Capítulo I

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-¿Podemos dar otra vuelta? Por favor.
El ruido y el color de la verbena los rodeaban. Música alta, risas, los gritos de los niños montados en el carrusel, la rueda de la fortuna...casetas que atráin la atención de la niña.

Había tiendas a rayas que prometían excitantes aventuras, puestos de algodón de azúcar, perritos calientes y puestos que ofrecían muñecos de peluche como premio por derribar patos que daban vueltas.

La sonrisa de Emilia era como para derretirse; su buen carácter una bendición. Max abrió los brazos amorosamente a su pequeña hija. Sus brazos le rodearon el cuello.

-Lo estamos pasando bien ¿Verdad?
Max sintió como le tocaba esa fibra sensible que reaccionaba al incondicional amor de una niña.
-Una vez-Accedió y pago por otra vuelta-Después tenemos que irnos.
-Lo se-Asumió Emilia alegre-Tienes que irte a trabajar.
-Y tú tienes que dormir bien, para poder estar atenta mañana en el colegio.

-Así podre ser tan lista como tú.
Aumento la intensidad de la música y el carrusel comenzo a dar vueltas. Emilia tomo las riendas del caballo de colores brillantes.

Se había graduado de la universidad, pero no era tan listo en lo referente a su vida personal, pensó Max. Un matrimonio roto en menos de dos años no podía verse como algo especialmente bueno, a pesar de las circunstancias atenuantes.

Agua pasada no mueve molino, se dijo mientrás el carrusel perdia velocidad hasta detenerse.
-Se acabó.
Max se bajó y después bajo a su hija del caballo de colores.

Los hermosos ojos oscuros de la niña chispeaban entre risas de delicia mientrás gritaba y daba un sonoro beso en la mejilla de su madre.

Los ojos de su padre, pensó Max intentando dominar la tensión que sentía en el estómago al pensar en el hombre con quien se había casado cinco años antes en otro país.

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Sergio Pérez, nacido en Francia de padres Mexicanos, crecido y educado en Paris y con estudios en la universidad de Madrid.

Hablaba varios idiomas, era atractivo, sensual, encantador...se había enamorado de él y lo había arrastrado a una vida muy diferente de la que había llevado hasta entonces.

Se había dicho a sí mismo que se adaptaría... y lo había hecho. O eso había pensado. Pero no para la familia de él, quienes le habían dejado en claro que no armonizaban con su estatus.

Una complicación añadida había sido que la familia había favorecido la elección de un novio aceptable... Lewis Hamilton. El impresionate moreno de ojos negros, de linaje espectacular y obscenamente rico.

Algo que tanto la familia Pérez como el propio Lewis nunca habían permitido a Max olvidar. O que SErgio y Lewis hubieran sido amantes...una situación que pronto se reanudó tras su matrimonio, si había que creer en los rumores.

Rumores alimentados activamente por la familia Pérez con el objetivo de debilitar las defensas de Max.

Las irrefutables pruebas de la infidelidad de Sergio a los veinte meses de haberse casado habían provocado una discusión explosiva que había terminado con Max mudandose a un hotel y posteriormente subiendose al primer avión con devuelta a Australia.

En una semanas había conseguido un buen empleo en una farmacia en las afueras de Perth, alquilando un apartamento, comprando un coche...y colocando a SErgio justo donde debía estar, en el pasado.

Difícil cuando su imagen se colaba constantemente en sus pensamientos diurnos y asaltaba sus pensamientos por la noche.

Imposible cuando unas persistentes molestias de estómago le habían hecho ir al médico donde había descubierto que estaba embarazado de unas cuantas semanas.

En la cama de su maridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora