Esclavo

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—Te odio.

—Sí, lo sé. Es como la... Novena vez que lo escucho en la última media hora.

—Nunca debí haber aceptado esta mierda.

—Yo te salvé de la humillación pública. ¿Pasaron apenas algunos días y ya lo olvidaste?

No, no lo había olvidado. El recuerdo de ese día, cuando Gakushū fingió ser su pareja durante la velada de Navidad con su familia, lo atormentaría el resto de su vida. No solo porque los adultos estuvieron toda la noche hablando de la bonita pareja que hacía con Asano, sino porque él mismo no podía olvidar aquel —totalmente improvisado— beso de despedida que Gakushū le había dado antes de salir por la puerta.

"Feliz cumpleaños, cariño", había dicho.

Akabane rezaba porque esa vergonzosa situación no saliera a colación en ninguna parte del día... O de su vida.

—Ya déjame en paz —miró hacia otro lado sin dejar de caminar.

—Vamos, solo estamos tomados de la mano; no puede ser tan malo, ¿o sí?

—¡En medio de una calle transitada, Asano! —reclamó, haciéndose pequeño cuando una mujer y su hijo se giraron para mirarlos.

—Con tanto escándalo parece que quieres que toda la ciudad nos vea —burló—. ¿Tantas ganas tienes de que piensen que eres el lindo novio de Asano Gakushū? —sonrió con superioridad.

—Te odio —gruñó, bajando la mirada hacia el piso.

—Decima vez —contó—. Estás rompiendo record hoy. Además, no seas tan dramático; ya llegamos.

—Ya era hora —rodó los ojos, siguiendo al peli naranja al interior de la tienda.

Asano soltó la mano del contrario, amenazando con que si huía, lo encontraría y lo llevaría al centro de la ciudad para besarlo en frente de toda la gente —cosa que claramente, hizo a Karma sonrojar y soltar un par de insultos—.

El oji violeta pidió lo necesario para hacer la comida y en menos de lo que el pelirrojo hubiera querido, ya estaban saliendo del lugar con las manos unidas de nuevo.

—¿Y qué nos vas a hacer de comer, Asanito? —preguntó, estirando el cuello para intentar ver qué había en las bolsas.

—Pregunta incorrecta, Akabane —sonrió—. ¿Qué vas a hacernos tú de comer?

El pelirrojo se detuvo, haciendo que el otro hiciera lo mismo.

—¿Estás bromeando? No voy a cocinarte —lo miró con desden.

—Lamento informarte que no tienes ni voz ni voto hoy. Vas a hacer lo que yo diga, ese era el trato.

Karma frunció el ceño con molestia; se sentía humillado a pesar de que, en efecto, él había accedido a ese trato. Lo cuál solo lo hacía sentir más estúpido y molesto.

—Te odio.

—¿Es lo único que sabes decir? —rodó los ojos, volviendo a caminar, jalando a Karma en el proceso.

—Sí; te odio.

Asano suspiró. Iba a ser un largo día.

[...]

—¿Y bien?

—Karma —se cubrió la boca con una mano para poder terminar de masticar—. Esto es delicioso.

Asakaru Week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora