SWEET CHOCOLATE - WILLY WONKA

CAPITULO 9

NAYA'S POV

Unos minutos después, vi a Willy sentado en las escaleras viendo como todos servían chocolate al público. Observé como sacaba la barra que le había dado su madre.

Fui hacia donde él y le hablé – ¿Esa es la famosa barra de chocolate? – Me senté a su lado

– Si – Dijo con nostalgia

– ¿Por qué no la abres?

– Yo, no lo sé... Creo que... Es lo único que me queda de ella y lo he querido dejar como está – Me miró

– Intenta abrirla, algo me dice que no solo es chocolate – Él lo pensó un momento y lo hizo

Un papel dorado se hizo presente junto con la barra. "El secreto no es el chocolate, lo que importa...". Le dio la vuelta, "...Son las personas con quién lo compartes"

Lo miré – Me hubiera gustado conocerla – Le dije en un susurro viendo como las lagrimas se formaban en sus ojos. Él vio hacia el frente, pero no logré ver lo que estaba observando.

Se veía feliz. Comenzó a partir el chocolate y se paró. Lo vi sorprendida y me paré con él.

Willy sostuvo el pedazo de chocolate entre sus manos temblorosas. Miró fijamente el trozo de dulce, como si contuviera en su interior el significado de un futuro incierto y al mismo tiempo, lleno de posibilidades. Levantó la mirada y me encontró con sus ojos brillantes, repletos de esperanza y amor.

– Naya – susurró con una voz entrecortada por la emoción – Sé que somos jóvenes, que la vida es incierta y que tenemos un largo camino por delante. Pero también sé que cada día a tu lado es un regalo, un motivo para sonreír y sentir que todo es posible. – Me dijo mostrándome el pequeño cuadrado de chocolate – Cuando estábamos en la tienda limpiando, me di cuenta de que... Mi sueño ya no es solo el chocolate. Quiero que estés a mi lado en cada paso que demos, quiero construir un futuro contigo – Me tomó de las manos – Tu eres mi nuevo sueño – Me soltó una mano y se arrodilló ante mi – ¿Aceptarías ser mi compañera de por vida?

Mis ojos se llenaron de lágrimas de alegría y asentí sin poder articular palabra alguna. Todo lo que quería decir estaba encapsulado en un único y emotivo gesto.

Él arrodillado frente a mí, sosteniendo aquel fragmento de chocolate en una mano y mi mano en la otra. Pude sentir la importancia del momento, el peso de las palabras no dichas, pero igualmente sentidas.

– ¿Quieres casarte conmigo, Naya? – Su voz temblaba, pero había una determinación en sus ojos que no dejaba lugar a dudas.

Con una sonrisa radiante, asentí una vez más, incapaz de contener la emoción y la felicidad que inundaban mi corazón. Willy me abrazó con fuerza y ternura, y en ese abrazo encontramos la promesa de un futuro juntos, lleno de amor, complicidad y sueños compartidos. Era un inicio, un nuevo capítulo que escribiríamos juntos, en un libro que sería nuestro para siempre.

Me acerqué a él y rocé sus labios con los míos, iniciando un beso suave y delicado. Él respondió con pasión y ternura, profundizando el beso y acariciando mi cabello. Sentí una oleada de calor y emoción recorrer mi cuerpo, como si estuviera saboreando el chocolate más exquisito del mundo. Nuestros corazones latían al unísono, creando una melodía dulce y armoniosa. Nos besamos con amor y entrega, sin importarnos el resto del mundo. Solo éramos nosotros dos, compartiendo un momento mágico e inolvidable.

Cuando nos separamos vimos a nuestros amigos acercarse felices, al igual que mi mamá. Willy les partió otros pedazos de chocolate para ellos.

Mientras lo veía, mamá me abrazó – Me alegra que lo hayas elegido a él – Me dijo – Muchas chicas de tu edad son obligadas a casarse con hombres feos y que no quieren – La miré