PROLOGO

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Hay muchas reglas que un sacerdote no puede romper....

Un sacerdote no puede casarse.
Un sacerdote no puede abandonar a su rebaño.
Un sacerdote no puede dañar la confianza sagrada que su parroquia ha puesto en él.

Las reglas parecen obvias.

Las reglas que recuerdo como un nudo en mi cinturón.

Las reglas por las que juré vivir cuando me pongo mi casulla y ajusto mi estola.
Siempre he sido bueno siguiendo las reglas.

Hasta que ella llegó.

Mi nombre es Tyler Anselm Bell. Tengo veintinueve años de edad. Y tengo una licenciatura en lenguas clásicas y una Maestría en Divinidad. He estado en mi parroquia desde que fui ordenado hace tres años, y me encanta estar aquí.

Hace varios meses, rompí mi promesa de celibato en el altar de mi propia iglesia y, que Dios me ayude, lo haría otra vez.

Soy un sacerdote y esta es mi confesión.

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