𝑜𝑛𝑒

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𝑛𝑎𝑟𝑟𝑎𝑑𝑜𝑟 𝑜𝑚𝑛𝑖𝑠𝑐𝑖𝑒𝑛𝑡𝑒:










Una adolescente, testaruda, hermosa y sobre todo temida por demasiadas personas de New York, ahora mismo estaba torturando a dos hombres. Uno de ellos era un narcotraficante que le debía mucho dinero a la castaña y se llamaba Hernán Fernández, de unos 40 años aproximadamente y con bastantes arrugas.

Pero esto no lo detenía a tal hombre ya que era un mafioso de lo peor, era un desquiciado y eso sí, siempre le debía dinero a muchas personas, entre ellas estaba Alyrah y por esa razón este hombre estaba en frente de la castaña, siendo torturado por las propias manos de aquella adolescente. La segunda persona era un chico de 25 años que también le debía algo.

Scott Clark,25 años, tiene una cierta adicción a las drogas, y le encanta apostar. El apuesta lo que sea y no tiene miedo a perder ya que según el gana siempre, pero lo que el no sabia es que al apostar con Alyrah le costaría la vida.

--ya Fernández, dame lo que me debes y si me das todo al contado, puedes largarte de mi vista sin ningún problema--dijo la castaña algo molesta.

--niña ya te explique mil veces que ahora mismo no tengo tu dinero--trataba de sonar tranquilo aquel hombre pero en realidad estaba cagado del miedo, y eso a Alyrah le daba satisfacción.

--mira Fernández, te estaba dejando las cosas fáciles, pero bueno al parecer tu no quieres cooperar--

Luego de decir eso la castaña saco un cuchillo de su bolsillo trasero y se acercó a aquel hombre que se estaba negando a darle aquel dinero que le pertenecía a ella, acerco aquel cuchillo al cuello del hombre y poco a poco iba presionando el cuchillo a la piel de este, cosa que hacía que el hombre largara gemidos de dolor, en cambio la joven estaba disfrutando aquel momento.

--ya p-por favor, me estas lastimando--suplicaba aquel hombre.

Alyrah rio secamente-- así? te duele? --esta esperaba una respuesta por parte del hombre pero lo único que recibió fue un gemido de dolor por parte de el--te pregunte algo, responde--este asintió con la cabeza--si, si me duele--dijo este a puras penas ya que apenas podía hablar.

--bien así me gusta, que hagas caso, ahora vas a decirme donde carajo esta tu puta caja fuerte y me dirás la contraseña así podre entrar, me llevare cada cosa que este en esa jodida caja fuerte--la joven le explicaba cada cosa en un susurro que podían escuchar solo ellos dos.

--entendiste? --la joven lo miro algo amenazante al hombre, y este no estaba tan asustado como la castaña pensaba.

--p-porque tendría que darle la contraseña de mi caja fuerte a una jodida niña como tú? --este tuvo el coraje de decir aquello, oh no Fernández, no tuviste que haber dicho eso.

Alyrah se alejó un poco del hombre que estaba torturando para que en un abrir y cerrar de ojos esta le haya pegado una cachetada que resonó por toda la fabrica. Ya que si, Alyrah había mandado a unos cuantos hombres para que secuestrara a sus víctimas, luego de aquello ella espero a que sus hombres llegaran a aquella fabrica abandonada para poder torturarlos de manera tranquila, sin ninguna preocupación de que alguien interrumpiera su momento.

Cuando por fin habían llegado sus victimas, ellos tenían una bolsa por la cabeza para que no vieran absolutamente nada, también tenían las manos amarradas con un tipo de soga y luego los sentaron en unas sillas para después amarrarles las piernas contra la madera de aquella silla.

--mira imbécil, a mi me respetas, hay se me olvido decirte algo que creo te interesara mucho--Alyrah hiso una cara de pensativa como tratando de recordar algo.

𝘼𝘿𝙄𝘾𝙏𝘼・𝑡𝑜𝑚 𝑘𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora