CAPITULO 4

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WILLY'S POV

Después de salir del zoológico, Naya y yo caminábamos juntos por la plaza, bajo la luz plateada de la luna. Nuestros dedos entrelazados creaban una conexión reconfortante entre nosotros. Su presencia era como una brisa fresca en medio de mi caótica vida, algo tranquilizador que calmaba mis preocupaciones.

Estar con ella era una experiencia que me hacía olvidar todos los problemas. Su sonrisa iluminaba la noche y disipaba cualquier rastro de oscuridad que pudiera haber en mi mente. Cada paso junto a ella era una aventura nueva y emocionante.

– Entonces... ¿Siempre quisiste ser chocolatero?

– No, no siempre. De pequeño quería ser mago. Mamá era cocinera, vivíamos en el río los dos nada más. En nuestro propio mundo perfecto, me pasaba cada hora del día creando trucos nuevos para impresionarla, pero la verdadera magia, la hacia ella. – Comencé a contarle – No teníamos mucho dinero, pero cada semana traía un grano de cacao, para cuando fue mi cumpleaños había suficiente para una sola barra de chocolate, pero no era cualquier chocolate, me dijo que había un secreto que ni las personas de las Galerías Gourmet sabían

– ¿Cuál era? – Naya me miraba cual niña pequeña escuchando un cuento, eso me pareció muy tierno.

– Jamás lo supe, enfermó poco después, y cuando me di cuenta... Solo me quedaba su barra de chocolate – Dije con melancolía – Por eso vine Naya, para sentirme igual que esa vez, cuando comimos chocolate

– Sé que lo vas a lograr, para mi ya eres el mejor

A medida que nos acercábamos a la fuente, me detuve para poder observarla mejor – Naya, yo... - Justo cuando estaba a punto de hablarle, fui interrumpido por la figura del jefe de policía que se aproximaba hacia nosotros.

– ¡Señor Wonka! ¿Podemos hablar en privado?

– Si lo desea, oficial – Vimos cómo se nos acercaba – Es mejor que corras Bonita – Saqué la leche del sombrero y se la tendí – Ve y dale esto a Noodle

– Pero... – No la dejé continuar

– No te preocupes por mí, he salido de cosas peores – La tranquilicé – Dile a Noodle que nos vemos en el carrito, tu regresa a casa – Ella aún estaba insegura

– Cuídate, ¿Sí? – La miré con ternura y asentí, seguido, ella se fue corriendo

– Oiga oficial, si esto es por Abigail... - No me dejó terminar

– Te tengo un mensaje amigo – Me tomó bruscamente, y para mi sorpresa, rompió el hielo de la fuente congelada con mi cabeza para ahogarme. No alcancé a escuchar lo que dijo después. Sacó mi cabeza del agua – ¿Oíste?

– En realidad no oficial – Dije asustado

– Ah, eres respondón ¿Eh, Caramelo? Te dije – Volvió a meter mi cabeza al agua – ¿Ahora si me oíste? – Preguntó de nuevo al sacarme

– Tengo agua en los oídos – Le expliqué

– Ah, si... Eso, si... Lo explica – Dijo viendo la fuente – Escucha, perdóname, ya se me quitaron las ganas. La verdad, no quiero hacer estas cosas – Refiriéndose a lo que acababa de pasar

– La verdad, yo tampoco quiero que las haga – Dijo un tanto indignado

– Pero igual, tengo que darte un mensaje, si insistes en vender chocolate aquí, te ganaras más de un golpe en la cabeza

– Pero... No concursé por golpes – Le informé sin entender

– ¿Qué me pasa hoy? – Preguntó – ¿Me permites un segundo?

SWEET CHOCOLATE - WILLY WONKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora