Strange Addiction - Joseph Quinn | Sebastian Stan

16. 𝑳𝒂 𝒎𝒂𝒈𝒊𝒂 𝒅𝒆 𝑱𝒐𝒔𝒆𝒑𝒉.⚡

⇜ Gill ⇝

Joseph sale cuidadosamente de mí, se sienta en el borde de la cama para quitar el preservativo, me doy cuenta de que dejé algunos rasguños en su espalda mientras él toma un pañuelo de su mesita de noche.

—¿Te ayudo o quieres hacerlo tu? —me muestra el pañuelo y lo recibo con duda.

—Eh... yo lo hago —me da una pequeña sonrisa —, iré al baño.

Busco mis pantis y mi camisa del suelo; en el baño me lavo las manos me limpio y me visto. Regreso a la habitación y Joe está bajo las sabanas.

—¿Por qué te pusiste la ropa? —frunció sus cejas en cuanto me vio salir del baño, pero su tono es divertido.

—Pues... yo... —tartamudeo tratando de darle una respuesta, muevo mis manos sin saber que hacer en este instante.

—¿Gill?.. —ya no bromea. No tengo ninguna respuesta, solo lo miro a la cara —. Si quieres puedo preparar un café, lo acompañamos con las donas y el muffin que compramos hace un rato.

—Si... está bien —asiento, tiende su mano invitándome a la cama. Mientras me acerco él se levanta, aún está desnudo y mis ojos me traicionan.

—Metete a la cama y ya regreso para tomar el brunch —pronuncia en un acento gracioso, me quita la camisa y al tiempo me da un beso en la mejilla. Se pone su ropa interior antes de ir y adoro como todo el tiempo me sonríe.

Hace mucho no comparto una cama con alguien que no sea solo para tener sexo, la realidad es que actúe en automático cuando me vestí, solo pretendía terminar de buscar mis cosas e irme a mi apartamento. Pero ver que su intención es que siga aquí incluso después de haber obtenido lo que quería de mí, es algo que no pude entender de inmediato.

Joseph regresa a la habitación con una pequeña bandeja y en ropa interior se ve demasiado sensual, debo aceptarlo.

—Espié en tu cajita y saqué la dona de chocolate para ti —bromea mientras deja la bandeja en la mesita de noche. Se sienta frente a mi dándome una taza y la dona.

—Gracias... —llevo la taza a mi boca —, está delicioso.

—Qué bueno que te haya gustado —muerde el muffin de cereza —. Es muy bueno este muffin.

—¿Verdad? La chica de la cafetería dice que las personas casi no lo compran.

—Son unos idiotas en no atreverse a probarlo —toma de su café luego de calmar la risa.

Me gusta la atmosfera que se forma entre nosotros, todo se siente cómodo. Es como si no fuera una desconocida en su cama.

Tuvimos una conversación bastante divertida mientras terminamos el café. Se acostó a mi lado, ahora estamos viéndonos frente a frente, solo nos ilumina la luz de la lampara junto a su cama.

—¿Por qué querías irte? —pregunta con bastante seriedad.

—No quería irme, pero no pensé que tu querías que me quedara.

—¿Por qué no? Cuando dije que no iba a dejarte ir fue muy en serio —se me escapa una risa floja —. Parece que los idiotas que tuvieron la suerte de tenerte no han sabido como tratarte.

—Quizá... —murmuro, siento su mano acariciar mi cintura bajo las sabanas.

—¿Te sientes cómoda aquí, conmigo?

—Si... no recuerdo haber compartido algo así con alguien.

—Debes tener una razón muy importante para aceptar ser la amante de Stan —me sorprende lo directo que es. En ningún momento hemos interrumpido nuestro contacto visual.