Prólogo

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Tejido de vida eterna

En el confín del tiempo, donde los suspiros se entrelazan con las sombras de antaño, se despliega la historia que emana del pulso vital, un relato tejido con hilos de nostalgia y anhelos inmortales. En este ocaso de días y amores, donde los destinos se entrecruzan como ríos que fluyen hacia un mismo océano, se erige el telar de la existencia, entretejiendo la esencia de la vida con la hechura de un verso que se mece al compás de los vientos eternos.

En esta danza efímera de corazones que laten en armonía, dos almas se hallan inmersas en un amor que desafía la vorágine del tiempo. Sus susurros son ecos que resuenan desde los rincones más profundos del ayer hasta los confines del mañana, trascendiendo la brevedad de los días y la distancia que separa a los amantes que el destino ha dispuesto.

En el trasfondo de eras que se despliegan como pergaminos, la pregunta esboza su contorno en la penumbra del misterio: ¿por qué vivir, si no es para rendirse ante la belleza que se oculta en cada latido? La respuesta reverbera en la sinfonía de la existencia, donde cada nota es una razón para celebrar la magia de habitar este efímero jardín llamado vida.

Desde los resquicios de la memoria, emergen los rostros de amores que desafían la erosión del tiempo, forjando un lazo que resiste las embestidas de la distancia. Aunque los relojes marquen diferencias y los calendarios delineen épocas lejanas, el amor se erige como un faro que guía a través de la penumbra, demostrando que la conexión entre almas afines no conoce barreras temporales ni espaciales.

En la encrucijada de la existencia, cuando el abismo se asoma y la vida pende de un hilo, el ser humano descubre, en el umbral de la incertidumbre, una pasión feroz por la supervivencia. Es en ese último aliento, en el instante preciso antes de la rendición, que el alma despierta a la urgencia de vivir, como si la proximidad de la muerte fuera el espejo que refleja la maravilla de la vida.

Así, entre susurros de hojas marchitas y suspiros de estrellas distantes, se entreteje esta crónica de existencia y amor, donde los latidos del corazón resonarán como versos que persisten más allá del tiempo, invitándonos a contemplar el misterio y la belleza que se despliegan en el tejido de cada día que nos es dado vivir.

Así, entre susurros de hojas marchitas y suspiros de estrellas distantes, se entreteje esta crónica de existencia y amor, donde los latidos del corazón resonarán como versos que persisten más allá del tiempo, invitándonos a contemplar el misterio ...

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