Jeno se parecía demasiado a ella. Se sintió un poco intimidado, ya que la mujer poseía mucha elegancia.

Ante el silencio, la madre de Jeno, Seulgi, se rió, abriendo más la puerta para que Renjun pasara. —Me alegra mucho que estés aquí, cada navidad Jeno iba a buscarte a tu casa para invitarte a venir pero no habías regresado, hasta ahora.

Se quedó sorprendido, una vez más alguien le confirmaba que Jeno lo había buscado todo este tiempo, aunque no sabía por qué se negó cuando su madre intentó contactarlo. Tenía muchas preguntas qué hacerle.

—¿Usted me conoce?

—¡Por supuesto! Eres compañero de Jeno desde el jardín de niños, tu madre y yo nos conocemos. Tampoco olvidaría a la pareja del baile de graduación de mi hijo.

El rostro de Renjun se calentó. Era vergonzoso saber que su madre lo recordaba. —Oh, no pensé que Jeno les dijera con quién fue al baile.

–Incluso tiene una foto de ambos en su habitación— le regaló una hermosa sonrisa. —Jeno está arriba. Es la segunda puerta a la derecha subiendo las escaleras.

Se inclinó, haciendo una pequeña reverencia. —Muchas gracias.

Su corazón siguió latiendo desenfrenado, ¿Por qué Jeno tendría una foto de ellos? El baile de graduación no fue el recuerdo más agradable, por lo menos no para él.

Dió un golpe en la puerta cuando el hermoso rostro de Jeno apareció frente a él.

Le sonrió, tenía las mejillas rojas. —Hola, Renjun.

Le extrañó un poco la actitud del otro, aún así lo saludó, pasando a su habitación y viendo a Bongsik que ya se estaba acercando a él maullando. Probablemente reprochando su ausencia.

—Hola cariño— el castaño le habló al felino, tomándola con sus manos para apoyarla en su pecho. Miró a Jeno—Mi hija ha crecido, está mucho más grande que la última vez.

Asintió, sentándose en su cama y palmeando el lugar a lado de él para que Renjun se sentara. —Come mucho, fui al veterinario recientemente y me dijeron que todo estaba bien pero aún así...

—Jeno, es normal que los gatos crezcan. No iba a quedarse para siempre igual de pequeña.

El pelinegro hizo un puchero, acariciando las orejas de Bongsik. —Desearía que así fuera. A veces no es bueno crecer.

Los chicos no lloran ☆ [noren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora