NTR Parte 2

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Lefiya salió de la ducha, envuelta en una toalla blanca que apenas cubría su cuerpo esbelto. Se secó el cabello rubio con otra toalla, mientras sus ojos verdes se perdían en la ventana de su habitación. Desde allí podía ver el cielo azul de Orario, la ciudad donde vivía y trabajaba como aventurera.

Pero su mente no estaba en el paisaje, sino en lo que había visto el día anterior. Aiz Wallenstein, la espadachina más fuerte y hermosa de la Familia Loki, saliendo de la mano con un chico desconocido. Un chico que no era Bell Cranell, el joven conejo blanco que había robado el corazón de Aiz.

Lefiya se mordió el labio, sintiendo un nudo en el estómago. Ella también amaba a Bell, desde que lo conoció en el Dungeon y lo ayudó a escapar de un monstruo.

Pero sabía que él solo tenía ojos para Aiz, y que ella era su novia oficial. Lefiya había aceptado ese hecho, resignándose a ser solo su amiga y compañera de aventuras.

Pero ahora, todo había cambiado. Aiz estaba engañando a Bell con otro, y Lefiya lo sabía.

¿Qué debía hacer?

¿Debía contárselo a Bell, y arriesgarse a romper su corazón y su relación con Aiz?

¿O debía guardar silencio, y dejar que Bell siguiera siendo feliz en la ignorancia?

Lefiya se sentó en la cama, abrazando sus rodillas. No quería hacer sufrir a Bell, pero tampoco podía soportar verlo engañado. Tal vez, si le decía la verdad, él se daría cuenta de que Aiz no lo merecía, y que ella era la que lo amaba de verdad.

Tal vez, él se fijaría en ella, y le daría una oportunidad.

Pero eso era solo un sueño, un deseo egoísta.

Lefiya sabía que Bell amaba a Aiz con todo su ser, y que no la dejaría por nada del mundo. Incluso si le contaba lo que había visto, él probablemente no le creería, o pensaría que era un malentendido. Y entonces, Lefiya perdería su amistad, y se quedaría sola.

Lefiya suspiró, sintiendo las lágrimas brotar de sus ojos. No podía seguir así, tenía que tomar una decisión. Miró el reloj de su mesita de noche, y vio que ya era hora de ir al gremio. Allí se encontraría con Bell, y tendría que enfrentarlo.

¿Qué le diría? ¿Cómo actuaría?

Lefiya se levantó de la cama, y se dirigió al armario. Abrió la puerta, y sacó un vestido verde claro, con detalles dorados, un vestido que Bell le había regalo hace tiempo

Lefiya se miró al espejo, y se peinó el cabello. Se puso unos pendientes de perlas, y se pintó los labios de rosa. Quería verse bien, quería impresionar a Bell. Quería que él la notara, que la viera como una mujer, y no como una niña.

Lefiya tomó su bolsa, y salió de la habitación. Caminó por el pasillo, y bajó las escaleras. Salió de la mansión de la Familia Loki, y se dirigió al gremio. Por el camino, se cruzó con varios aventureros, que la saludaron con respeto y admiración. Lefiya les devolvió el saludo, con una sonrisa forzada.

Lefiya llegó al gremio, y entró por la puerta principal. Allí lo vio, sentado en una mesa, rodeado de libros y mapas.

Era Bell, el chico que amaba. Tenía el cabello blanco, los ojos rojos, y una expresión concentrada. Llevaba una armadura ligera, y una espada colgada de su cintura. Era el héroe más joven y prometedor de Orario, el favorito de la diosa Hestia.

Lefiya se acercó a él, con el corazón latiendo a mil por hora. Bell levantó la vista, y la vio. Le sonrió, con una calidez que la hizo temblar.

- Hola, Lefiya - dijo Bell -. ¿Qué tal estás?

Mis Historias Cortas De DanmachiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora